𝗛𝗢𝗠𝗘 𝗥𝗨𝗡
Estaba en la primera base. Tan solo tres más y conseguiríamos el empate si completaba mi carrera.
Mis compañeros y el resto de jóvenes aficionados al béisbol presentes vitoreaban desde la grada con entusiasmo. Chillaban canciones para animar al equipo, aullaban y rugían a modo de soporte. Pero yo no podía escuchar nada más que los firmes latidos de mi corazón en aquel momento. Sudor frío se resbalaba por mis sienes y columna vertebral, y mi respiración estaba toda fuera de control. Sentía el peso de la presión hundiendo mis hombros y mis rodillas comenzaban a flaquear, porque joder, era la maldita novena entrada y necesitábamos este punto. O todo estaría perdido.
Era el turno de Jimin para batear. El pitcher del equipo contrario lanzó la primera pelota desde el montículo y aguanté la respiración. A pesar del intento del rubio por golpearla con el bate, la bola retumbó, produciendo un sonido duro y seco al impactar contra el guante del receptor.
Strike uno.
El ensordecedor clamor de la multitud fue atenuando progresivamente mientras el lanzador se preparaba de nuevo. No se tomó mucho tiempo. En el momento en que estuvo listo, arrojó diestramente la nueva pelota, que una vez más fue recibida por el catcher sin siquiera rozar el bate de mi compañero.
Strike dos.
Iracundo, Jimin pateó la arena del suelo. Sabía tan bien como todo el equipo que era nuestra última oportunidad. Ahora todo dependía de él y este batazo.
Aliviado en parte por haberme librado de aquella responsabilidad al no encontrarme en su lugar, tragué saliva, sintiendo el diámetro de mi garganta reducido al de una delgada pajita. El pitcher ya estaba listo para disparar de nuevo. De repente me sudaban las manos, y notaba todos los músculos de mi cuerpo listos para emprender la carrera.
Estaba preparado para la acción.
La bola planeó finalmente desde el puesto del lanzador adversario, realizando un trayecto directo hacia el bateador. Jimin agitó poderosamente el bate. El sonido inconfundible de la esfera blanca golpeando la madera fue como un detonador que activó mis extremidades inferiores. Lo único que necesitaba para empezar a correr.
Abandoné la primera base y me apresuré para alcanzar la siguiente. Pocas veces en mi vida había corrido tan deprisa. Cuando mis pies tocaron la segunda, la pelota seguía surcando el cielo. Había sido un batazo magnífico. De seguro el arrogante de Jimin presumiría de ello hasta el mismísimo día de su muerte si ganábamos.
Me acercaba a la tercera base cuando escuché aquellas voces conocidas. Taehyung y Jin parecían poseídos por algún tipo de fuerza sobrenatural mientras saltaban, gritando mi nombre con entusiasmo frenético.
—¡JUNGKOOK CORRE! ¡SIGUE JUNGKOOK, UNA MÁS!
Mi corazón palpitaba acelerado, alimentando a mis músculos de la sangre necesaria para llevar a cabo el sobre esfuerzo. Realmente sentía la adrenalina fluyendo por mis venas ahora que sabía que podía conseguirlo. Podía llegar. Empataríamos.
Quedaba tan sumamente poco; la distancia entre mi cuerpo y la última base era tan jodidamente ridícula, que juro que pensé que era una broma cuando el árbitro hizo sonar su silbato y todo se detuvo a mi alrededor.
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RETOS | jjk.
Fanfiction¿Y si un simple juego con tus amigos te hiciera desear ponerle fin a todo? Retos, secretos, tensiones y conflictos tendrán lugar en esta historia. Con una sola condición; está prohibido enamorarse. -¿𝘑𝘶𝘨𝘢𝘮𝘰𝘴? ✭ Historia original: @vperiago |...