Capítulo. 7

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11 de julio.

A pasado más de una semana y aún no me llaman de ningún trabajo, estoy desesperada, necesito dinero urgente, se acabó la comida y solo faltan tres días para abandonar el hotel y luego de eso no se a donde iré.

Y además de eso, me han enviado un mensaje de entel diciendo que el 15 de julio cortan mi plan por incumplimiento de contrato, así que no tendré más internet.

No podré saber más de ellos.

E salido a dejar más currículum en distintos restaurantes y casinos pero siguen diciendo lo mismo.

"te llamaremos"
"¿tienes experiencia?"

Estoy desgastada, nose que más hacer.

Me senté en el banco de algún parque y coloqué música con mis audifonos puestos mientras miraba la vida pasar.

Niños corriendo de aquí y allá, señoras corriendo y haciendo ejercicio, chicas de mi edad llenas de vida, como desearía tener su suerte.

Veo como los chicos las miran y les sonríen.

Me imagino siendo yo esas chicas y sonriendole a todo el mundo sin tener vergüenza de mi sonrisa, sin tener miedo a nada.

Sería fantástico.

Llegó la tarde y el frío invierno me estaba congelando, así que me levanté y fui al hotel.

Llegó el siguiente día y con ello los últimos dos días que tendría donde dormir.

Así que comencé a empacar todo en el mismo bolso en donde traje todas mis cosas anteriormente.

Asee la habitación y me preparé algo de cenar.

Pastas y salsa de tomates.

Me dormí dando gracias una vez más por tener en donde dormir y rogando por seguir con esta suerte.

Finalmente llegó el día y yo ya tenía todo empacado, me duché y una vez lista, tomé todas mis cosas y cerré la habitación.

Baje las escaleras hasta recepción y le entregué las llaves del cuarto al señor que estaba detrás del mesón.

-Gracias y vuelva pronto- Sonrió el señor.

Sonreí y salí de ahí.

Una vez en la calle me sentí pérdida sin saber a dónde ir, pero tomé aire y sonreí convencida en que podría ser peor, acomodé el gran bolso en mis hombros y caminé.

Llegué al parque en donde estuve el día de ayer y me senté en el mismo banco.

Saqué mi celular y busqué en internet algún lugar de recogida, encontré una dirección y me dirigí hasta ahí.

Había una gran fila con muchas personas luciendo muchísimo peor que yo, dudo que me den algún lugar a mi.

Anocheció y cuando faltaban solo diez personas para entrar, cerraron las puertas diciendo que no cabían más y que volviésemos mañana.

Sonreí triste y me marché, volviendo al mismo parque de en denante, tendré suerte si aún está abierto.

Me apresuré para llegar y cuando lo hice me desilusioné al ver que estaba ya cerrado.

Fui a una plaza y me quedé ahí abajo de un gran árbol, tomé una toalla de mi bolso y la coloque en el césped congelado por el frío invierno, así mi piel no hará tacto alguno con él.

Me recosté y cuando estaba dispuesta a dormir, mi celular vibró anunciando un mensaje.

Lo abrí y era el señor misterioso.

Entre dos AlmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora