nueve

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Podría jurar que no me esperaba ni una llamada de Jeana después de todo, ni siquiera podía ver iniciativa en ella. No quería ir sólo a perder, por eso no me acerqué ni la busqué en lo que resta de la semana y parte de la otra; quise olvidarme de esos dos días llevándome bien con ella, quise olvidarme de su confusión

Pero un día, de noche, apareció en mi casa. Se notaba a leguas su desesperación, sus ojos rojos indicando que estaba llorando pero el viento seco de invierno deshizo esas lágrimas. Nunca vi a Jeana de ese modo, era, otra vez, una persona distinta; débil, con un corazón roto

La dejé entrar pero, en cambio, se abalanzó sobre mí colgándose de mi cuello. Me estaba abrazando, su pecho golpeaba el mío por su respiración fuera de sí. Su aliento cálido pegaba en mi cuello, su lloriqueo me descolocaba

Reaccioné a envolver su torso con mis brazos un poco tarde. No entendía, Jeana no parecía ser ella. — Perdón por venir tan tarde — tartamudea dejando exhibida su agustia

— No pasa nada, Jean — murmuro con calma, intentando transmitirle mi sentimiento —¿Qué te pasó?— sale un sollozo de ella, se separa y me mira. Sus ojos de cerca eran el triple de lindos, de cerca era el triple de linda

— No me acordaba que dejarme sola con mis pensamientos era tan malo. — se seca las lágrimas que acaban de salir — No sabía a quien ir, vos no más sabes lo que te dije, y no tengo ganas de explicarlo de cero a alguien — cierra la puerta de mi casa y se mete en el living. La veo sentarse en el sillón de un cuerpo

Me muevo a la cocina mientras escucho sus sollozos. Tomo dos tazas y sirvo el café que acabo de hacer, tomo un paquete de oreos, que recordaba sin grasa bovina; le doy el café y el paquete, al ver ambas cosas se le iluminan más los ojos — Gracias

— De nada

— Por esto y por dejarme entrar — confiesa mirando su taza y jugueteando con el agarre de esta

—¿Como no te voy a dejar entrar, Jeana?— digo divertido — Sabía que me dicen que soy forro, pero no creo que tanto

— No sos forro, solamente estás con cara de culo las veintitrés de las veinticuatro horas y parece que odias a todos. Pero no. Te ven con tus amigos y estoy segura de que se les borraría la idea — propone y siento mi estómago arder bajo su presencia, su mirada, su voz. Mi corazón latía con fuerza, pero era raro sentirme en calma

No le dije nada, solamente le di un sorbo al café. Ella se sienta a mi lado, toma mi brazo y lo pasa por detrás de sus hombros, quedando así acostada en mi hombro. Continúo sintiendo una paz extraña, teniendo tanto contacto físico con ella me esperaba morir de nervios

Pero entonces sus ojos me miran hipnotizándome al segundo, estaban rojos e iluminados por las lágrimas de antes. Me pierdo en sus pupilas que se agrandaron ante la poca luz de mi casa, pienso en que son lo más lindo del mundo; ella y sus ojos.

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Ahí va otro porq el anterior fue una CHOTA

lesbian | cro [COMPLETA☑️]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora