I
La colección de cuentos infantiles del escritor Umino, había sido todo un exito total tras su lanzamiento al mercado, ocupó escaparates de todas las librerías del país e incluso algunos de los cuentos eran recomendados como lecturas en los colegios. Era una colección de cinco libros que narraban las aventuras de un pequeño niño revoltoso y su inseparable zorro con poderes mágicos, quienes juntos salvan a todo aquel que estuviera en problemas.
Sin embargo, de aquello hacía ya un par de años e Iruka Umino, el joven escritor que iba a comerse el mundo, solo se comía las uñas.
Llevaba meses con el maldito “bloqueo”. Había oído a varios escritores hablar de eso pero el creía que era solo un mito o una excusa inverosímil para los escritores desorganizados y gandules, pero vaya que si era real. Tan real y crudo como que si no escribía algo nuevo la editorial le demandara por incumplimiento de contrato, pues tenía hasta verano para lanzar tres cuentos cortos más.
Pasaba los días pensando y pensando en qué escribir. Le venían mil ideas pero nada era suficientemente bueno, todo se quedaba corto o se pasaba de intenso, y cuando decidía leer a autores del mismo género, para inspirarse, sentía que había una brecha infinita entre el talento de estos y sus esbozos que querían ser novelas y entonces se desmotivaba más.
Se sentía frustrado y abandonado por las musas.
«Tal vez escribir no es realmente lo mío y aquellos cuentos solo fueron un éxito esporádico, esas cosas que solo pasan un vez en la vida… Si es así ¿qué voy a hacer?».
Estaba pensando en aquello cuando unos ladridos comenzaron a distraerle. Desde fuera hubiera visto que era positivo que una distracción -aunque tan desagradable- le sacara de sus insanos pensamientos, pero en ese momento solo lo vió como una falta de civismo por parte del vecino irresponsable que tuviera a los perros ladrando en el apartamento, y para empezar ¿quien tenía perros en estos apartamentos? Estaba prohibido.
Entonces Iruka, un vecino amable y educado el noventa por ciento del tiempo, salió al pasillo a pagar su ira acumulada dando cuatro gritos al culpable de ese alboroto.
Salió al pasillo y agudizó el oído para saber de dónde provenían esos ladridos y su sorpresa fue que era justo el apartamento de al lado.
—Pero no puede ser, el señor Hatake es mayor y nunca ha tenido perros.
Se plantó en la puerta y leyó el nombre junto a esta.
«”Sakumo Hatake”, pues no se ha mudado, pero sin duda había perros ahí dentro».
Ahora, más preocupado que iracundo tocó al timbre.
Tuvo que tocar varias veces hasta que una voz de dentro gritó anunciando que ya iba.
La puerta se abrió y frente a Iruka se presentó el cuerpo esbelto y lampiño de una versión rejuvenecida del señor Hatake. Llevaba un pantalón de pijama gris a cuadros y una camiseta blanca, además de un batín y uno de esos cubrebocas.
—¿Quieres no tocar tanto al tiembre? Haces que los perros ladren —dijo al ver a Iruka plantado como un pasmarote sin decir nada.
—Esos perros ladraban antes de que yo tocara, por eso he venido, ¿está el señor Hatake?
—Yo soy el señor Hatake —chistó con la lengua.
Iruka parpadeó un par de veces, ¿ese era el hijo de Sakumo? Le había comentado un par de veces que tenia un hijo un poco mayor que él, pero conociendo al padre no imaginaba a un hijo tan engreído.
—¿No está Sakumo?
—Estoy yo, ¿quién eres y qué quieres?
—Soy tu vecino de al lado y quiero que los perros dejen de hacer ruido.
—¿Eres el presidente de la comunidad o algo así?
—No, soy tu vecino.
—Aja… —fue a cerrar la puerta pero Iruka puso la mano para detenerla.
—¡No puedes tener perros aquí!
—¿Por qué?
—Son las normas y además no es sitio para ellos. Prueba de ello es que no paran de ladrar.
—¿Insinuas que yo maltrato a mis perros? —dijo dando un paso hacia él.
—No… pero si ladran es que algo les pasa.
—Ladran porque están jugando.
—Pero es que un bloque de pisos no es sitio para que jueguen perros.
—¿Y por qué no?
—Porque no es su lugar, no están bien cuidados ni...
Kakashi se acercó aún más a él y con una mirada intimidatoria le interrumpió.
—¿De qué hablas? Estos perros están bien cuidados, están más limpios y educados que muchos de los vecinos que viven por aquí… Así que antes de que me enfades ve al grano ¿vas a llamar a la policía ono? A ti no tengo ganas de escucharte.
—Pues… no, no hasta que no hable con Sakumo, él es amigo mío y..
Pero no terminó de escucharle porque le cerró la puerta en las narices.
Se quedó unos segundos esperando que Kakashi volviera a abrir, la conversación no podía terminar ahí, pero vaya que sí. Había sido un portazo en la cara con todas las de la ley.
Iruka volvió a su casa mas furioso de lo que había salido.
«¡No se puede ser tan estúpido! He sido educado ¿he sido educado? Sí, demonios lo he sido, pero él… Cuando Sakumo vuelva hablaré con él…. Esto no se puede tolerar. Sino se tratara de su hijo ya hubieran puesto una queja para que se llevaran a los perros a otro sitio. Por el bien de los animales… Y ¿qué hace él aquí? Ah, Sakumo me dijo una vez a qué se dedicaba… pero no me acuerdo... Seguro que es el típico hijo parado que vuelve a vivir con su padre para gorronearle, basta verle. Aunque… llevaba un cubrebocas estando en casa ¿será que está enfermo y ha venido a que Sakumo le cuide? Si es así es que está soltero y no tiene una pareja que se haga responsable de él… Sea como sea espero que solo sea una visita corta. Tengo mucho trabajo como para perder tiempo discutiendo con él».
Se metió en la ducha y sentía un poco de temblor en las manos, no queria admitirlo pero se habia sentido intimidado por su nuevo -y ojala temporal- vecino. No tenía claro si había sido amenazante de verdad o solo era una forma agresiva de hablar, pero le había inquietado.
El encontronazo y las mil cosas que debería haberle dicho a ese maleducado, ocuparon su cabeza el resto de tarde y hasta que se quedó dormido. Por supuesto le había sido imposible escribir ni media palabra y todo era culpa de ese… «¿Cómo se llamará?».
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ICHA ICHA NEIGHBOUR-SPY [KAKAIRU] 🔞
FanfictionIruka es un escritor frustrado que va a encontrar su inspiración en su misterioso y sexy vecino