2▪︎The Arrival to Earth

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La marea era tranquila ese día, el viento suave de la costa llevaba los veleros al puerto suavemente como si estuviesen en un paseo. Las gaviotas volaban los cielos con agilidad, graznando felices y dando junto con las olas ese característico ruido de fondo que todas las playas tenían.

Decenas de barcos estaban arribados en el muelle, meciéndose con suavidad ante el movimiento de las olas, cada uno más grande que el anterior y más cargado de mercancía, aunque la mayoría eran botes pesqueros, los grandes navíos mercantes que cruzaban el mar durante meses para expandir sus riquezas por todo el mundo destacaban muy notoriamente, pues estos poseían maravillosos diseños intrincados y decoraciones referente a la cultura de la que provenían, además de comerciantes y trabajadores de distintas razas y etnias.

China se encontraba sentado sobre algunas rejillas de madera mientras observaba el paisaje que aquél país le regalaba, su piel amarilla-doraba brillaba con fuerza ante los rayos de luz que golpeaban su rostro cual caricia, sin duda era una vista hermosa a su parecer, podía sentir la brisa fresca del mar salpicandolo; algunos de sus hombres ya habían comenzado a bajar la mercancía que tenían para vender, ya habían contabilizado todo el material así que no se preocupó demasiado por revisar el proceso, sabía que nadie de sus tripulantes tomaría nada, eran buenos hombres, además de que el castigo podía ser severo, pero el sabía que era por un bien mayor.

-Zhìshǎo zhège dìfāng hěn piàoliang(1)..- Murmuró para si mismo antes de ponerse de pie lentamente y bajar de su navío, a pesar de que ya habían comerciando en aquella zona, China desconocía por completo el terreno y la forma de vida de dicho lugar, por lo cual no le fue difícil aceptar la propuesta de España para quedarse en su tierra por un tiempo; pero él no era tonto, sabía que el europeo quería algo de él y aunque fuese incómodo lo mejor sería mantener vigilado al imperio, no sólo para poder entrañar más en sus planes sino que también podría conocer en persona la belleza que todos en el mundo aseguraban que la Nueva España poseía; China no era de los que se dejaban influenciar por rumores, pero cuando medio mundo le mencionaba lo magníficos que eran los hijos del novohispano, debía asegurarse, después de todo, si el río sonaba era porque agua llevaba, así que se dispuso a investigar.

Una vez en tierra una gran diligencia se detuvo frente al asiático, deteniendo su andar; el carruaje era grande y lujoso, adornado con mucha pedrería y colores vibrantes y hermosos, tirado de dos finos caballos y con un pare de conductores, como si se necesitara de dos personas para dirigir un carruaje. China no se movió de su lugar, sabía quién era el dueño de dicho transporte, se podía adivinar fácilmente por las banderas con el símbolo virreinal que adornaban cada esquina de este, pero no quería ser descortés u ofensivo, por lo que esperó hasta que uno de los cocheros bajara de su puesto y abriera la puerta para él antes de entrar y sentarse en uno de los lujosos y cómodos asientos aterciopelados que este poseía.

-Bienvenido a Nueva España querido amigo- La voz suave y calmada de España lo saludó con cortesía una ves que ambos imperios quedaron frente a frente, mirándose sin expresión alguna o siquiera una muestra de felicidad; ellos no eran amigos y ambos lo sabían, solo eran socios que estaban ahí sólo por negocios por lo que las muestras de afecto estaban de más. Pero al parecer al español le gustaba jugar con fuego en cada una de sus palabras, no sólo por su sonrisa retorcida, sino también por la forma en que hablaba con todos como si fuesen amigos íntimos o familiares -Espero que tu viaje haya sido placentero-

-Estuvo bien, gracias- Respondió el de piel amarilla con desinterés, intentando de alguna manera finalizar la conversación; España era astuto y manipulador en todos sus sentidos, China estaba seguro que en cualquier momento podría soltar información de más si no se estaba con cuidado, el hispano ya había conquistado casi todo un continente por si mismo así que era mejor estarse con cuidado frente a él, no quería correr las misma suerte que la de sus colonias.

-Me alegro en verdad, odiaría que algo malo le sucediera a mi nuevo socio...- La forma en la que aquellas palabras salieron de la boca del bicolor fueron inquietantes; parecía más una amenaza más que cualquier otra cosa, o más bien, una sutil advertencia -Ya sabes, el mar es traicionero en esta época del año, y odiaría de sobremanera el perder tan valiosa mercancía-

-Te aseguro que mi galeón puede soportar cualquier tempestad que el mar tenga- Las piernas de China se cruzaron de manera elegante mientras su espalda se acomodaba rectamente a manera de una pose de superioridad; no iba a permitir que cualquier idiota quisiera pasarse de listo con él, nadie era capás de ridiculizar a la dinastía Qing

El silencio se extendió por largos minutos, mientras ambos se miraban con firmeza, siendo solo interrumpido por el golpe de los cascos de los caballos al golpear el camino de tierra y piedras; la tensión era fácilmente palpable en el aire, era obvio que ninguno de los dos quería estar encerrado en aquella diligencia por más de veinte horas, que es lo que duraba el trayecto, pero era la única forma de llegar a la residencia española; China maldecía su suerte, tal vez no había sido buena idea aceptar aquella invitación.

España por su parte no podía estar más divertido, adoraba la sensación de superioridad que el intimidar a otros le daba, claro que China no era un hueso fácil de roer para él pero después se encargaría de doblegarlo, siempre había una forma. Para el español todo era como un juego de ajedrez y, obviamente, él era el rey que movía las piezas, no dejaría un simple peón se metería en su camino de conquista y poder, se lo haría saber a todos... Después de todo, los chinos solo eran esclavos de piel blanca(2), solo servían para verse lindos y servir el té cual perros adiestrados.

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(1) Zhìshǎo zhège dìfāng hěn piàoliang- Al menos el lugar es lindo

(2) Antiguamente se usaban a los chinos como sirvientes, a diferencia de los lujoso, los indígenas o negros a ellos si se les pagaba, pero en menor cantidad, en esa época cualquier persona con dinero podía tener esclavos o servidumbre de raza negra, pero pocos tenían sirvientes blancos, por lo que tener uno es estos otorgaba más estatus.

Tied To You [ChinaMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora