006

1.2K 52 29
                                    

Matías;

Las palabras que me dijo, fueron como una estaca en mi pecho, sus ojos solo transmitían frialdad y decepción.

Luego de eso me pidió que la dejara irse sola al liceo, y acepte, necesitaba pensar.

No había hecho nada malo, o bueno, quizás en creerle a la Valentina, pero lo hice porque en serio creí que me lo decía porque no quería que nos tuviéramos mala, jamás quise besarla otra vez.

Estaba ya en la sala, la Anto aun no llegaba, y me daba cosa que algo malo le haya pasado, habían pocos en la sala, mi mejor amigo aun no llegaba, y la Jose estaba inquieta, miraba su celular nerviosa.

Algo malo estaba pasando, miro mi celular y era tarde, ya eran las 8:47, y no estaba casi ni la mitad del curso.

De repente llega el director a la sala, y nos mira con lástima.

—Alumnos, como se podrán dar cuenta, la gran mayoría de los alumnos de este curso, y de varios más no han llegado—los pocos que estaban asintieron y el prosiguió.—Y también saben que todos usan la misma micro para llegar al liceo, porque es la única que hay para llegar aquí—volvimos a asentir todos ya preocupados porque no sabíamos que onda estaba pasando.—Lamento informarles que sus compañeros han tenido un terrible accidente, la micro cayó por el puente que tiene que cruzar—me congele.—Hasta ahora milagrosamente no hay ningún muerto, pero si hay muchos heridos.. —no seguí escuchando, no podía.

La Josefa me miró con los ojos llorosos, y yo igual, le hice una seña para que viniera acá.

La abrace y cayó en sollozos, no podía creer que la Anto y posiblemente el Benja estén heridos, porque ambos tomaron esa micro, yo me vine caminando porque necesitaba pensar.

Yo debía de ir en esa micro, no la Anto ni el Benja.

(***)

Nos despacharon al tiro debido a lo que pasó, yo fui con la Josefa al único hospital en el que podrían haberlos llevado, y preguntamos por ellos, nos dijeron que estaban en cuidados intensivos.

—¿La puedo ver?—pregunté.

—Lo lamento joven, pero no puede verla si no es su familiar—dijo la enfermera.

—Déjelo entrar, yo le doy permiso—escuche la voz del hermano de la Anto.

—Mmh, ok, puede pasar—hizo una mueca la enfermera.

—Gracias, de verdad—le agradecí al hermano, pensaba que me odiaba, después de la caga que me mande, el solo hizo un gesto con su cabeza.

Yo fui donde la Anto y la Josefa donde el Benja que es su pololo.

La enfermera me indicó donde estaba la Anto, y entre en la pieza en la que estaba. Estaba acostada en la camilla, tenía una maquina para que respirara, su pierna derecha tenía yeso, su cuello tenía esa cosa rara, y su brazo derecho tenía yeso, su carita tenía heridas y su pera estaba vendada.

Se me cayó una lagrima, odiaba verla así, estaba un doctor examinandola y me habló.

—¿Tu eres el pololo o el hermano?—me preguntó.

—El pololo—dije inconscientemente.

—Ella tiene que tener ayuda para respirar, porque ella iba sentada donde estaba el motor, y aspiró mucho humo, desde lo que paso, no ha despertado, es la única que no lo ha hecho—dijo.

—Pero.. ¿No tiene nada malo? Como secuelas o cosas así—pregunté.

—No, por el momento no, pero si no despierta hoy, nos tendremos que preocupar—asentí.—Bien, te dejo solo, cuídate—asentí y me acerqué a ella.

Matías Culiao. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora