Escucho a Zachary hablar al otro lado de la puerta, encerrado en el baño y charlando con quien sea que lo ha llamado. Hoy se levantó mucho mejor que los otros días, puesto que parecía volver a brillar por sí mismo. No pasé por alto sus caricias en mi rostro o las lágrimas que soltó cuando pensaba que estaba dormida. Al principio creí que era un sueño, pero luego él se levantó de la cama y supe que era completamente real.
La densidad de la puerta sólo me permite escuchar murmullos, cosas inentendibles, pero puedo apostar a que tiene que ver con que hoy es nuestra última parada y luego tendremos que volver a casa. Ansío ver a mi familia, abrazarlos y decirles cuánto los amo a cada momento que pueda. Sin embargo, lo que implica volver a casa, me genera un dolor en el pecho; la espina del egoísmo puro se siembra entre mis costillas. No quiero alejarme de Zachary, no quiero que éste viaje termine y tampoco quiero tener que partir.
Con la espalda pegada a la puerta, sigo escribiendo mi carta. Como dije antes, no deseo que se mantenga aferrado a mí por el resto de su vida como alguien a quien nunca podrá superar; es por eso que le estoy escribiendo todos mis pensamientos y lo que quisiera que tuviera en cuenta luego de mi partida. No necesito que se quede aferrado a lo que fui y lo que no pudo ser, sino que deseo que avance. Espero un día despierte y yo sólo sea alguien más en su lista de personas ayudadas; a quien amó, pero que ya está listo para dejar ir y comenzar de nuevo.
Cuando escucho movimiento del otro lado y lo que parece ser una despedida, me levanto del suelo. Apenas Zachary abre la puerta, finjo haber estado buscando mi cepillo de dientes en la maleta. Él me sonríe como saludo de buenos días, yendo a buscar sus llaves.
-Iré a cargar gasolina y comprar un par de cosas antes de que vayamos al último punto en la lista. ¿Quieres que te traiga algo en específico?
-Chocolates, por favor. -Es todo lo que se me ocurre, recordando que a mi hermana le gustan los que transportan desde ésta ciudad a la nuestra.
-Bien, te veo en un rato. -Se acerca a besar mi frente y luego se marcha.
Cuando pretendo buscar un sobre bonito donde guardar mi carta, un teléfono comienza a sonar. Con el ceño fruncido y la incertidumbre picando en mi mente, camino hasta la mesa junto a la cama. El celular de Zachary está brillando y vibrando como loco, anunciando que alguien debe atender la llamada. No iba a atenderla, de verdad que no, pero mi decisión cambió cuando leí que quien llamaba era su amigo. ¿Cómo lo sé? También llamó cuando Zachary tuvo el accidente con su nariz, pero sólo me tomé el atrevimiento de escribirle un mensaje en esa ocasión.
-¿Matt? -pregunto tan pronto atiendo.
-¿Hola? ¿Quién habla? -Antes de que pueda responder, me interrumpe:- ¡Oh! Debes ser Abigail. ¿Zachary está bien?
-Sí, está bien, sólo salió a comprar algo. -Observo la puerta con nerviosismo, como si estuviera haciendo algo sumamente malo o ilegal-. Quería pedirte un favor.
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Mi último deseo
Teen FictionZachary Hoffman ha tenido un deseo desde hace mucho tiempo: ayudar a cumplir los sueños de otras personas. Su padre le ha dicho que eso no es posible, su madre le confesó que no sería nada fácil y el resto de las personas se burlaron de su "falta de...