Eran aproximadamente las 3 de la tarde, un martes. Me encontraba secando y ordenando la loza que recién había ocupado. Desde mi teléfono se escuchaba una melodía acústica que me acompañaba en esa tarde solitaria, tanto para desviarme del embriagador silencio, como para distraerme de mis turbulentos pensamientos. No era fácil. Y la música poco a poco se desvanecía, llegando a convertirse en bajos murmullos hasta perderse en la lejanía. Mis pensamientos se convertían en gritos desesperados y las imágenes en mi cabeza eran más nítidas que la realidad. En algún punto me desconecte de mi cuerpo y divagaba entre escenarios utópicos de una realidad muy parecida a un cuento de hadas, donde mágicamente las circunstancias cambiaban y nadie ya recordaba lo que en realidad había sucedido.
Me detuve luego de sacarme las manos y suspiré. Me apoyé en la mesa a mi espalda y mi cabeza cayó hasta atrás. Ojos cerrados y labios entreabiertos. Estaba agotado del tormento en mi mente. Debía de ocuparme en algo antes que volviera a aquellas fantasías que solo lograban dañarme aún más. Miré a mis pies y el basurero parecía lleno... o no en realidad, pero debía hacer algo. Amarré la bolsa y salí del departamento.
Fuera, un grupo de niños jugaban a la pelota. Reían y conversaban entre ellos. Bajé lento, fijándome en cada detalle a mi alrededor para no tener tiempo de pensar en nada. Al llegar al primer piso mis zapatillas sonaron contra el concreto. Caminé, alejándome de los pequeños, hasta dar la vuelta en la esquina y llegar a la zona de los basureros. Detrás de ellos unos viejos árboles movían sus ramas con la suave brisa y oscurecía el pequeño y abandonado rincón.
No había podido dormir nada la noche anterior, luego de que aquellos tipos se cruzaran mi camino, así que pensaba que la falta de sueño me estaba poniendo paranoico. Al llegar donde me dirigía podía jurar que vi a alguien correr, más bien, escabullirse, entre los blocks M y N. Una figura tan rápida que, me convencí, debía de ser mi imaginación. Pero al dejar la bolsa de basura en su lugar, algo me empujó por la espalda y terminé entre los viejos arboles que me inundaron con su oscuridad; tal cual aquel día en la feria, causándome un horrible deja vu.
No otra vez, por favor no...
No fue un golpe, ni oscuridad lo que me deparó cuando unas manos me voltearon. Si no unos labios nerviosos y ansiosos sobre los míos. Una cabellera revuelta y unos orbes que habían perdido su luz.
—No preguntes nada, por favor —dijo suplicante, cerrando los ojos y apoyando su frente contra la mía.
Lagrimas agolpadas en mis estupefactos ojos y un nudo en mi garganta. Quería decir tanto, pero todo me parecía banal. Quería sentirlo, no añorarlo.
— Te amo —murmuró mi boca. Su agarre se aferró a mi torso y su mano derecha se escabulló hasta encontrar a mi mejilla. Tenía las manos frías y ásperas.
— Lo siento tanto —respondió él y depositó un beso en mi mejilla—. Pero debo irme.
Seguido se separó con pesar. Habían sido pocos segundos, que casi me parecían un sueño. Yo me aferre a su camiseta impidiendo que se marchara, que esa fantasía no se terminara. Al tocar la tela de su ropa reparé en que todo era verdad. Que él estaba allí.
—No es seguro que esté aquí —agregó y empujó de mi hasta que mi espalda chocó contra el edificio.
—¿Por qué? —pregunté un tanto desesperado. Casi como un niño.
Chris no me respondió. Por su puesto no lo haría. Miraba a su alrededor buscando algo o alguien como una presa investigando una salida.
Quizás el que sabía lo de los tipos, quizás no estaba solo, tal vez era yo el que lo había sentenciado, pero no pude guardar silencio.
—Ayer... Me... Me dijeron que te dijera algo...
El rubio se volteó a mirarme. Sus ojos parecían inspeccionarme y me dio miedo. Estiré mi mano hasta tocar la suya y apretarla con fuerza. No me gustaba cuando actuaba así.
—¿Quién?
Fueron sus palabras. Gélidas, así como sus manos. No podía soportar verlo así. Quise besarlo, pero me detuvo. Solo quería una respuesta.
—No sé quiénes eran —dije—. Dijeron que te querían ver/
—A las 2 AM —completó—. Lo sé.
—Chris, pero... —las palabras se trabaron en mi lengua. No había notado que lágrimas traviesas surcaban mis mejillas—. No puede ser cierto. Dijeron que, q-que tú...
Sus manos tiraron de mi cabello hasta que acalló mis palabras con un beso mojado y desordenado. Novato y anhelante. Lenguas buscando un tesoro, combatiendo por quién vencería. Ambas ganando y perdiendo tanto a la vez.
Un beso con sabor amargo. Con sabor a despedida.
¿Cuánto hubiera dado por volver a ese momento y huir de allí?
Todo.
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Hopeless ▶ Woochan (Stray Kids)
FanficWoojin escuchó las sirenas de un carro policial y las luces rojas lo alertaron. Entre las cortinas pudo verlo: Afirmado de la barandilla, cabeza baja, cabello rubio cubriendo sus ojos agotados.., desesperanzado. Sabía que nunca tendría una oportunid...