Capítulo 10: Conversaciones

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— ¿Qué pretendes con tenerla aquí? — la voz de Jaida suena alterada, y es justo eso y la curiosidad de saber lo que pasa que detiene mi mano en el camino de tocar la puerta mientras pego mi oído a la misma.

—No puedo dejar que se vaya, no recuerda nada— él se encuentra demasiado tranquilo.

— ¿Y que va a suceder si le regresa la memoria? ¿Qué vas a hacer si eso pasa? No seas estúpido Neill, ella debe irse, no está en tus manos

—Yo soy el que decide— la interrumpe él —No tu Jaida, recuérdalo.

—Vaya que lo se, y son tus malditas decisiones las que arruinan todo— Jaida está casi gritando.

— ¿Por qué me sigues culpando? — su voz es serena.

—Porque lo es, es tu culpa lo de Natán, es tu culpa no importa cuanto intentes convencerme de lo contario— ¿Natán?

—Eso no es verdad— Neill alza su voz —Natán intentaba hacerme daño y eso lo sabes bien.

— ¿Y por eso...?

—Señorita Amber— la voz de María me hace pegar un brinco del susto y no termino de oír lo que dice Jaida — ¿Se le ofrecía algo?

Que suerte la mía, pienso mientras me volteo quedando de espaldas a la puerta y de frente a María —Yo...solo quería hablar con Neill, pero me doy cuenta que esta ocupado, ya hablare con el más tarde— termino por hablar demasiado rápido y del mismo modo me alejo dirigiéndome hacia mi habitación.

De vez en cuando mientras subo las escaleras hecho un vistazo hacia atrás para asegurarme que María no me sigue, por suerte no lo hace.

La cabeza no deja de darme vueltas ante la conversación que he escuchado entre los mellizos, tan pronto estoy en la habitación me siento en el borde de la cama mientras sostengo mi cabeza con ambas manos.

Y de todo esto hay algo que me intriga más, Natán, ese nombre se repite una y otra vez entre mis pensamientos.

El sonido de la puerta al abrirse me hace levantar la mirada, me quedo en un estado de shock ante su presencia.

Se adentra en la habitación cerrando la puerta tras de ella, en su rostro solo hay un sentimiento reflejado, coraje.

No debería estar aquí— comienza a decir —no debería decirte lo que voy a decir.

— ¿Decirme qué? — todo está ocurriendo demasiado rápido.

—Que te vayas de aquí— listo, se siente como un golpe rápido de los que te dejan sin respiración.

— ¿Por qué?

—Mira...— camina un poco más hacia donde me encuentro —... Amber, tú no me interesas, no en lo absoluto, es mi hermano y por él es por quién quiero que te vayas de aquí.

—No lo entiendo— le confieso muy a mi pesar — ¿Cómo podría yo perjudicar a Neill?

Jaida ríe de una forma malévola antes de volver a hablar —Con tú simple presencia lo haces— da la vuelta dándome la espalda pero no camina —No lo conoces tan bien como yo— avanza hacia la puerta —Te recomiendo que no le menciones a Neill sobre esta conversación.

Y así abre la puerta y sale de la habitación.

El dolor de cabeza de pronto se vuelve insoportable, siento como si está me fuera a estallar en cualquier momento, me pongo de pie e intento caminar hacia el baño pero todo se vuelve borroso.

La puerta se vuelve a abrir pero sé que no es Jaida, él corre hacia mí y me sostiene antes de que me desplome, y entonces la oscuridad llega a mi.

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Poco a poco comienzo a abrir los ojos, no me cuesta demasiado debido a la falta de luz.
Rápidamente reconozco las paredes de la habitación y me reconforta estar aquí.

Giro mi cabeza un poco y lo veo, está sentado al lado de la cama pero tiene los ojos cerrados, su cabello cae por su frente.

¿Por qué Jaida dijo que le hago daño con mi presencia?

De ninguna forma le haría daño, él me ha salvado y cuidado, no podría dañarlo nunca.

Neill abre sus ojos y me mira, al instante en que sus ojos se cruzan con los míos él me regala una sonrisa, me encanta.

—Hola bella durmiente— río ante sus palabras.

—Es muy tarde, deberías estar durmiendo— pongo cara sería como si de una reprimenda se tratara.

—Quería asegurarme que estuvieras bien— estira su brazo y entrelaza su mano con la mía.

—Lo estoy— le aseguro —solo fue un dolor de cabeza.

—Sabes que no lo fue— claro está que miento, me desmaye ante sus ojos.

—¿Qué hora es? — cambio de tema.

—Cerca de media noche.

Le miró mientras pienso un momento.
Toma mucho de mi decir y hacer lo que hago a continuación, me deslizó hasta el otro extremo de la cama —Puedes dormir aquí— señaló el lugar que he dejado.

Neill se sorprende ante mis palabras, lo demuestra en su cara y eso me hace sonrojar, en cuanto se recupera parece dudarlo unos segundos, pero lo hace, se sienta mientras se quita los zapatos para luego ocupar el lugar a mi lado, aún así, mantenemos cierto espacio entre ambos.

—Eres muy hermosa— Un cosquilleo se extiende por mi estómago.

—Neill...

Sube su mano hasta mi cara y la posa sobre mi mejilla —Te admiraría por toda una vida.

—Creo...creo que deberíamos dormir.

—Si, deberíamos— dice con voz adormilada.

Los ojos de Neill se cierran de a poco hasta que su respiración se vuelve ligera, entonces se que ya se ha dormido.
Me quedó observándolo un rato, no puedo conciliar el sueño.

Qué largo día ha sido el de hoy, las palabras de Jaida se repiten en mi cabeza al igual que las de Neill, ¿Será posible que esté sintiendo algo por él?
Pero entre todo lo que me acompañó el día de hoy solo hay una cosa, un nombre que vuelve a mi cabeza y que no se va, Natán.

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