Chuuya esperaba paciente al lado de la gran puerta del despacho de su jefe.
Hoy le tocaba a él buscar a Dazai y, al igual que el susodicho el día anterior, no conseguía encontrarle. Llegó a la conclusión de que la manera más fácil y rápida de saber donde podría estar sería preguntándole a Mori, si es que no estaba en alguna parte de Yokohama intentando suicidarse.Escuchó como la puerta se abría y alguien se despedía. No le dio tiempo a entrar cuando unas estridentes risas inundaron el pasillo.
-¡Qué te has puesto en la cabeza! -exclamó entre risas.
-¡De que te ríes, imbécil!
-De esa cosa que llevas, ¿es que no deja pasar el sonido o qué?
-Chuuya-kun, -Mori le llamó la atención -¿necesitabas algo?
-Si, Boss, pero ya he encontrado lo que buscaba -refunfuñó mirando a Dazai de reojo.
-¿A mí? -preguntó con un tono inocente -Me halagas, Chuuya.
-No te eches tantas flores, bastardo.
-Si no tenéis nada que decirme os podéis ir ya -pidió con falsa amabilidad. Le daba cierta pena no presenciar la escena, pues en contadas ocasiones era capaz de presenciar en vivo sus peleas y se había convertido en su telenovela favorita, pero en ese momento tenía cosas más importantes que hacer.
-Si, Boss -dijeron Chuuya y Dazai al unísono.
Cerraron la puerta y subieron al ascensor que comunicaba aquella planta con el resto del edificio.
-Bueno, ¿que quieres de mí? -Preguntó Dazai con una curiosidad real.
-Nada -contestó cortante.
-Nada... Vale.
Esa fue la última vez que mantuvieron una "conversación", si a eso se le podía llamar conversación, al menos hasta mucho tiempo después.
La semana se volvió muy ajetreada, hasta el punto de que no coincidieron en ningún lugar, ni siquiera en su habitación. Pero el momento en el que acabó la extraña relación que compartían fue cuando Dazai desapareció. Chuuya entendía que durante esa semana no hubieran tenido contacto, él tampoco había tenido tiempo, pero cuando todo el jaleo que se produjo terminó vio que algo no iba bien.
Esa misma noche se dirigía a una pequeña fiesta organizada por algunos compañeros por el arduo trabajo realizado. Distraído por la duda de si se encontraría allí con Dazai y sus amigos presionó el botón del pequeño mando a distancia de sus llaves para abrir el coche en el que iría. Pero, para desgracia de quien tuviera que recoger después, el vehículo explotó y tiró al suelo a Chuuya con la onda expansiva.
Se sentó y miró atónito la escena frente él: escombros de lo que una vez fue su coche se esparcían por todas partes en el amplio garaje y, aunque todavía se podía reconocer un poco, el fuego se alimentaba en la carrocería de aquello que iba a conducir.Despertó cuando notó un papel que cayó en su cabeza casi como si hubiera sido meticulosamente calculado. Se levantó para coger su sombrero que estaba unos metros detrás de él y lo leyó.
"Para el enanito con sombrero:
Espero que te guste el remodelado que le he hecho a tu coche. Me ha costado mucho así que disfrútalo.
Espero no volver a ver tu cara de babosa.Atte: Dazai
Pd: no te molestes en planear una retorcida venganza contra mí, no te servirá de nada."
Aún tratando de procesar todo lo que acababa de pasar salió de allí y pidió un taxi.
Cuando llegó al lugar vio que se trataba de un bar pareció al que Dazai frecuentaba y reaccionó gritando e insultando al cartel con el nombre del establecimiento asustando a algunos transeúntes.-¿¡Chuuya-san!? -Hirotsu abrió la puerta alarmado -¿Que te pasa? ¿Porqué estás gritando?
-Maldito bastardo... -contestó entre dientes sin siquiera mirarle y entró.
Era un lugar pequeño pero no agobiante debido al ambiente alegre que se había creado. Allí encontró muchas caras conocidas que charlaban y bebían animadamente. No quedándose atrás se sentó en un taburete frente a la barra y pidió el vino más caro que tuvieran.
-¿Qué ha pasado con Dazai-san? -Preguntó Hirotsu sentándose a su lado.
-Me ha reventado el coche y se ha ido -dijo sin expresión.
-Aquí tiene, un petrus del sesenta y nueve -llegó el barman con la botella en la mano y le sirvió una copa.
-Dale otra copa a él, -señaló a Hirotsu -hay que celebrar que ese cabrón se ha ido.
Con la botella ya terminada Chuuya desvariaba medio tumbado en la barra. Se la había bebido prácticamente toda él pero aún seguía con ganas de más.
-Ponme otra de estas -le pidió al barman arrastrando algunas letras.
-Sé que no soy el indicado para dar consejos de este tipo, pero no creo que vayas a encontrar la solución en el fondo de una botella de vino, Chuuya-san. Creo que lo mejor sería hablar con él.
-¿Hablar con él? -Rebuscó en uno de los bolsillos de su pantalón -mira -le entregó la nota que le había dejado Dazai.
-Esto no hace más que empeorar -suspiró Hirotsu -¿y si le llamas?
-¿Para qué? ¿Para que se burle de mi estatura? ¿Para que se burle de mi aspecto, de mi inteligencia? ¿Para decirme que me abandona aun cuando me prometió que nunca lo volvería a hacer? -La furia crecía dentro suyo con cada pregunta que formulaba al igual que el volumen de su voz, y no era para menos, todas aquellas palabras le dolían más que cualquier otra cosa, le dolían porque era Dazai quien las decía, pero sin duda lo que más daño le hacía era esa última pregunta que soltó con el propósito de desahogarse y que solo consiguió hundirle más.
-¿Chuuya? -Escuchó una voz muy conocida y querida aproximarse hacia él, y se dio cuenta de que ahora era el centro de atención -ven conmigo.
Siguió a Kouyou hasta un pequeño parque cercano y se sentó en el mismo banco que ella cuando se lo ofreció. Tomó aire profundamente y lo soltó despacio. El aire fresco de la noche le ayudó a despejarse un poco.
-¿Quieres contarme lo que ha pasado? -preguntó sin una pizca de furia o reproche.
-Dazai es malo -dijo con un tono infantil.
-Haha, -soltó una risita por las inesperadas palabras que en un principio podrían parecer de broma pero que en realidad iban totalmente enserio -lo sé.
Buscando una posición más cómoda, Chuuya se inclinó hasta apoyar su cabeza en el hombro de aquella elegante mujer. Ella aceptó su petición muda de darle consuelo abrazando los hombros contrarios.
-Ane-san -habló de repente.
-Dime.
-No, da igual -terminó la conversación y cerró los ojos quedándose dormido.
Al mismo tiempo pero en otra parte de la ciudad Dazai caminaba tranquilamente a lo que de ahora en adelante sería su hogar con los mismos pensamientos rondándole por la cabeza una y otra vez.
¿De verdad lo iba a hacer? Bueno, tampoco es como si tuviera mucho que perder allí. Ya se había despedido de Chuuya y éste probablemente estaba pensando en como matarle dolorosamente si le volvía a ver, así que no era para tanto. Definitivamente no volvería a la mafia, eso lo tenía claro. No lo haría cuando el mismo Odasaku le había dado la oportunidad de cambiar, no cuando utilizó sus últimas palabras para hacerle mejor persona aun sabiendo que era indigno de ello.
Varios días después se hizo oficial que Dazai se marchó de la mafia. Chuuya sabía que estaba allí, en alguna parte de Yokohama, pero no podía contactar con él. No por que no tuviera los métodos necesarios, sino por algo interior. Su orgullo no le dejaba, no quería romperse delante de él y que le desechara para volver a desaparecer. No quería volver a ser humillado, y menos por alguien como lo era Dazai.
De esta forma volvieron a pasar los años, dejando en ambos algunas heridas cicatrizar y otras abrirse, las cuales dolían más con el paso del tiempo. No se dieron cuenta de ello hasta que cierto albino llegó a sus vidas desencadenando múltiples momentos en los que tuvieron que volver a trabajar juntos.
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El sombrero de Chuuya [Soukoku]
Fanfiction"Su mirada se enfocó por un momento en los productos del escaparate y no en él. Allí, pudo apreciar un sombrero color carbón sin mayor adorno que una simple cinta marrón, pero que le daba un toque elegante".