VIII.

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—Van 2, faltan 98, un paso más cerca de la libertad.

—Acompáñame por favor—dice Andrómeda fiel dama de Amanda—Lo llevaré a un ala especial.

El espartano sigue a la joven sin preguntar más, deja la cabeza que cargaba en las manos de un guardia de la entrada y continua su camino tras la joven, esta lo deja frente a unas suaves cortinas de seda que al traspasarlas se observa un hermoso aposento, lleno de columnas que se alzan gloriosas hasta el cielo pintado, y una piscina susamente grande en medio, vapor sale del agua demostrando lo caliente que está, la iluminación de las velas le da un toque mágico al lugar. El gladiador quita su ropa con tranquilidad, los médicos se encargaron de cerrar la herida hecha en el campo de batalla, aparte de la de su hombro solo posee pequeños cortes en su cuerpo junto con moretones, nada que un baño no pueda curar.

Entra a la gran piscina y al instante en que su cuerpo hace contacto con el agua se relaja, una temperatura perfecta para un cuerpo cansado. Se disfruta del silencio y cierra sus ojos sintiéndose en el paraíso, una imagen se cuela en su mente, una mujer de cortos cabellos, ojos verdes, y labios gruesos, una de esas bellezas exóticas que pocas veces encuentras. Amanda, Amanda Lannis sería la perdición para cualquier hombre, pedí a los demás dioses que Venus no logre alcanzarlo o la haría suya cada noche, sus pensamientos son interrumpidos por unas leves caricias en sus biceps que lo hacen abrir los ojos al instante y tomar la mano ajena.

—Disculpe mi interrupción soldado, solo pensé en que necesitaba un poco de compañía.

Una mujer, alta de cabellos rubios es la dueña de la mano, dándole una sonrisa al hombre comienza a acariciar con su otra mano la piel del espartano.

—Soy Minerva, estoy segura que recordará mi nombre.

—Señorita, no es por ser grosero, pero necesito que se retire.

—No lo creo soldado, pagué bastante por una noche con usted y no me pienso ir sin ella.

—Fuera. Ahora—el hombre separando las palabras y ejerciendo más presión en las muñecas de la joven esta asustada se retira molesta de los aposentos.

El soldado descanda de nuevo su cabeza cerrando sus ojos mientras suspira derrotado, enojado y con determinación sale de allí dirigiéndose hasta los aposentos de la joven Amanda. No le importa tener la parte superior de su pecho desnudo, no le importan la herida de su hombro y no le importa estar empapado, llegue hasta su puerta y en la entrada es visto con duda por Apolo y Aquiles quienes son los encargados de cuidar a esa hora.

—Necesito hablar con la señora, por favor.

Ambos hombres de miran entre si y encogiéndose de hombros dejan al espartano entrar al cuarto de la mujer, todo el alrededor huele a flores, nuevos decorados se observan en el balcón.
La bella joven descansa sobre un sofá al tiempo que lee un libro de mitología, no había notado la presencia del hombre hasta que este la toma por el cuello y dedide estampar su cuerpo contra una columna. Aprieta la mano opuesta en busca de aire haciendo que Chris suelte solo un poco un la presión.

—Pensé que no podrías acabar con mi paciencia Amanda, pero me vendiste como a una mujerzuela.

—Pensé... Pensé que tal vez... Sería un pre-premio para ti-i—habla con dificultad la mujer de pelo corto.

—Pues no lo disfruté nada.

—Voy-y a... Gritar si no. Me-me sueltas, a-ahora.—el hombre suelta un poco más la presión en el cuello de Amanda.

—Ahora por a reclamar mi verdadero premio.

Chris estampa sus labios sobre los de Amanda con una intensidad demoledora que hace a la joven perder el aliendo.

Spartan ||Chris Evans||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora