11▪︎Get Down

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-En verdad que os gustan los azotes y latigazos ¿No es así?- Portugal sostuvo entre sus manos aquel viejo pergamino amarillento, leyendo con desinterés las reglas escritas sobre el papel, con una fina caligrafía de tinta negra, opacada y reseca por todos los años que está tenía de haberse escrito.

España ni siquiera se inmutó ante el comentario, centrando toda su atención sobre las miles de cartas que se mostraban sobre su escritorio, algunas ni siquiera se habían leído, por lo que su sello estaba completamente intacto. Tanto exceso de trabajo lo ponía de muy mal humor.

-Ese no es vuestro maldito asunto- El sol de la tarde se colaba por las pequeñas ventanas de aquella oficina, calentando con fervor todo a su paso; desde el cuero que formaba los miles de libros sobre las viejas estantería, hasta el perchero de metal que sostenía las finas capas de tercioelo, pertenecientes a ambos imperios.

-Creo que sois muy duro con ellos, son solo colonias, ya sabes lo frágiles que algunas pueden llegar a ser- Portugal miró a su hermano escribir, sin siquiera resignarse a levantar la mirada para verlo; pero conocía muy bien a su familia, España no era nada idiota, sabía que había escuchado cada palabra que le dedicaba.

Portugal nunca había sido fan de los barbaicos castigos que algunos imperios usaban para someter a sus colonias, aunque claro que él mismo había aplicado algunos sobre sus hijos pero no iban más allá de algunos bofetones o castigos simples; totalmente diferentes a las crueles torturas de los demás; a su punto de vista, esa no era la forma de ganarse la lealtad de alguien.

El ejemplo muy claro de eso era Inglaterra; presionó tanto a sus hijos que la mayoría terminó separándose de él de manera violenta e iracunda.

Esa no era la forma en la que se debía de educar a seres tan frágiles y sensibles como lo eran las colonias; estaba tan orgulloso de que su hermoso hijo hubiese tomado el buen camino al igual que él.

-¿Habéis venido solo para cuestionar como educo a mis hijos?- La pluma de España se presiono con fuerza contra el papel, dejando una enorme, pegajosa y húmeda mancha de tinta en el lugar, arruinando todo el escrito en el que había estado trabajando a lo largo de la semana. No le gustaba cuando lo cuestionaban, mucho menos sus propios hermanos.

-Algun día terminarás matando a uno de ellos- Portugal torció su boca con desagrado cuando la mancha de tinta comenzó a crecen lo suficiente para que el líquido obscuro desbordara por el escritorio de madera, goteando hasta llegar al suelo, dejando pequeños puntos negros sobre la loza de piedra pulida.

-Entonces saldrá otro; si tengo suerte será uno más obediente- Con un suspiro cansado, el español se levantó de su lugar, alejándose del tremendo desastre que él mismo había ocasionado, evitando que cualquier rastro de tinta cayera sobre su fino ropaje.

-Creeme que no quieres eso, nunca será lo mismo para ninguno- No era extraño para nadie el asesinato de nativos; Inglaterra lo había hecho bastante popular desde que comenzó a hacer crecer su imperio de manera alarmante y exponencial; deshaciéndose de todo rastro de cultura y genes nativos de cualquiera que se encontrara en la tierra en donde sus reyes pusieran el ojo; pocos de sus hijos mantenían vivas las viejas costumbres de aquellos que habitaron su tierra antes que ellos.

-Ninguno se mis hijos se convertirá en ese fallido intento de inglés americano- España se cruzó de brazos, los recuerdos del malcriado hijo de Inglaterra, ese mocoso solo lo había orillado a herir a su bello Nueva España en lo más hermoso que poseía. Pero era lo que se merecía al intentar escapar de su dueño. El mismo Estados Unidos portaba en su rostro el recuerdo y castigo de su rebeldía.

-Nunca digas nunca, viejo amigo- La codicia siempre era un arma de doble filo; aún más para imperios tan grandes como lo eran el español o el inglés. Mientras más poder tuviesen, más personas querrán arrebatarlo de sus manos; ya sea con avaricia, envidia o simplemente un deseo de libertad reprimido que no pudieron mantener aún más dentro de sus corazones esclavizados.

-Solo no os metáis en mis asuntos, aún puedo cancelar el compromiso de nuestros hijos- España siempre se había considerado a sí mismo como un padre y un amo benevolente; llenando a sus preciosos tesoros con tantas joyas y ropas finas pudiesen manejar, dejando los mantener las pocas costumbres no salvajes que sus primitivos pueblos poseían antes de su llegada, permitiendo que su pueblo se mezclase con aquellas fascinantes pero indomitas criaturas; lo único que pedía cambio era la completa devoción de aquellos que había tomado bajo su manto, y por su puesto, respeto infinito hacia su persona; no era demasiado ante sus ojos.

En todas las culturas y regiones se castigaba a aquellos que no acababan las conductas establecidas por la sociedad; ahora sus hijos eran de su sociedad, no más una propia, y debían actuar como tales, ninguno de ellos recibía un castigo que no de merecía, y se encargaba de hacer celos saber; incluso les había dado un reglamento escrito a cada uno, reglamento que todos firmaron sin chistar.

Si sabiendo leer su idioma al momento de hacerlo no era de ninguna manera asunto suyo.

-No lo harás, tu alianza conmigo es lo único que impide que Francia te ataque hermano- Portugal se cruzó de brazos, sonriendo con superioridad y diversión ante la molesta mueca del español, nadie en su sano juicio se atrevería a pelear solo contra esa loca y sanguinaria mujer -Sabes lo que dijo Italia, si sospecha que su preciado bebé podría sufrir una guerra, ella misma se lo llevaría-

-¡Eso nunca pasará!- La voz de España se alzó con furia, resonando por la habitación y parte del largo pasillo que daba de su oficina hasta la sala principal -No dejaré que mi hijo sea manipulado por ese reino de un año(¹)-

-Entonces cuida tus palabras hermano, estáis demasiado cómodo sobre tus laureles, no sabes cuándo alguien os podría apuñalar por la espalda- La sonrisa les portugues no mostraba más que satisfacción, no había mayor alegría en ese mundo que bajar a un imperio de su esponjosa nube, mucho más si se trataba de su hermano.

A España le costaba comprender que el mundo no giraba al rededor se su pomposa existencia.

~•~•~•~
(¹): El reino de Italia se creó en 1806, después de varias disputas entre Europeos por el territorio, siendo después expulsados por Napoleon Bonaparte quien creó la República Romana que después de convertiría en Italia.

Tied To You [ChinaMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora