RETOS | jjk.

𝐑𝐄𝐓𝐎𝐒 | 𝟐

𝗖𝗢𝗡𝗩𝗘𝗥𝗦𝗘 𝗛𝗜𝗚𝗛

—Mmm... hola —intenté no sonrojarme. "Concéntrate, estúpido". —Yo soy...

—Jeon.

—Sí, Jeon Jungkook —asentí mientras me observaba con cierta diversión en sus ojos azabache. Supongo que estaba disfrutando al verme tan inquieto frente a ella.

No era algo propio de mí a la hora de relacionarme con alguien del sexo opuesto. Normalmente, tiraba de mis aires de superioridad para crear un aura encantadora, que a ellas les resultara atrayente. Con eso bastaba, casi siempre caían con facilidad. Pero ahora me costaba reconocerme; parecía un animal asustado contando los segundos que le quedaban antes de que lo llevaran al matadero.

—A ver... —Rasqué mi nuca mientras intentaba decidirme. —¿Por dónde empezamos? No sé qué enseñarte primero.

—Si no lo sabes tú... —contestó, con una pequeña sonrisa que me dejó embobado unos segundos.

Reí avergonzado, cuando lo único que quería hacer realmente era golpearme por ser tan imbécil, y después, tomar sus preciosas mejillas, atraerla hacia mí, y estrellar nuestras bocas en un beso desenfrenado.

"Mierda, relájate Jungkook, así no vas a conseguir nada".

—Por cierto, señor Jeon... Puedes llamarme Jin Yun o solo Yun, lo digo porque antes la profesora ha dado mi nombre completo.

—¿Señor Jeon? —Miento si digo que ese apodo no disparó un rayo de testosterona hacia mi pene. Cada terminal nerviosa que poseía se sacudió instantáneamente, solo por escuchar esas palabras saliendo de su boca. De repente, mis pantalones comenzaron a sentirse una molestia. Empezaban a apretarme demasiado.

Frente a su sonrojo previo causado por la abrumadora atención de toda la clase sobre ella, ahora, a solas conmigo estaba tomándose confianzas. Su mirada juguetona era una evidente muestra de ello. Qué bien, justo lo que necesitaba para terminar de volverme loco, y eso que la acababa de conocer.

—Así te dijo ella, ¿no? Además, te pega, ya sabes... —Me analizó de arriba a abajo, con una ceja alzada. Después avanzó un paso hacia mí. —Niño rico, con traje y que va robando suspiros a donde quiera que vaya —llevó sus manos a mi chaqueta para acariciarla con suavidad, como si quisiera alisar sus arrugas. Sentí mi estómago estrujarse cuando las posó perdurablemente sobre mi pecho. Nos encontrábamos lo suficientemente cerca como para que me fuese posible oler su dulce perfume. Estaba cruzando una línea que llevaba a un camino peligroso. Debía saber que las consecuencias podrían no ser favorables para ella si continuaba. —No me sorprendería nada si ahora resulta que eres el capitán de algún equipo de... no sé, ¿fútbol? ¿Baloncesto?

—Béisbol —mi voz sonó ronca, algo más bien parecido a un gruñido.

—¿Lo ves? —Se alejó un poco, permitiéndome respirar de nuevo. Su gesto de satisfacción no me pasó desapercibido. Juro que aquella suficiencia me calentó incluso más de lo que estaba. —No me equivocaba contigo —me sonrió levemente.

—No sé si debería sentirme halagado.

—Tómatelo como quieras —guiñó un ojo en mi dirección y tuve que tragar, duro.