Capítulo 3

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De mala manera conseguí apartarme de Jason y le di con la mano abierta en la cara. Éste se tocó la mejilla dolorido, mirándome atónito.

― Alice... ―susurró.

Inmediatamente me dí la vuelta para ver quién había llamado mi atención. No lo conocía, ni siquiera de vista. Era un chico alto, incluso más alto que Jason (y eso es difícil). Su cabello era oscuro, de un castaño casi negro y los ojos, que es en lo primero que me fijo cuando veo a alguien, de un precioso color caramelo. Por lo demás parecía muy guapo.

― ¿Hola? ―pregunté un poco confusa tratando de sonreír.

― Eh, creo que esto es tuyo. ―entonces alargó la mano para darme un pequeño libro de portada negra. Espera, no era un libro.

― ¡Mi cuaderno! ―lo agarré corriendo― ¡Gracias, gracias! Ni siquiera me había dado cuenta de que...

Las palabras se me amontonaban en la boca, sin mi bloc de dibujo no soy nadie. Ahora sí que mi sonrisa era amplia y eso parecía hacer feliz también al muchacho que seguía delante de mí, contemplándome con asombro.

― ¿Lo has abierto? ―quise saber una vez me hube recuperado de la fuerte oleada de emoción que había inundado mi cuerpo.

Quería que fuera un "no" pero me esperaba la respuesta.

― Sí, bueno, las primeras páginas. Me pareció algo muy personal y lo dejé.

Tenía razón, era algo muy íntimo. No solo había dibujos del mar y de desconocidos si no de todos mis mejores recuerdos. Bocetos de Stephanie, de mis amigas y de Jason también llenaban sus páginas.

― ¿Cómo supiste que era mío? ―en mi mente esa era la última pregunta que pensaba hacerle a ese chico, ojalá hubiera sido así.

― Bueno, primero de todo, me llamo Nicholas ―reímos, sí, eso tampoco se me había ocurrido―, y hace unos días que suelo venir por aquí, tú ni te habrás fijado. Siempre te veo ahí sentada, tan ensimismada en tus cosas que nunca te he dicho nada pero cuando he visto ahí tu cuaderno he pensado que podría buscarte.

― Pues muchas gracias, de nuevo. ―sonreí con ganas y él también.

Me gusta el nombre de Nicholas, no sé, me parece bonito.

― No hay de qué, y bueno, si te parece podríamos quedar algún día.

Lo miré sorprendida, ¿qué? Ya os imaginareis que no suelo salir con muchos chicos y no es que sea fea. La verdad, todo lo contrario, pero no soy una persona muy social y, aunque fuera de mi pueblo no me cuesta hacer amigos, no suelo hablar demasiado con la gente.

― Si quieres, claro. ―añadió Nicholas algo preocupado.

― Sí, sí. Em... ―iba a abrir la última página de mi amado bloc de dibujo mientras decía― Puedes apuntarme aquí tu...

Entonces me dí cuenta de que había un número de teléfono ya escrito con el nombre de "Nick". Sonreí y lo miré a los ojos de nuevo, ahora brillaban.

― Ah, sí, prefiero que me llames Nick.

Ya estaba dispuesta a irme cuando me di la vuelta y lo oí gritar:

― ¡No me has dicho tu nombre!

Volví a girarme pero sólo sonreí. No sé por qué lo hice, me pareció muy "de película". Aún no se había ganado el derecho de saber cómo me llamo.

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