14▪︎Satisfied

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Las copas se alzaron con alegría, casi derramando el líquido carmesí que había en ellas; las risas y los victorias resonaron junto con algunos aplausos animados.

La pista se vació en cuestión de segundos, los aristócratas y nobles se acomodaron tranquilamente a los costados de la pista de baile, expectantes y ansiosos por conocer a la nueva pareja que uniría dos grandes imperios como uno solo.

La pareja para la que está fiesta fue organizada. Los que uniría de nuevo a los dos hermanos.

Ambos pueblos estaban absolutamente extasiados.

Río de la Plata regresó a su lugar en la fila junto a sus hermanos, soltando un profundo suspiro enamorado mientras miraba como aquel extraño y apuesto desconocido se perdía entre la multitud después de unos cuantos segundos; sus manos aún estaban tibias debido al contacto y su corazón latía con fuerza, golpeando contra su pecho una y otra vez, como si quisiera salir disparado en cualquier momento.

Era la sensación más hermosa que alguna vez había sentido, no sabía siquiera lo que significaba, pero era asombrosa, se sentía ligero, lleno de esperanza, como si ningún problema pudiese derrumbarlo en ese momento.

Ni siquiera las voces de sus hermanos que resonaban de fondo en sus oídos, ligeramente opacado por las trompetas cuando la familiar figura de su hermano mayor se presentó en medio de la pista de baile, usando el traje más lujoso y formal que tenía en su armario, haciendo resaltar su pequeña cintura y lo rosado de sus mejillas.

El hijo de puta se veía hermoso.

Pero estaba demasiado feliz como para poner su natural expresión asqueada y apática, así que simplemente se quedó ahí, mirando como su hermano caminaba hasta la mitad de la pista, seguido de los ojos expectantes de todos los invitados y los de su padre.

El lugar se quedó en silencio durante algunos eternos segundos, la pista de baile estaba sola a excepción de Nueva España; no había ningún rastro del futuro novio de la Colonia y todos comenzaban a lucir nerviosos.

La tensión creció poco a poco, algunos murmullos llenaron el lugar y las cabezas de los invitados comenzaron a mirarse entre sí, y España noo se veía para nada contento.

-¿Qué está pasando?...-

Susurró uno de sus hermanos, ni siquiera se molestó en reconocer cuál de ellos era el que había hablado antes de que algunos fuertes pasos resonaban en la habitación, callando a todos al momento.

La tensión se cortó cuando una enorme sombra se posó sobre el pequeño cuerpo de la Colonia hispana parada en el medio del lugar.

Ambos prometidos se miraron con una sonrisa resignada, aguantando un suspiro antes de tomarse de las manos y comenzar a bailar suavemente al compás de la música.

El corazón de Río de la Plata se estrujó con la misma fuerza con la que había estado latiendo hacia tan solo unos minutos atrás; causando que su respiración se cortara abruptamente, dejándolo sin aire; sus ojos picaron, indicando que en cualquier momento comenzaría a llorar a mares.

Debió haberlo sabido; las colonias no estaban destinadas a ser felices, su único propósito era y sería servir a su dueño en todo lo que quisiera; pero por una vez, por un momento había bajado la guardia, ze había dejado guiar por sus emociones y anhelos.

Y ahora estaba pagando el precio por eso, y la culpa no era de nadie más que suya.

-Oye Plata ¿ese no es el tipo con el que habías estado bailando hace rato?-

La voz de su hermano menor sonó divertida, ahogando una risa antes de voltear a verlo y cambiar su expresión por completo.

-¿Plata? ¿Estás bien?...-

Pudo sentir como lo tomaban del hombro, meciendo lo ligeramente para llamar su atención, pero él sólo podía ver la pista de baile; observar como Nueva España y la persona que le había robado el corazón en tan solo un par de minutos bailaban y conversaban alegremente como el par de enamorados que seguramente eran.

¿Como no serlo? Estaban comprometidos después de todo, estaban obligados a ser felices el uno con el otro sin importar sus propias opiniones o deseos.

Siempre había sido así para ellos, para eso eran, para eso fueron creados despues de todo.

No estaban destinados a estar satisfechos con sus miserables vidas.

Al menos podría seguirlo viendo; al menosnpodria mantener esos hermosos ojos verdes en su vida, aunque sea para apreciar su belleza desde lejos.

No siquiera pudo reaccionar cuando el baile terminó y todos los invitados soltaron alegres comentarios y aplausos, festejando a la nueva pareja.

Todos se veían tan felices. Incluso las demás colonias hispanas tuvieron que cortar sus preocupaciones para aplaudir y fingir que estaban felices por el compromiso arreglado de su hermano, y que no habían notado cómo repentinamente el alma de Río de La Plata se aplastó.

Así que simplemente se quedó ahí, mirandolos, la nueva pareja.

Los novios perfectos.

Ni siquiera la pequeña expresión culpable y triste que Brasil le dedicó cuando sus miradas se juntaron evitó que sus mejillas se mojaron con sus lágrimas de resignación y tristeza.

Ni siquiera los abrazos y palabras de aliento provenientes de sus hermanos lo detuvieron de salir corriendo en cuando tuvo la oportunidad.

No le importó la mirada de desaprobación que le dio su padre, ni tampoco los posibles azotes y palabras de odio con las que lo castigaran por salir de esa forma de la más importante fiesta en la vida de su hermano, frente a decenas de personas importantes de todas partes del mundo.

Lo único que quería era salir de ese infierno, destrozar toda esa maldita prisión que se hacía llamar su casa y escapar; ser libre, tomar sus propias decisiones, liderar a su pueblo y darles una vida prospera después de tantos años de subyugarse bajo el látigo de aquel maldito imperio que tenía por padre.

Pero solo eran sueños.

Sueños sin sentido creados por su tonta imaginación que solo lo hacían hundirse más y más en la desesperación hasta asfixiarlo, pero sin siquiera hacerle llegar a rozar el filo la muerte.

Cualquiera que estuviese satisfecho con una vida como esa no era más que escoria que no merecía siquiera vivir.

Tied To You [ChinaMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora