Capítulo 6

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Después de una tarde de organizar mi ropa en un pequeño armario que se encuentra en la cabaña, me siento lo suficientemente cansada como para intentar dormir, me acuesto en la cama y pasan treinta minutos, en los que me esfuerzo en dormir pero al parecer el jet lag me afectó más de lo que esperaba.

Así que decido vestirme decentemente, mi pijama consiste en una camisa grande y ropa interior, me pongo un vestido que simula ser una bata, unas sandalias, veo mi cámara sobre la mesa de noche y me dispongo a llevarla, estrellas y olas parece ser la imagen perfecta para fotografiar. Al salir de la cabaña la brisa me sacude, ya no es el calor infernal de esta tarde, este es el tipo de viento que te reconforta, que te hace sentir cálido. Sigo el sonido de las olas hasta llegar sentir la arena debajo de mis pies, el cielo ya está oscuro y lleno de estrellas lo que hace el paisaje aún más impresionante, a lo lejos veo una sombra sentada muy cerca del mar, me acerco más y descubro que es un chico.

Casi cinco metros me separan de él, así que no puedo distinguir si tiene los ojos cerrados o abiertos pero la forma en que está sentado, sus piernas cruzadas, me hace pensar que está meditando; no quisiera interrumpirlo pero no puedo dejar de acercarme, la luz de la luna no me deja distinguir mucho de sus facciones, sólo vislumbro su mandíbula cuadrada y su nariz perfilada, definitivamente de día debe ser muy guapo.

Menos de dos metros y quiero seguir acercándome pero tampoco sé que decir "Hola, soy Visil" no parece una gran idea, ahora si distingo que tiene los ojos cerrados, por lo que no me sorprende que no haya notado mi presencia, el sonido de las olas debería haber opacado mis pasos.

—El sonido de la playa es tranquilizante ¿No lo crees? —Dice pero sin mirarme, ni abrir sus ojos, su voz es suave pero varonil.

—Lo es—Digo en voz baja—Pero las estrellas y las olas son lo cautivante—añado con un poco de pena, por primera vez él alza su mirada para verme, en su cara se refleja la sorpresa, como si no fuera a quien esperaba.

Me mira, luego baja su vista hacia mi cámara y me sonríe, es tonto decir que esa sonrisa despertó un sentimiento de nerviosismo en todo mi cuerpo pero así fue.

—Lo entiendes todo a través de los ojos. En cambio, yo debo escuchar para ubicarme, ven, siéntate—Dice eso viéndome, aunque el tono que usa, hace parecer esa frase una reflexión personal. Me siento a su lado un poco temerosa, todas las películas de terror que he visto pasan por mi mente en un momento, en las que acercarse a un extraño nunca acaba bien pero decido ignorar esa parte de mi cerebro y relajarme un poco.

— ¿Te puedo fotografiar? — Pregunto y luego me arrepiento, es de esas ocasiones en las que hablas sin siquiera pensarlo—Si te molesta, no hay problema, digo, lo que realmente quiero capturar es tu sombra en esta playa pero si eres tímido o no te gustan las fotos, está bien—añado apresurándome, hablando rápido y casi tropezándome con mis palabras. Dios, que torpe.

Me mira y para mi sorpresa comienza a reírse, ¿Se está burlando?, ese pensamiento sólo hace que me sonroje más, agradezco que sea de noche para que no pueda notar mis mejillas acaloradas. Me mira dubitativo pero luego asiente encogiéndose de hombros.

Me paro y me alejo medio metro, tomo mi cámara y le apunto, sonrío al ver la foto, el perfil de su cara es hipnotizante, su nariz recta, sus cejas gruesas y esas pestañas tan oscuras y espesas, el cabello negro le cae al lado izquierdo y hace que sienta un impulso de tocarlo, él es de esas personas que merece ser fotografiado mil y un veces.

—¿Puedo verla? —Me pregunta en voz baja, le paso la cámara, me vuelvo a sentar y lo observo esperando su reacción. —Wow—Dice con voz de asombro, sí, yo pensé lo mismo al verla pero evito decir algo— ¿Esto es arte, lo sabes? Siempre he admirado a los artistas, capaces de ver lo que nadie ve, de pequeño quería tener un talento, pintaba, cantaba, dibujaba, a pesar de que era bueno, no era nada digno de enseñar.

Un día másDonde viven las historias. Descúbrelo ahora