Día 6. What if...?

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¿Qué pasaría si Chisaki no fuera tan hdp con la pobre Eri? ¿Y si Midoriya fuera parte de los preceptos de la muerte? Descubralo en el siguiente escrito insulso de Lilu Lamb:

Midoriya cargaba a Eri en brazos, mientras esta lo abrazaba por el cuello y apretaba sus piernas alrededor de su cintura, estaba llorando, pues la “sesión” de aquel día para extraer sus células no había sido tan gentil como las anteriores. Chisaki estaba un tanto apresurado, y quería resultados lo más pronto posible a pesar de las constantes apelaciones de Midoriya para hacer que Eri pasara por el menor sufrimiento posible.

Desde siempre, su trabajo había sido ganarse la confianza de Eri, pues al tener tan solo doce años cuando inicio, Chisaki creyó que convivir con una niña de tan solo tres resultaría sencillo. Tenía razón, pues a Midoriya poco le costo encariñarse con Eri y hacer que esta lo buscara, ya que el aprecio que le tenía era sincero y demostrárselo no le costaba trabajo. Aunque al principio ella se negaba a si quiera permitir que la tocase y no sonreía por ningún motivo, ahora dejaba que la abrazaran y sonreía cómo cualquier niña normal.

—Eri, ya no llores más —dice Izuku acariciando su espalda con lentitud—, ¿te parece si vemos un rato la televisión? ¿O prefieres que juguemos un poco con tus nuevos juguetes?

La peliblanca se tarda en contestar, es hasta que deja de sollozar que cok voz entrecortada contesta.

—Me gustaría ir al parque.

—Entonces vayamos allá, Eri chan.

Accede Izuku casi al momento, deteniéndose en el pasillo, Eri entonces se incorpora y mira al chico con sus ojos llorosos. Este le sonríe y limpia sus lágrimas con su mano libre. La niña recarga su frente en la de Izuku y este besa su mejilla, haciendola reír.

Desde la llegada de Midoriya a los preceptos de la muerte Eri era más feliz y cooperativa con su trabajo, pues comprendía su importancia en los planes de Chisaki, quien ahora, después de varios años, comenzaba a ver como un hermano mayor, pues gracias a Midoriya, se había vuelto más comprensivo y cariñoso, demostrándole afecto y pidiéndole disculpas cada vez que la lastimaba.

Eri amaba ver caricaturas en la televisión y jugar a las muñecas, pero más le gustaba ir al parque a columpiarse, subir a la resbaladilla y recientemente, andar en bicicleta. Ya que así podía estar un poco lejos de todo aquello que la abrumaba. Y no era porque le parecieran malas las personas con las que convivía a diario, o por que no le gustara estar en su hogar, simplemente odiaba el ambiente pesado que existía debido a las complicaciones del negocio, lo que hacía que muchos miembros anduvieran de mal humor.

Midoriya llevo a Eri a su habitación para que esta se cambiara. El ambiente afuera era frío, por lo que, a pesar de las quejas de Eri, la obligo a usar manga larga, una bufanda y guantes que la protegerían. Una vez fuera Midoriya tomo la bicicleta y con Eri a su lado, ambos emprendieron camino al parque.

No tardaron en llegar, y Eri no tardo en subir a su bicicleta, comenzando a pedalear, un poco torpe al principio, recobrando el equilibrio rápidamente. Luego de la primera vuelta al parque, Midoriya le pide que no se aleje demasiado y va a tomar asiento a un columpio, mirando a Eri, quien cada vez que pasa frente a él exclama para que la mire y la salude.

Momentos como aquel le recuerdan a su infancia, cuando su mamá era la que miraba y él el que saludaba. Midoriya realmente desearía que estuviera viva.

 Midoriya realmente desearía que estuviera viva

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Nota de la autora. Algo muy corto, pero lindo. O al menos quería que así fuera. ❤ gracias por leer.

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