Jimin, Seokjin y Jungkook eran amigos.
Bueno, no sólo amigos, eran como... almas gemelas no-románticas (¿o algo así?) porque estaban seguros de que su amistad era una de las cosas más poderosas sobre la faz de la tierra y que nada nunca podría separarlos.
Hermanos de otra madre, compañeros infinitos, destinados del universo y un montón de otros apodos raros que a un grupo de adolescentes pudieran pensar.
Si Jimin tenía alguna presentación de baile con su club, Seokjin y Jungkook estaban siempre en primera fila, listos para animarlo, puesto a que sabían todo el esfuerzo que había puesto en ello, luego de haber pasado horas en la sala de prácticas haciéndole compañía, asegurándose de que no se excediera demasiado, porque era un chico exigente.
Cuando Seokjin obtuvo el papel principal en la obra del club de teatro, Jungkook y Jimin grabaron con cuatro cámaras diferentes y luego editaron el video en la computadora del menor, para hacer un montaje que regalarle en su cumpleaños, y sin dejar de halagarlo, cosa que hizo que el mayor se sintiera muy seguro y orgulloso de si mismo, como siempre debería ser.
Si Jungkook estaba preocupado porque su timidez le impedía exponer debidamente sus trabajos de la escuela frente a todos, Jimin y Seokjin lo hacían practicar en la sala de su casa: Lo paraban frente al sofá, con sus notas en mano, y ambos se sentaban allí con varios peluches alrededor para simular los alumnos alrededor, mientras que el señor Jeon los vigilaba, simulando ser el maestro.
— Su presentación estuvo excelente, tiene un diez. — lo felicitaba su padre estrechando su mano con firmeza, aun en su papel de educador.
— Y traje frituras para celebrar. — anunciaba Seokjin sacando el paquete de su mochila.
— El profesor no le daría frituras, — mencionó Jimin, mientras los otros tres ya estaban con las manos en la comida. — ¡pero no coman todo sin mí!
Cuando la madre de Seokjin falleció, Jimin y Jungkook se quedaron en su casa por días, turnándose para abrazarlo cuando lloraba, prepararle el desayuno, almuerzo y cena pese a que no estuviera con muchos ánimos de comer (sorpresa, lo hacían comer de todos modos) y también para escucharlo en todo momento, siempre que necesitara algo. Fue un proceso complejo, pero con los días y el apoyo de sus amigos, Seokjin fue a dejar flores a la tumba de su madre el día de su cumpleaños, dos semanas después de su fallecimiento, y repetían la tarea cada año sin falta desde entonces.
Cuando la madre de Jimin tuvo su primer viaje en el extranjero (con una película estadounidense que catapultaría su carrera) el menor aseguraba estar bien pese a todos los mensajes de sus amigos, preocupados por él quedándose solo esa primera noche. Cuando se desató una tormenta a eso de las siete, el señor Jeon tomó su auto y, luego de ir por Seokjin, encontraron a Jimin en la sala, con todas las luces de la casa encendida y cubierto hasta la cabeza con mantas.
— Jungkook estuvo todo el camino diciéndole a su papá que acelerara. — mencionó el mayor con una risa, mientras el mencionado se encogía de hombros.
Tenían que llegar rápido, ¿o no? Ambos sabían cuánto odiaba estar solo.
— ¿Van a quedarse? — preguntó bajo Jimin, mirando a ambos.
— Claro, no vinimos solo a saludarte. — respondió Seokjin, mientras Jungkook se apresuraba a conectar la consola. — ¡Videojuegos hasta tarde!
—Mañana tienen escuela. — les recordó el padre de Jungkook, quitándose su abrigo, puesto a que también se quedaría para cuidarlos.
— ¿Videojuegos hasta la diez? — preguntó Jimin, mirándolo con ojos de cachorro.
El señor suspiró.
ESTÁS LEYENDO
𝙏𝘩𝘦 𝘵𝘩𝘪𝘯𝘨𝘴 𝘵𝘩𝘢𝘵 𝘐 𝘭𝘰𝘷𝘦 «ᴛᴀᴇᴋᴏᴏᴋ» • 𝐂𝐎𝐑𝐑𝐈𝐆𝐈𝐄𝐍𝐃𝐎 •
Fanfiction[Ganadora de los Taekook Awards 2021 en la categoría "Historias que todos deberían leer"] Taehyung veía a frecuentemente ese chico del año inferior. No sólo porque fuera atractivo o un estudiante nuevo trasferido hacia pocas semanas de Busan, sino p...