-¡Vamos, despiértate! Venga dormilona.-me despierto con la molesta voz de mi mejor amiga.-Por favor...
-¡Déjame en paz, Sandra! Quiero dormir.-le digo.
-¡Dormir las narices! Vamos, muévete o tendré que moverte yo.
La ignoro y me doy la vuelta, poniendo la almohada encima de mi cabeza para no tener que oírla.
-Con que esas tenemos....-amenaza.- Tú lo has querido.
De repente, siento como todo su peso cae sobre mí. Se lanza encima mío y me aplasta.
-¡Quítate de encima! Pesas mucho, joder...-Intento escapar pero no lo consigo, estoy atrapada-No puedo respirar...
-Pero mira que eres exagerada.-me dice riendo.-Yo también me alegro de verte eh...
-Te quiero, Sandra. Y lo sabes. Pero como no te quites de encima te mataré.
-¿Estás segura?¿Y quién va a aguantarte si no estoy yo?-pregunta fingiendo estar ofendida- ¿Quién vendrá a darte los buenos días como yo?¿Quién te llevará de fiesta? ¿Quién te hará cosquillas?
Antes de que me dé cuenta ya está haciéndome cosquillas en la tripa. Sabe perfectamente que no puedo soportarlas, que tengo muchísimas.
-¡Sandra, para!- no puedo dejar de reírme- Por...por favor... ¡Para! Haré lo...-ni siquiera puedo terminar una frase entera sin reírme- Lo que quieras...Haré lo que quieras, lo prometo.
-¿Lo prometes?
-Lo prometo.- no puedo más. Las cosquillas son mi peor tortura.
-Está bien.-se ríe- Buenos días, Didi.
Me da un beso en la mejilla y se aparta. Se tumba a mi lado, ocupando la mitad de mi cama.
Solo ella y mi hermana me llaman así. No permito que nadie más lo haga, es algo nuestro.
-¿Y bien?-pregunto.
-¿Y bien qué?- no me lo puedo creer.
-Que a qué has venido.
-A verte.- me dedica una sonrisa seductora, de esas que solo utiliza cuando está ligando con algún chico.
-Eres idiota.-me río.
-Estaba preocupada.-se pone seria de repente.
No quiero tener esta conversación, pero sé que es inevitable.
Me giro para acabar mirando hacia el techo. Ella hace lo mismo.
-Diana, eres mi mejor amiga desde que íbamos con pañales, a mí no puedes engañarme.¿Qué te pasa?
-¿Que mi novio esté en coma desde hace más de ocho meses no es suficiente?-me sale más seco de lo que esperaba.
Hace una semana de mi conversación con la doctora Martínez. No he hablado con nadie de eso, y ni siquiera sé por qué.
-Exactamente por eso. Hace más de ocho meses. Y está bien, es normal que estés así, lo entiendo. Pero sé que ha pasado algo que te tiene preocupada. Te conozco, Diana. Y quiero que sepas que puedes contar conmigo, siempre. ¿Lo sabes, verdad?
-Claro que lo sé, Sandra.-sonrío aún mirando al techo- Pero es que...no sé...Me da miedo que no se despierte nunca.
-Eso no va a pasar.- me dice.
-No puedes saberlo.
-Pues lo sé.
-¿Cómo?- pregunto.
-Porque te quiere demasiado como para abandonarte.
Una sola lágrima se me escapa y cae. Sé que Sandra se ha dado cuenta, pero no dice nada. Sabe que no me gusta que me vean llorar, y por eso, si alguna vez me ve haciéndolo, solo me abraza en silencio, sin necesidad de decir nada.
No sé cuánto tiempo nos quedamos así, quietas, mirando al techo sin decir ni una sola palabra.
De repente, se levanta de golpe y da una palmada.
-Bueno, se acabó la terapia.-dice- Ahora muévete porque tú y yo nos vamos a ir de fiesta.
Gruño y me doy la vuelta para seguir durmiendo.
-Son las diez de la mañana, Sandra.-protesto- ¿A dónde pretendes ir?
-Eso es cosa mía.-sonríe- Confía en mí.
-¡Ni de coña!-me levanto de golpe.- No, no y no... La última vez que dijiste eso casi acabamos detenidas.
-¿Pero a que te lo pasaste genial?
-No estoy segura...-me río.
-¡Fue genial!-dice.
-Sí, pero da igual, no tengo ganas de salir de fiesta.-digo seria.
-Ya no puedes echarte atrás. Has prometido que harías lo que yo quisiera.
-Pero...-intento protestar pero me interrumpe.
-Pero nada. Levántate. ¡Vamos!
-Está bien...-suspiro- Pero nada de entrar en ferias cerradas en mitad de la noche, ¿vale?
Sonríe y abre la puerta de mi cuarto.
-Ni ninguna otra locura.-continúo.
Vuelve a sonreírme, pero no recibo ninguna respuesta.
-Te espero abajo, no tardes.-Y con eso sale de la habitación.
Me levanto y voy al baño. Me doy una ducha rápida y fría para despejarme y vuelvo a la habitación.
No tengo ni idea de adónde vamos a ir, así que no estoy segura de qué ponerme. Después de mirar mi armario esperando que me ayude y me responda, cosa que por suerte o por desgracia no pasa, elijo unos vaqueros cortos rotos y un top de tirantes negro. Ni siquiera me cojo una sudadera por si acaso, hace calor incluso por la noche.
Mientras me peino, observo mi reflejo en el espejo.
Siempre me ha gustado el calor en esta época. Cada verano, mis padres preparaban un viaje a un lugar distinto. No consistía en ir a un lugar lejano ni muy caro. A veces íbamos a un camping, o alquilábamos una cabaña en mitad del bosque, o pasábamos unos días en algún parque de atracciones...
Sandra ha venido con nosotros desde que ambas teníamos seis años. Hemos crecido juntas, es prácticamente mi hermana. A veces pienso que incluso ella es más parecida a Erika que yo.
Ambas son duras, fuertes y decididas. No se dejan intimidar por nada ni por nadie. Siempre las he admirado por eso.
Sandra siempre ha sido la más sociable de las dos, la que conoce a todo el mundo, la que me propone los planes más locos y que acaban siendo las mejores aventuras posibles.
A veces la he envidiado por ser como es, por confiar en sí misma y no dejar que lo que los demás digan le afecte.
Supongo que es cierto que los polos opuestos se atraen, aunque no necesariamente tienen que referisrse a una pareja.
Ella me da la confianza que muchas veces necesito, y yo le ayudo a ver el mundo de una forma más bonita, a no ser tan negativa.
-Venga, Diana, baja ya.-oigo a mi madre llamándome- No hagas esperar más a la pobre Sandra.
-Ya bajo.-digo.
Me pongo mis Vans negras y me preparo para lo que sea que vayamos a hacer.
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No (me) olvides
Teen FictionTodo en la vida tiene un principio y un final. El problema es aceptar que lo que más quieres ha acabado. Diana es una chica de 18 años dispuesta a cambiar el mundo. Marcos aparecerá para cambiar el suyo. ¿Pero hasta cuándo? ... -Te quiero. ¿Lo sabes...