10▪︎Princesses don't cry

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Nueva España se dejó caer sobre su cama con pesadez; un suspiro cansado escapó de sus pulmones en un vano intento de calmar el rápido palpitar de su corazón acelerado; su rostro ardía en vergüenza de solo recordar aquel paseo matutino junto al asiático.

Había pasado toda la mañana junto al extranjero, enseñándole los jardines del lugar, mostrándole la enorme cantidad de flora y fauna que su tierra poseía y respondiendo a cada una de sus preguntas con una sonrisa.

Igual de rutinario como con todos los visitantes que llegaban a su hogar. Pero a la vez tan diferente.

Los países siempre habían sido iguales ante sus ojos, siempre tan guapos, fuertes, elegantes y pretenciosos; los odiaba. Incluso a quien en algún momento llegó a considerar su mejor amigo y confidente, la persona por la que había dado todo, ahora lo miraba hacia abajo con desprecio.

Pero eso estaba bien para Nueva España, él era una colonia; las colonias nunca se quejaban ni lloraban, mucho menos se enfrentan a alguien; de ninguna manera, no, nada de eso, las colonias son lindas, amables, hermosas y perfectas. Nueva España lo había aprendido por las malas.

Pero China había sido amable con él durante toda la mañana.

Aquél extraño lo había mirado a los ojos, le había sonreído, lo había tratado como a un igual y le había hablado como tal; lo había hecho sentirse como una persona nuevamente, como cuando era un niño y podía convivir con su pueblo, como antes de que fuese solo una sombra imperfecta y rota que solo intentaba complacer a aquel que lo había puesto en ese agujero sin fondo, en el que solo podía llegar más y más profundo sin esperanzas de salir o escapar. No había sentido nada de eso con él, y era extraño.

-¿Nueva España?...- La puerta de la habitación se abrió lentamente; la obscuridad del lugar se cortó cuando un fino rayo de luz entró por el umbral, seguido del rostro apenado y maltratado del menor de los hermanos.

Nueva España levantó la mirada con desinterés, observando a Venezuela entrar en su habitación de la manera más tímida que pudo. El menor se encontraba cubierto de moretones, de pies a cabeza; su labio estaba partido con algunos restos de sangre seca que seguramente llevaban ahí desde la noche anterior; su brazo estaba cubierto por algunas telas de manta manchadas de un tono rojo carmesí en las zonas en las que aún no se cerraban sus heridas causadas por los latigazos, que perforan la piel con la misma eficacia que la de un cuchillo de cocina.

El estómago de Nueva España se removió con asco y remordimiento al recordar el punzante dolor que causaban los latigazos sobre su espalda; le dolía ver a su hermano menor de esa manera, aún así su semblante serio no decayó, lo amaba mucho, pero debía aceptar el castigo que se les aplicaba cada vez que rompían una regla. Y Venezuela había roto muchas de ellas en solo unos pocos segundos.

A ojos del mayor, Venezuela se merecía lo que le ocurrió.

-¿Qué queréis?- Venezuela ingresó en la habitación temeroso, cerrado la puerta detrás de él y cortando el pequeño hilo y único de iluminación que había en el lugar. Apretó sus manos con fuerza sobre las telas limpias que sostenía; le veronzaba plantarse ante el mayor después de la enorme vergüenza que seguramente le habían hecho pasar al abandonarlo de esa manera.

-¿Podéis ayudarme con mis heridas?... Por favor- Nueva España levantó una ceja incrédulo, cruzándose de brazos mientras se sentaba para encarar a su hermano con la mirada más seria que pudo, cual padre que regaña a su hijo después de una travesura y le enseña cual era su lugar. Él seguía siendo el mayor después de todo.

-¿Por qué no se lo pides a los demás? Estoy seguro de que Río de Plata puede hacerlo- Venezuela mantuvo su cabeza gacha, sintiendo de nuevo la culpa florecer desde la base del estómago hasta su garganta, dejando un amargo sabor en su lengua que sabía que no se iría durante mucho tiempo. Estaba más que consiente de sus actos; él había roto las reglas, el había abandonado a su hermano, y aún así tenía el descaro de plantarse frente a él y pedirle un favor que no le correspondía de ninguna manera.

Tied To You [ChinaMex]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora