dieciocho

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Asi que el jueves estoy sentado en la mesa del café que me dictó Homer. Veía el clima lluvioso desde la ventana y me preguntaba qué le diría a Jean cuando me vea sentado acá.

— Buenos días— escucho su voz y elevo mi vista. Al verme su expresión cambió por completo a una con el ceño fruncido — ¿Qué haces acá?

— Vengo a tomar un expreso antes de ir a mi estudio, ¿cual es el problema?

— Que tu departamento y tu estudio quedan a veinte cuadras, no es casualidad — se cruza de brazos con la pequeña libreta entre sus dedos — Ya me rechazaste, podrías dejar de aparecer hasta en la sopa

— No me entendiste, me quedaron cosas por decir — rueda los ojos aburrida — ¿A qué hora salís?

— No te interesa

— Jean, dale — insisto — Si querés quedarte con las tres palabras que te dije, está bien — bufa inflando sus cachetitos

— Salgo a las doce y cuarto — confiesa — Pero por favor, no me lleves a un lugar privado. Una plaza o algo así— sonrío entendiendo el porqué— No hagas así

—¿Cómo?

— Sonreír con la boquita cerrada queriendo parecer, no sé, interesante — dice con un berrinche en sus palabras —¿Qué mierda vas a querer? — pone su uña sobre el menú indicando que debía elegir algo

— Nada, ya lo conseguí— me levanto apurado, dejo un beso en su mejilla y salgo del local casi vacío. Le guiño un ojo pasando por la ventana y parece sonrojarse, pero no lo noto muy bien

Paso la mañana grabando con una sonrisa que sorprende a todos mis colegas. A las doce y diez salgo rumbo al café en mi auto, consigo estacionamiento y veo como habla con un hombre canoso y bastante flaco, el hombre tenía sonrisas plasmadas en su rostro pero no pude ver el de Jeana porque estaba de espalda. Supuse que era su jefe

Por último se saca el delantal gris con el nombre del local en rosado pastel y se detiene a visualizar mi auto. Me sacude la mano desde el interior, le dice algo más al jefe y viene en dirección al auto. Se sienta y deja un beso en mi cachete

— Es mi patrón — señala al hombre — Dice que las ventas aumentaron desde que estoy trabajando con él y me va a aumentar el sueldo — la veo contentísima y entiendo esa alegría de que te aumenten aunque sean dos pesos miserables por hora —¿Te gustan los cupcakes? Hay una feria en la plazoleta a tres cuadras, son riquísimos

termina de indicarme dónde es y nos bajamos en lo que describió. Era un lugar con un aroma dulce en el ambiente, era el dulzor que emanaban los cupcakes en los hornos.

Toma mi mano y me guía casi corriendo hasta uno de los puestos — Son de calabaza — señala un estante con una tapa de vidrio — Dos, por favor — pone un billete de cincuenta y paga cuarenta. Me da el cupcake que era anaranjado y tenía grageas encima. No me deja decir que gracias que se adelanta— Probabalo

Sonrío al ver que parecía una nena chiquita, entusiasmada por cosas tan simples como un cupcake

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dou moment

cap berga x20

lesbian | cro [COMPLETA☑️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora