✵𝓒𝓪𝓹𝓲𝓽𝓾𝓵𝓸 𝓬𝓲𝓷𝓬𝓸 ✵

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-¿Qué hace ahí?

Dazai acababa de llegar del Lupin y se había encontrado a cierto pelirrojo durmiendo en su cama.

Al principio pensó en despertarle gritando o darle una pata y que se cayera al suelo, pero una nueva idea surcó su mente. Fue una idea con una temática que nunca antes había pasado por su cruel y perturbada mente, pero rápidamente la desechó, el nunca se rebajaría a hacerle algo así a Chuuya. No por vergüenza, sino por la posibilidad de que los roles que ya había formado en su cabeza cambiaran. Confiaba plenamente en sus capacidades intelectuales para que aquello no ocurriera, pero sabía perfectamente que en cuanto a físico Chuuya le ganaba por mucho, y eso podría suponer un problema. Estaba claro, no iba ha correr ese riesgo, por lo menos no aún.

Cuando se giró para irse a su cama prestada algo en su conciencia le detuvo, y volvió con el objetivo de juguetear con los rojizos cabellos de Chuuya.

«Hacía mucho que no le acariciaba fuera de alguna misión peligrosa»-se dijo a sí mismo para "justificar" sus actos.

Aprovechando la tranquilidad del momento, Dazai se quedó observándole como solía hacer años atrás al mismo tiempo que le acariciaba y jugueteaba con algún mechón de pelo. Las facciones de Chuuya habían cambiado un poco, pero nada del otro mundo. Aunque, más que cambiar, Dazai diría que se había vuelto más atractivo para él.

No se dio cuenta de que cada vez estaba más cerca del rostro contrario hasta que vio como podía contar cada pestaña suya. Se sorprendió de ello, pero en vez de retroceder, se acercó más.
Sus labios estaban tan cerca que podía sentir los tranquilos suspiros que provenían de los del más bajo. Cansado de esperar a que repentinamente se despertara y le mandara a la otra punta de la habitación de una patada, Dazai unió sus labios en un rápido beso.
Al ver que no se despertó, volvió a repetir la acción una y otra vez, cada vez durante más tiempo.
En uno de esos infantiles besos sintió algo más de presión, lo que le dejó petrificado.

Chuuya acababa de corresponderle.

Salió corriendo de la habitación jurándose a sí mismo que no volvería a bajar la guardia y que ese enano bastardo se las pagaría más tarde por haberle engañado haciéndose el dormido.

Tan metido estaba en sus pensamientos, que al salir de aquel edificio no vio a la joven trabajadora que ponía unos carteles en la fachada de un lujoso hotel, por lo que chocó con ella y ambos cayeron al suelo.

-¡Perdón, no le había visto! -La chica se levantó nerviosa haciendo repetidas reverencias.

-No pasa nada, ha sido mi culpa por no mirar por donde iba -se disculpó con gentileza, esa chica era bastante bella.

-¿Qué ha sido ese golpe? -Un hombre de edad avanzada que vestía un elegante traje negro salió de la puerta que se encontraba delante de ellos.

-No pasa nada jefe, nos hemos chocado pero lo tengo todo controlado -le tranquilizó levantando el pulgar alegremente para tranquilizarle.

-Exacto, ha sido un accidente.

Al ver la imponente aura de Dazai, su apariencia, y su forma de hablar ambas personas pensaron que se debía tratar de alguien importante.

-Déjeme disculparme apropiadamente -soltó apresurado aquel hombre. -Mañana mismo celebramos una fiesta de gala con motivo de la inauguración del hotel, será a las diez de la noche, está totalmente invitado a venir.

-De verdad, no ha sido para tanto, no se moleste.

-Insisto, insisto, está totalmente invitado. Oh, pero debe traer a un acompañante -en el momento en el que terminó de hablar agarró a la chica del brazo y rápidamente entró para no darle tiempo a replicar.

«Supongo que tendré que ir»-suspiró cansado.

Volvió a la mafia, esta vez más tranquilo, pensando en quien podría llevar a aquella fiesta. No podría ser cualquiera, tendría que dar la talla, puesto que se trataba de un hotel muy lujoso e iría en su compañía.

Cuando entró en su habitación, al seguir Chuuya durmiendo en su cama, no tuvo más remedio que intercambiársela.

Por la mañana, se levantó y vio que Chuuya ya no estaba. Curioso por ver su estado después del bochorno que había pasado fue a buscarlo.

Lo encontró en la cocina desayunando. Seguramente no querría ir a la cafetería común por miedo a encontrarse con alguno de sus amigos. Lo saludó con su alegría característica desde la puerta, recibiendo una mirada de indiferencia hacia su persona.

Chuuya tenía cara de pocos amigos, que era completada por las grandes ojeras y el pelo desaliñado que llevaba.

-No seguirás enfadado por lo de ayer, ¿verdad? -Chuuya le seguía mirando, pero no le contestó. -No me quieres responder, ¿eh? Bueno, en ese caso me lo tomaré como un no.

Se fue a acercar un poco más a él, pero en el momento en el que dio un paso, sintió que un aura de puro odio se intensificaba a su alrededor y retrocedió.

-Bien, tengo algo que contarte -intentó llamar un poco su atención, pero este ni sé inmutó. -Como disculpa por mi comportamiento de ayer te llevaré a una fiesta para que te diviertas un poco -al ver que seguía sin hacer efecto decidió revelarle un poco más de información, pero no demasiada para así llamar a su curiosidad. -Es la inauguración de un hotel muy bueno, así que habrá vino del caro. Te esperaré en recepción a las nueve y media.

-Tengo que ir a una misión de mierda por tu culpa, ¿acaso no te acuerdas? -Replicó resignado.

-Oooh, en ese caso te acompañaré para que termines antes.

-Ya me gustaría a mí arrastrarte allí, pero ya tengo a alguien con quien hacer la misión.

Dazai salió corriendo de aquel sitio en cuanto escuchó la última palabra. Se dirigió al despacho de Mori, quien afortunadamente se encontraba allí. Le explicó la situación y, entre risas muy mal disimuladas, Mori le dejó ir con él y le dijo que se encargaría de hablar con la persona que en un primer momento acompañaría a Chuuya.

Volvió corriendo a la cocina pero Chuuya ya no estaba allí.
Estuvo todo el día buscándole, tampoco tenía nada mejor que hacer, pero aún así no logró encontrarlo.
Vio por uno de los grandes ventanales como ya se había hecho de noche. Alarmado, miró la hora en un elegante reloj de pared que había cerca. Eran casi las diez por lo que se puso en marcha hacia la fiesta de inauguración, ya se las ingeniaría para pasar aunque no tuviera pareja. Total, seguramente no le dejarían pasar por llevar a alguien como Chuuya, así que el no haberlo encontrado no era algo tan malo.

-¿¡Cómo que no puedo pasar!?

-Tranquilícese señorita, pero no puede pasar sin un acompañante.

«Bingo»-pensó Dazai.

-¡No es mi problema que no haya podido venir!

En la puerta del hotel un hombre de traje negro y una mujer con un sofisticado traje carmesí que le recordaba demasiado a los que Kouyou solía llevar discutían en la puerta del hotel.

-Entonces problema resuelto -se interpuso en aquella discusión. -Mi acompañante tampoco ha podido venir, así que yo seré el suyo -terminó para besar su mano en una gentil reverencia.

Grande fue su sorpresa cuando, al levantar la vista, vio ni más ni menos que a Chuuya Nakahara.

-Si la señorita acepta supongo que no hay problema -dijo aquel hombre con cierto alivio. Tenía la impresión de que no se iría de allí hasta dejarla pasar, pero no podía hacerlo por motivos que ni él mismo entendía.

-Entremos -dijo Chuuya agarrando a Dazai del brazo y pasando a la fiesta.

El sombrero de Chuuya [Soukoku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora