Capítulo 14

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Aparqué el coche a unos metros de la casa, notando la presencia de algunos humanos, decidí ocultarme de su vista tal como ellos desaparecieron de la mía. Me aproximé a la puerta principal y presioné el timbre, esperando unos segundos antes de llamar nuevamente, pero no obtuve respuesta. Retrocedí unos pasos para observar la casa y la rodeé hasta llegar al jardín trasero. Allí, desplegué mis alas y me encaramé a un árbol cercano, desde donde pude ver que la habitación de Ashley se encontraba vacía.

Con un salto ágil, descendí al suelo y me acerqué a la puerta trasera. Sin dudarlo, rompí la cerradura de un tirón, abriéndome paso para entrar.

Una vez adentro, exploré mi entorno, encontrándome en la cocina.

Manchas de sangre salpicaban el suelo, tanto cerca de la isleta como en la puerta del salón. Mi collar yacía abandonado en un rincón, lo tomé con el corazón en un puño, sintiendo un escalofrío recorrerme mientras contemplaba el sombrío panorama.

—Hijos de puta... — susurré en alto.

Salí de allí corriendo hacia mi coche y me comuniqué con Gabriel.

Se han llevado a Ashley.

¿Qué? ¿Hace cuánto?

No lo sé, cuando llegué no había nadie, pero encontré sangre en el suelo — apreté el volante con fuerza.

Voy de camino hacia el bar de Azael, nos encontramos allí.

Sentía cómo la rabia se apoderaba de mí, llegando a ejercer tanta fuerza sobre el volante que casi lo doblaba. Decidí detenerme a un lado de la carretera y oculté mi rostro entre mis manos durante unos segundos, tratando de mantener el control, pero al no conseguirlo, salí del coche y, sin poder contenerme, le propiné una patada a la puerta del copiloto, abollándola irreparablemente.

Desplegué mis alas negras, abandonando mi coche.

La frustración y la rabia seguían ardiendo en mi interior mientras me dirigía hacia el bar de Azael.

Al entrar, pude ver que estaba lleno de Caídos, pero no había rastro de Gabriel. Las miradas de aquellos ineptos se posaron sobre mí, generando un murmullo incómodo en el ambiente. Ignorando las miradas curiosas, cerré la puerta del establecimiento con un portazo, logrando que todos se callaran al instante.

Con pasos decididos, me dirigí al centro del bar, buscando a Azael con la mirada. A pesar de la ira que seguía ardiendo en mi interior, sabía que era crucial mantener la compostura y la claridad mental para afrontar esta situación de manera eficaz. Sin embargo, las voces y las críticas que resonaban a mi alrededor despertaron en mí un odio profundo.

No pude contenerme y, con una mirada cargada de furia, escudriñé a aquellos que se atrevían a juzgarme. Con voz gélida, pronuncié unas palabras que resonaron en el aire cargadas de autoridad.

— No quiero escuchar ni siquiera el sonido de vuestra respiración mientras me encuentre aquí — mi tono era más cortante y frío de lo habitual.

Mis palabras silenciaron instantáneamente el murmullo, dejando un ambiente tenso y opresivo en el bar. Era evidente que mi presencia no era bienvenida, pero eso no me detendría en mi búsqueda desesperada por encontrar a Ashley.

Al girarme, escuché el ruido de una silla que se caía al suelo.

Fruncí el ceño, esperando una confrontación, pero para mi sorpresa, fue Azkeel quien se levantó y aconsejó al resto de los presentes abandonar el bar. Todos me miraron, buscando mi aprobación, y simplemente asentí. En cuestión de segundos, el bar se vació por completo, dejándonos a Azkeel y a mí solos en medio del silencio.

Azael salió del almacén con una sonrisa en el rostro, pero se le desvaneció al ver su bar completamente vacío. Pocos momentos después, Turel hizo su entrada, recorriendo el lugar con la mirada hasta que sus ojos grises oscuros se encontraron con los míos. Antes de que pudiera preguntar algo, Gabriel irrumpió en escena abriendo bruscamente la puerta principal.

—¡Llegué! — exclamó Gabriel, interrumpiendo el silencio con su voz enérgica.

—¿Sucede algo? — dudó Turel antes de preguntar.

—Se han llevado a Ashley — respondí sin rodeos.

—Intentaré contactar con alguno de nuestros hermanos y dialogar — murmuró Gabriel concentrándose.

Azkeel nos observó atentamente, pero nadie pronunció ninguna palabra mientras todos reflexionábamos sobre qué hacer. Nos enfrentábamos a la angustiante realidad de que no teníamos manera de localizar a Ashley, y si lográbamos contactar a alguno de mis hermanos, el diálogo no sería nada fácil.

Me froté las manos contra mi rostro, tratando de calmarme, consciente de que en cualquier momento podría perder el control y mataría a alguien.

Los segundos se desvanecían, transformándose en minutos y luego en horas. Gabriel seguía sin poder contactar a nuestros hermanos, Turel mostraba cada vez más señales de nerviosismo y yo... yo me sentía completamente perdido. No sabía qué hacer ni cómo actuar en esta situación desesperante.

Gabriel... — levanté la mirada hacia mi hermano, quien me miró fijamente.

¿Dónde está? — preguntó Gabriel, compartiendo la conversación.

Vaya, el traidor queriendo respuestas — se rió Mikael con arrogancia.

¿Qué queréis hacer con ella?

Haremos lo que Padre nos ordene — respondió Mikael sin titubear —. Matarla es una de las opciones...

Escúchame — intervine —. Si le sucede algo, te juro por mi sangre que los mataré a todos y cada uno de vosotros. No habrá lugar en este mundo o en el infierno donde podáis esconderos de mí.

La tensión en la habitación se intensificó mientras mis palabras resonaban en el aire. Gabriel me miró con determinación, respaldando mis palabras con su presencia imponente.

Vaya, dos traidores por el precio de uno — Mikael soltó una risa despectiva.

¿Qué queréis a cambio de ella? — intenté sonsacarles algo, ya que Mikael solía ser bastante bocazas.

¿Estás rogando de nuevo? — dijo divertido —. De todos modos, no queremos nada de ti. Solo la necesitamos a ella, y cuando llegue el momento, tanto los Caídos como tú desaparecerán.

¿A qué te refieres? — preguntó Gabriel confundido.

No subestimes lo que somos capaces de hacer, Lucifer — respondió con desdén —. Pronto entenderás el poder que está en juego y el precio que pagarán aquellos que se opongan al Altísimo.

Las palabras de Mikael resonaron en el aire, dejando un aura de incertidumbre en la habitación. Nos quedamos en silencio por un momento, conscientes de que estábamos al borde de una confrontación inevitable con nuestros hermanos.

¿Mikael? — esperamos unos segundos, pero no hubo ninguna respuesta.

El silencio se extendió en la habitación mientras esperábamos alguna respuesta de Mikael, pero fue en vano. Su ausencia solo aumentó la incertidumbre y la sensación de peligro que se cernía sobre nosotros.

Gabriel compartió mi preocupación, sus ojos reflejaban determinación y un rastro de temor por lo que pudiera suceder.

—¿Qué están planeando? — preguntó Gabriel en voz alta.

—No lo sé, pero si le hacen daño a Ashley, mataré a todos, aunque el cielo se me eche encima por segunda vez... — Gabriel me miró preocupado —. Al menos, esta vez será por algo que realmente me importa.

Luzbel ( 2° Parte ) ||En Físico||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora