Future

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Continuación de el drabble anterior

¡Wow! Ya casi un año y recién vengo a terminar esto, ya ven por qué no suelo hacer retos o participar en weeks, siempre lo dejo a medias.

¡Pero realmente quería terminar este, así que espero lo disfruten.

—•—

Al final del acto, Nejire me contó que Kirishima estaba grave. Habían vuelto a hospitalizarlo en la Clínica de Tokio.

Mis últimos meses en Japón los pasé respondiendo llamadas de papá,
sacando fotocopias de documentos, llenando formularios ministeriales y conversando con Kirishima; su casa y la clínica fueron mis lugares de recreo. Kirishima tenía ganas de
vivir pero se había resignado a la derrota. No tenía derecho a réplica, el cuerpo se le estaba pudriendo. Su humor, sin embargo, no cambió; la inmediatez de la muerte no anestesió su simpatía. Kirishima fue un ejemplo que, con el paso de los años, me enseñó a confrontar el dolor físico. Antes solía quejarme por cualquier menstruación alevosa, por uñas encajadas o costras; estaba acostumbrado a sobrevalorar la acidez. La lenta desaparición de Kiri me hizo saber que me quejaba por cosquillas; que el dolor real era otra cosa, algo indefinible e insoportable. En esos días de quimioterapia, de
náuseas y temblores me contó muchas cosas, me habló de su familia, de sus primeros novios, de su inclasificable relación con Mirio.

— Kaminari no volverá a mi casa —me dijo una tarde en la que se había sentido fatal. No respondí—. Siempre pensé que era mi mejor amigo. La amistad es un espejismo, Tamaki. La mayor parte de la gente, a la hora de la verdad, huye— dijo entre risas y gases.

—¿Qué pasó?—

—Nada, vino ayer, me vio y se puso a llorar. ¿Tan hecho mierda estoy?—

—¿La verdad?— le pregunté con prudencia.

—Sí, por favor—

— Sí, Kiri, qué carajo, estás espantoso—

—¡Mierda!—

—Creo que es normal que la gente se impresione. Estás hecho una mierda

Pesaba treinta y ocho kilos, tenía el cabello gris —el poco que le quedaba— y, por demás, tenía la cara repleta de manchas. Un medicamento le había provocado una reacción alérgica.

— De todos modos, me duele—dijo—, se supone que somos amigos. Me dijo que no soportaba verme así, que no quería verme sufrir y se fue, carajo.
Eso me parece cobardía; es pura cobardía—

— Bakugo vino esta mañana— le dije.
Sonrió afablemente, sin gases molestos.

— Blasty es muy leal. No sé si te conté que se me declaró hace como un año

—¿En serio?

—Sí, no tuvo mejor idea que declararme su amor en un restaurante

— Es cute; Blasty es muy buena
gente. Sí, es un idiota pero me
hace sentir muy bien cuando me visita. Al final, uno no se imagina quiénes estarán contigo y quiénes te botarán.—Silencio más o menos largo. —Por cierto, me trajo un poema

—¿Un poema o un peoema?— pregunté.

—Una especie de  híbrido, creo. Búscalo ahí—  Trató de levantarse y sufrió dolor en el pecho. Comenzó
a respirar con dificultad.

—Tranquilo, yo lo busco—

—Maldita metástasis, ¡cómo duele
esta mierda!—, dijo con frustración. Luego recuperó su voz de siempre. —Está ahí, en una hoja dentro de esa revista—  Señaló una revista vieja. Agarré el papelito. —Léelo en
voz alta. —  Leí pausadamente, casi deletreando:

Idilio #MiriTama week 2k19Donde viven las historias. Descúbrelo ahora