Como cada mañana, me dispuse a visitar el parque de la comunidad donde el tío Jhonny me llevo y me hizo esas cosas tan malas. Miraba detrás de un árbol, a los niños jugando y correteando al rededor. Parecían divertirse. Ví a un niño alejarse rápidamente de el parque persiguiendo una pelota en direción a la carretera, agilmente la cogió y me miró. Tenía unos ojos muy grandes y marrones que se penetraban en mi alma, aunque ya no tuviera.
-Hola; le dije al niño. Note una sensación en mi como, de nostalgia, al ver a todos esos niños jugando recordandome esos ratos en los que jugaba con Sara y Jennifer a las muñecas... Sentía tristeza, rabía... venganza.
-¿Quieres jugar conmigo...?
-No... me das miedo... ¡Mam-!; Lo agarré del brazo y le acuchillé mientras gritaba de dolor... Me suplicaba para que parara... Pero no lo hice. Como cuando el tío Jhonny me pegaba con su cinturón para que no gritase...
La zona del parque no era muy transitada por coches ni personas, pero era muy agradable estar allí. Así que dejé al niño en un callejón mientras dejaba un rastro de sangre. Lo contemplé una vez más antes de irme. Su cara, tan joven y sin vida... me produjo calma y sadisfacción. Su cuerpo, llevo de agujeros que sangraban... me sentía bien. Pasadas unas horas, ya empezaba a anochecer, y me dieron ganas de salir a dar una vuelta por el bosque. Era tan siniestro, me encantaba. Encontré un camino cuesta abajo, como si alguien hubiera sido arrastrado y dejara su rastro en la tierra arenosa. Me dispuse a seguirla, y encontré una pequeña cabaña muy acogedora. Me acerqué a la cabaña y ví que la puerta estaba abierta. Entré con delicadeza para que no me escuchara nadie. Encontre a un hombre tirado en el suelo rodeado de un charco de sangre y con un agujero enorme en el centro del pecho. Me sentí confundida al ver esa escena, pero con curiosidad de saber quien fue quién hizo esta masacre.
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Sally y Slenderman, una vida juntos
FanfictionSlenderman era una pobre alma que buscaba compañía. Sally, una niña maltratada que necesitaba una figura paternal para calmar sus instintos asesinos y perturbadores. ¿Y si los juntamos? El resultado: una bonita historia de creppypastas.