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VII

Los siguientes días al incidente del paquete Iruka procuró esquivarle en los rellanos. Se convenció de que era imposible que Kakashi sospechara nada en absoluto de lo que escribía, pero aún así prefería no topárselo durante unos días. ASí, decidió centrarse en mejorar la calidad de lo que llevaba escrito. 

Segundas y terceras lecturas le hicieron perfeccionar la narración; seguía siendo sucio y cargado de erotismo bárbaro, pero ahora con un toque más elegante. Todo lo elegante que podía ser por ejemplo contar como se la mamaba al vecino tras entrar en su piso con el viejo truco de pedir sal. 

Así que había dejado de espiarle cada vez que le oía entrar y salir, solo lo hacía cuando era imprescindible, y aquella vez lo fue. 

Eran cerca de las seis de la tarde cuando escuchó la puerta del vecino ser aporreada con fuerza. Desde su puerta no podía ver por la mirilla nada, así que solo puso la oreja cuando escuchó.

«Policía, abra la puerta».   

Por un segundo pensó que se habían confundido y en realidad venían a por él por ese acoso. Pero entonces escuchó la puerta abrirse; benditos apartamentos baratos con paredes casi de papel.

—Buenas tardes, ¿pasa algo? —escuchó decir a Kakashi.

— Hemos recibido una llamada. ¿Tiene usted perros en el piso? 

—¿una llamada? ¿De quién?

—Eso no se lo podemos decir, caballero. Pero se están quejando de que en este piso se oyen ladridos todo el tiempo y que tiene muchos perros mal cuidados, este no es lugar para animales, debe saberlo. 

Kakashi abrió mucho los ojos pero era imposible que Iruka viera eso, en su lugar escuchó la voz de otro hombre.

—Tenemos que pasar, y si tiene perros nos los tendremos que llevar. 

«La perrera…», pensó Iruka.    

No lo sentía ni un poco, pues ahora los perros estarían en una cuidadora, mucho mejor tratados, con más espacio y todo. Se quedó pegado a la puerta para escuchar cuando salieran con los perros, e incluso dedicarle  un “Jaque mate” a Kakashi, pero tal cosa no ocurrió. 

Unos minutos después de haber entrado, los de la cuidadora y el policía abandonados el apartamento de Kakashi y este les despidió en la puerta. 

Eso era inconcebible. ¿Cómo podía ser? Kakashi tenía los perros, él los había visto entrar esa misma mañana tras el paseo matutino de ocho y media a nueve y veinte. ¡Lo sabía muy bien!

En cuanto se metieron en el ascensor Iruka salió corriendo a hablar con él, algo muy poco inteligente.

—¿¡Se van!?

En cuanto le vió Kakashi encolerizó, a grandes pasos caminó hasta Iruka, sin reflexionar le golpeó en la cara con el puño cerrado. Iruka no esperaba esa reacción así que no pudo defenderse, por no poder no pudo ni caerse pues Kakashi le agarró rápidamente del cuello golpeándole contra la pared.

—Ah, tú has sido el que me ha denunciado… —alzó una mano dispuesto a pegarle de nuevo con todas sus fuerzas a ese malnacido entrometido.  

—¡No, yo no he sido! —gritó tapándose la cara. 

Al parecer imaginar a Kakashi asaltándole era divertido, pero tenerlo en la vida real le hizo temblar las rodillas.  Tan intenso era que todavía ni le dolía el golpe, pues no diferenciaba si el calor que sentía en la cara era de pavor o de dolor real. 

—¡Yo no he llamado, no me pegues! 

Kakashi sintió lástima y bajó el puño, pero no le soltó el cuello.

ICHA ICHA NEIGHBOUR-SPY [KAKAIRU] 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora