❤️ Capítulo 2: ¿Página en blanco? 🍂

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No tengo noción del tiempo. Durante lo que me parecen días me es extremadamente difícil mantenerme despierta demasiado tiempo, todo es intermitente.

En ocasiones cuando abro los ojos, me encuentro en total oscuridad, otras sin embargo, los rayos del sol entran por la gran ventana y le dan un poco de calor a mi cuerpo.

Las primeras veces me sorprendió encontrarme con ropa limpia, vendajes nuevos y sábanas diferentes. Pero también me hizo comprender que no estaba sola, alguien cuidaba de mi.

No se con exactitud cuánto tiempo este proceso ocurre hasta que por fin mi cuerpo está listo para enfrentar lo que pasa. Solo ocurre, un día, al fin abro mis ojos y estoy consciente totalmente.

Al principio solo permanezco sobre la cama con los ojos abiertos.
Me tomo mi tiempo en reconocer mi cuerpo , ya no hay cables conectados a mi piel o máquinas con extraños ruidos. Algunas de las heridas se han convertido en cicatrices mientras que el resto están en ese proceso.

Permanezco sola en la inmensidad de esta habitación desconocida por un buen rato, intento levantarme un par de veces pero al parecer mi cuerpo aun no esta listo para tal tarea.

Me concentró en lo que puedo hacer, recordar.
Pero al parecer tampoco hay mucho, más bien nada.
La nada se extiende por todo mi memoria, solo es una página en blanco.

El ruido del girar del cerrojo me saca de mi concentración.

Una mujer se adentra en la habitación, la observó.

Las canas abundan en su pelo dándole un color casi blanco, lo lleva recogido en dos trenzas que llegan un poco más abajo de sus hombros, su piel es morena clara.
Su cuerpo lo cubre un vestido negro que llega unos centímetros más abajo de sus rodillas.

Avanza un poco hacia donde se encuentra la cama, pero cuando se percata de que me encuentro despierta se detiene a unos metros de camino, por unos segundos me mira con expresión de sorpresa pero tal gesto desaparece fugazmente dando lugar a una sonrisa en su rostro.

—¡Por fin despierta señorita!— su amable y dulce voz rompe el silencio poniendo en sus palabras un tanto de emoción.

— ¿Dónde estoy? ¿Qué me paso?— hablar  y escuchar mi voz provoca una sensación extraña teniendo en cuenta que quizás pase mucho tiempo sin hacerlo pero, tengo muchas dudas que deseo resolver.

La mujer ríe por lo bajo antes de responder —Al parecer alguien tiene muchas preguntas.

Se acerca a mi e intenta tocar mi brazo, pero por instinto lo aparto rápidamente.

—Solo quiero revisar sus heridas— me dice a modo de explicación.

Comprendo y lentamente extiendo mi brazo en su dirección, observo como comienza a cambiar el vendaje por otro.

—Mi nombre es María, estoy a su servicio, desde que llego aquí—, termina con el brazo y continúa en otra área. —¿Recuerda algo?

—No, yo no recuerdo nada— María  deja de atender mis heridas para mirarme, una arruga aparece cuando frunce el ceño, parece que lo que he dicho la desconcerta.

—¿Qué quiere decir con eso señorita?— vuelve a revisar las heridas.

—Bueno...— trago un poco de saliva —Es que... Mi mente, no hay nada.

—¿Nada?— pregunta mientras se acerca a una mesita al lado de la cama para llenar un vaso con agua y después ofrecermelo.

Tomo todo el contenido disfrutando de la refrescante sensación —No— respondo —Tengo mi mente en blanco, no sé dónde estoy o la razón por la que estoy aquí, no se la razón de las heridas o, no sé ni mi nombre, nada.

—¿Pero como es eso posible?— María se posiciona al pie de la cama.

—No lo se, María. ¿Usted...?

Interrumpe la pregunta comprendionadola antes de que la diga— No se mucho más de lo que se me indicó para sus cuidados.

—Dígame lo que sea que sepa, cualquier cosa— suplicó.

Asiente —Bueno, estaba muy herida cuando la trajeron aquí, hace dos semanas. La trataron médicos pero solo fue cuestión de tiempo.
Yo me he dedicado a atender sus heridas. Solo eso puedo decirle.

—¿Donde estamos?

—Bakers.

—¿Bakers?— intento buscar cualquier cosa que se asocie con el lugar, pero no hay nada.

—Necesita descansar, yo volveré más tarde para atenderla— me da la espalda y camina hacia la puerta.

—¿Quién me trajo?

Se detiene y me mira, duda por unos segundos antes de responder —El joven Neill, Neill Cooper.

La historia perfectaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora