2. Vuelve conmigo

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"Seis meses después"

-¡Buenos días, princesita!

No he terminado de bajar las escaleras cuando la oigo saludarme desde la cocina.

-Mamá, te quiero, de verdad que sí, pero tengo diecisiete años. ¿De verdad hace falta que me llames así?

Por mucho que me queje no lo cambiaría por nada. Y sé que ella tampoco. Es cierto que resulta un poco vergonzoso cuando lo hace delante de mis amigos, pero en el fondo me gusta. Más que por mí, por ella. Ver su cara de ilusión cada mañana consigue que incluso los lunes empiece el día de buen humor.

-¡Eres una quejica! Además, por mucho que crezcas, siempre serás mi niñita bonita y preciosa.-sería más divertido si eso no lo dijera también delante de mis amigos- Oye, deja de reírte que lo digo muy enserio. Y sé que en el fondo te gusta. Vamos, admite que te gusta...- dice apuntándome con una cuchara.

-¡Nunca!- no puedo dejar de reírme. A veces me planteo seriamente quién es la más madura de las dos. Mi hermana ni siquiera entra en el concurso.

-¡Pero quién te crees, jovencita! A mi no me lleves la contraria.-Resulta bastante divertido el intento de mi madre por decir eso seriamente.

-Yo que tú tendría cuidado. La última vez que discutió conmigo dejó que Erika cocinara durante una semana entera. Y todos sabemos como cocina tu hermana. Ahí recordé por qué nunca discuto con ella, puede ser muy cruel.- Dice mi padre entrando a la cocina.-Por cierto, cariño ¿necesitas ayuda con algo?

Le da un beso en la mejilla y después se acerca a mí.

-Buenos días, princesita.- tiene una sonrisa burlona en la cara. Sabe perfectamente lo del fastidioso apodo.

-Buenos días.-le sonrío.

-¿Puedes ir cortando esto?

-Claro.

Espero que sea mamá la que haga la comida. Mi padre es pésimo cocinando, casi tanto como Erika.

Me quedo mirándolos un rato y, mientras lo hago, no puedo dejar de sonreír. Se complementan perfectamente. Mi madre es un torbellino y mi padre la calma que necesita muchas veces. Ella es fuego y él agua. No se trata de apagarla ni de cambiarla, pero mi madre necesita a alguien que la acompañe en todas sus locuras y a la vez consiga frenarla un poco cuando es demasiado intensa. Y él la necesita a ella. Necesita esa chispa de diversión y vida que ella consigue transmitir a cualquiera que esté cerca.

-¿Qué pasa?- pregunta mi madre mirándome.

-Nada- sonrío- Por cierto ¿Ya se ha despertado Erika? Le iba a pedir que me llevara al hospital.

-Que va, ya sabes como es tu hermana, siempre tarde.

-Gracias, mamá, yo también te quiero.-dice Erika entrando a la cocina.

-Ni que fuese mentira.- le digo sonriéndole.

Pone los ojos en blanco y me ignora.

Después de darnos los buenos días, coge las llaves y abre la puerta para salir.

-¿Te vas a ir sin desayunar?- le pregunta mi madre.

No (me) olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora