Spartan ||Chris Evans||

VI.

—Por muy hermosa que usted sea, mi moral de guerrero no me permite hacer eso, usted es hermosa Amanda, pero es mi señora y no la pienso tocar.

—¿Hay acaso alguien esperándolo en su tierra espartano? ¿Qué es lo que le impide tocarme como Venus lo ansía y desea?—pregunta Amanda pegando aún más su cuerpo al del soldado.

—El honor es lo más grande que posee un hombre, un hombre sin honor no es nadie y yo al profanarla de esa manera perdería el mío.—el guerrero se aleja de la mujer con prisa, busca una toalla y poco a poco viste sus ropas.—Un hombre que no logra controlar sus impulsos no tiene honor.

—Lo quiero a en unos minutos en mis aposentos soldado, y es una orden de su señora.—este asiente y deja la casa de descanso y a la mujer aún dentro de la alberca.

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El soldado estaba con la vista en el balcón cuando la joven entró a los aposentos, mirada perdida en el estrellado horizonte que obsequiaba esa noche la ciudad de Nimes.

—No hay peor dolor que el de añoranza a tu tierra.—dice Amanda mientras reposa una mano sobre el hombro desnudo del espartano.

—Creo mi señora que usted me dijo que el de perder a un amor puede acercársele.

—Eso es algo me temo no sé con certeza. Quiero que me diga Chris, la razón por la cuál un guerrero tan bueno como usted terminó en una ciudad como Nimes. Porque solo a los guerreros de jerarquía se les permite estar en tan buena forma como lo está usted.

—Es una historia bastante larga y triste, voy a necesitar otra de ese estilo como pago.

—Creo que puedo tener una o dos de ese estilo, abro mi mente a ti guerrero.

—Todo pasó aproximadamente desde hace 7 meses, Esparta siempre ha mantenido sus asuntos en secreto y eso trae beneficios pero también dificultades.

》Soy hijo bastardo de mi madre, nunca la conocí, o al menos no que recuerde, toda mi vida trabajé en las minas junto a mi padre y nunca me he quejado de eso, mi vida era plena, no tenía muchas cosas pero era feliz. Luego cumplí los 25 años y la familia real murió en un accidente donde solo quedó vivo el rey Midas, quien cayó en un desespero incontrolable, tanto que el mandato tuvo que ser tomado por el antiguo consejo, uno de ellos llegó a casa un día y nos escoltaron a mi padre y a mi al palacio de Esparta y el consejo me dijo algo que nunca creí posible. Resulta que mi madre quedó embarazada de nuevo luego de tener a su primogénito, en ese entonces el rey emprendió un largo viaje que duró exactamente un año, el tiempo suficiente para ella darme a luz y dejarme al mismo tiempo en una casa de huérfanos para estar recuperada para cuando Midas llegara. Él había sido claro con ella, solo quería un primogénito por lo tanto yo fui visto como un error, luego de saber la verdad el rey se recuperó y volvió al mandato y yo fui tomado como miembro de la guardia real y entrenado como soldado de alto rango. Hace 7 meses murió Midas y se armó una guerra civil en Esparta, todo el pueblo contra un ejército de más o menos 20 soldados, casi muero en batalla y todo porque la gente pensó que al no vivir en el palacio no sabría gobernar, tuve que escapar y fue cuando llegué a sus manos, mi señora.

Ambos se miraron a los ojos de nuevo, esta vez más que antes, ahora ella conocía su historia y un brillo de admiración se notó en su mirada. La historia de un guerrero verdaderamente fascinante.

—Ahora solo queda su historia Amanda.

—Temo que la dejaremos para otro día espartano, debes descansar para tu batalla de mañana.

—Descanse o no, ganaré y la haré llegar a la gloria Amanda.

—Solo quiero pedirle una cosa más soldado.

—Estoy a sus órdenes.

La joven aprovechó la cercanía del hombre y juntó sus labios en un beso hambriento, un beso que estaba lleno de sentimientos y emociones, un beso que encendió en el espartano una llama que creyó extinta hace muchos años.

—Solo quiero que se encargue del problema que oculta bajo su uniforme luego de que lo besara.