5. Que no pare la fiesta

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Pasamos el día en el centro comercial; yendo a tiendas, probándonos ropa, tomando algo... Consigue que, aunque solo sea por un día, me olvide un poco de todo. No de Marcos, él nunca sale de mi cabeza, pero sí de todas las preocupaciones.

-Gracias.- le digo.

-¿Por qué?- me mira.

-Por esto, por estar siempre a mi lado, por convencerme para salir incluso cuando no tengo ganas...por todo lo que haces por mí.

-Tú haces muchas más cosas por mí. Y no pensaba dejar que te quedaras en casa sola, ni en un hospital. Sé que quieres estar con Marcos, pero también tienes que pensar en ti ¿vale?

-Vale.-sonrío- Por cierto, ¿Quieres quedarte a dormir?

-¿Dormir?-se ríe- ¿Quién ha dicho nada de dormir?

La miro extrañada. Quiero preguntarle a qué se refiere, pero antes de poder hacerlo me coje de la mano y tira de mí. Va muy rápido, casi corriendo.

-¡Venga corre, vamos a llegar tarde!

-¿A dónde?

No me responde. Corremos durante cinco minutos más hasta salir a la calle. Cuando salimos al exterior la luz del sol nos ciega, así que ambas paramos para ponernos las gafas de sol.

-Menos mal, aún no han llegado.- dice.

-¿Quién?-pregunto confundida- ¿De qué hablas?

-Tú solo espera...-sonríe.

-¿Esperar a qué?-insisto- Sandra, le he dicho a mi madre que volvería pronto. Además, ya es tarde y tenemos que cenar; podemos ir a mi casa o...-no llego a terminar la frase porque alguien me interrumpe.

-¡Ey, chicas!- me giro para ver a David llamándonos desde un coche.- ¡Venga, subid!

-¡Vamos!-dice Sandra tirando de mí.

- No puedo... Le he dicho a mi madre que estaría en casa a...

-¡Ni se te ocurra!-me interrumpe poniendo su mano en mi boca.- Escúchame, tú y yo nos vamos a ir de fiesta ¿vale? Y no quiero excusas.

Intento protestar pero vuelve a interrumpirme.

-Ademáaas..., antes de que digas nada, ya he hablado con tu madre. Le he dicho que necesitabas despejarte y que te iba a llevar de fiesta, y me ha dicho que le parecía genial. En teoría, dormiremos en mi casa.-sonríe.

-¿En teoría?-me río.

-Nos vamos de fiesta, no a dormir.- dice guiñándome un ojo.

-Oye ¿vais a subir o qué?-ahora es Raúl quien habla.

-Claro.- responde Sandra tirando de mí hacia el coche.

Entramos en la parte de atrás y saludamos a los chicos. Solo quedan dos huecos libres, así que me toca sentarme en medio porque soy la más pequeña y, por lo tanto, la que menos ocupa.

David es quien conduce. El coche es de su hermano, pero lo coje a veces porque tiene el carnet de conducir. Raúl va en el asiento del copiloto fumando. En la parte de atrás está Carlos, que nos saluda cuando entramos.

Los tres juegan en el equipo de fútbol con Marcos. Son un año más mayores que Sandra y que yo. Conocí a Marcos por ellos. Durante un tiempo, tres semanas para ser más exactos, Sandra estuvo saliendo con David. Al final decidieron dejarlo, las relaciones no son lo suyo que digamos.

-¿Y a dónde vamos?-pregunto.

-Sara tiene casa libre; sus padres están de viaje y su hermano en un campamento, así que hay fiesta en su casa.-me cuenta Raúl.

-Al final resulta que la chica sirve para algo.-se ríe David.

-Cierra la boca, imbécil.-dice Raúl dándole una colleja.

-Eh...ten cuidado, que estoy conduciendo. ¿Quieres que nos choquemos? Si mueres me presento voluntario para consolar a Sara. -sigue provocándole David.

Raúl levanta la mano para darle otra colleja, pero Sandra interviene.

-¡Parad los dos! Quiero llegar viva a la fiesta.

-Pues que cierre la boca.

-Pero que sensible estás desde que tienes novia...-sigue David.

-Madura.- le responde Raúl mirando por la ventana.

Son como niños pequeños. No importa todo lo que discutan, siempre vuelven a ser amigos. Lo hacen siempre, se pican entre ellos para estar como si nada a los cinco minutos.

Nos enteramos de que Raúl y Sara estaban saliendo hace un par de semanas. Ninguno podíamos creérnoslo. Todos pensábamos que se odiaban. Discutían por todo y no podían estar juntos en una misma habitación sin acabar insultándose. Supongo que es cierto eso de que quienes se pelean se desean.

Raúl solía decir que ella no servía para nada, así que ahora se meten con él por eso.

Cinco minutos después llegamos a casa de Sara. Vivimos casi todos bastante cerca, lo que es una suerte.

La casa está bastante llena. Hace calor así que mucha gente está fuera, en el jardín.

La mayoría de personas en nuestra ciudad viven en apartamentos, pero en nuestro barrio hay casas con jardín. Siempre lo he preferido antes que un apartamento, por muy lujosos que sean.

Entramos a la casa y un olor fuerte nos golpea. Es una mezcla de sudor, tabaco y alcohol. La música sale a todo volumen de un altavoz. La mayoría de personas bailan en mitad del salón, otras están sentadas en algún sillón o incluso en el suelo. Hay parejas besándose por todas partes, y no puedo evitar pensar en Marcos y en cómo esa pareja habíamos sido nosotros tantas veces.

-¡Vamos a la cocina a por algo de beber!-me dice Sandra al oído.

La música está muy alta, así que tenemos que gritar para poder oírnos.

David y Carlos han desaparecido en cuanto hemos entrado por la puerta. Según ellos han ido a "hacer amigas".

Miro a Raúl. Observa la casa atentamente como si estuviera buscando algo...o a alguien.

-¡Raúl!-le llamo- Vamos a buscar algo de beber. ¿Vienes?

-¿Qué?-se gira para mirarme y le hago un gesto como si estuviera bebiendo- Ah..sí, sí, voy.

Cuando por fin conseguimos llegar a la cocina, después de esquivar a toda la gente, respiro. Me agobio mucho en espacios cerrados.

-¡Raúl!- grita alguien de repente.

Nos giramos para ver cómo Sara salta encima de su novio y le besa. Otra vez Marcos viene a mi mente.

-Hola, chicas.-nos dice cuando se separan.- Espero que os guste la fiesta.

Sara siempre me ha parecido encantadora. No la conocía muy bien antes de que saliese con Raúl, pero siempre he pensado que era una chica increíble. Cada vez que la mirabas estaba sonriendo o alegre. Es también un año más mayor que nosotras, pero juega en el mismo equipo de baloncesto que Sandra.

-Sí, claro, está genial.-le digo sonriendo.

-¿Queréis algo de beber?- pregunta.

-Sí, veníamos por eso.-le dice Sandra.

-Y yo que pensaba que veníais a verme.-finge estar ofendida.

-Yo sí que vengo a verte.-le dice Raúl dándole un beso en la mejilla.

Pasa un brazo por encima de su cuello y ella se apoya en él.
Se quieren, cualquiera que los mire puede darse cuenta de eso. Él la mira mientras juega con un mechón negro de su pelo, enredándolo en sus dedos.

-¡Y lo perdimos!-grita de repente David entrando a la cocina.-¡Un brindis por el soldado caído!-dice levantando el vaso que tiene en la mano.

-Eres idiota-le dice Raúl, y todos nos reímos.

Creo que me hacía falta despejarme un poco, y supongo que irme de fiesta con ellos ha sido una buena idea al final.

No (me) olvidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora