El viaje de vuelta no es igual al que hicimos de ida, siendo éste uno lleno de silencios y sentimientos encontrados. Ansío ver a mi familia, abrazarlos, besarlos y gritar que los amo mientras derramo mares de lágrimas. Pero también deseo a Zachary a mi lado, riendo, jugando y observando mis últimos días. Quiero verlo antes de irme, al despertar de una pesadilla, cuando los analgésicos no sean suficientes y escuchar su voz en mis momentos de delirio. Es egoísta, porque lo estaría obligando a ver lo que quise evitarle desde el principio, pero lo necesito.
Él se encuentra distraído, pero sumergido en la carretera al mismo tiempo. Sus ojos vuelven a ocultar sus pensamientos, obligándome a imaginar lo que podría estar pasando en su cabeza. Tal vez se está aguantando para no llorar, porque cree que ha sido suficiente y necesita buscar otra forma de quitar la frustración de su pecho. Puede ser que se esté preparando para lo que vendrá, imaginando qué tan mal me pondré y cuánto tiempo estaré en esa última etapa antes de morir. Quizás planee asistir a mi entierro, llevando flores y cartas o sólo observando desde muy lejos como todos lloran alrededor de mi tumba.
Un bocinazo me hace saltar en mi lugar, viendo como alguien nos rebaza por nuestra izquierda mientras lanza un par de gritos. Zachary se aclara la garganta antes de acelerar un poco y alcanzar la velocidad mínima permitida, tratando de ignorar el hecho de que se había perdido en sus pensamientos. Me preocupa que esté maquinando demasiadas cosas, tantas que podría sumergirse en aguas profundas y oscuras. Eso es bueno mientras sepas volver y tengas una guía para encontrar lo que buscas, pero demasiado tiempo ahí abajo puede hacer que te pierdas.
Su teléfono resuena desde la guantera, avisando que le están llegando múltiples mensajes. Noto que sus manos se tensan y lo ponen nervioso la cantidad masiva de notificaciones resonando, así que decido tomarlo en mis manos. Ignoro todo y me apresuro a apagarlo, causando que el silencio reine en el vehículo.
-Eran mensajes de alguien llamado Matt y de tu madre -le digo, recibiendo un suspiro y un asentimiento de su parte-. Zach, sé que de ahora en adelante no estás obligado a visitarme, ni presenciar lo que pasará conmigo a medida que pasen los días, pero necesito... -sin embargo, él me interrumpe.
-Abigail, por favor, no. -Sus hombros se ponen rígidos y noto como su garganta se mueve al tragarse las palabras.
-Pero necesito decirte... -me detengo al notar que está parpadeando más de lo normal y como aprieta su mandíbula.
-Amor, por favor. -Mi corazón se estruja al escuchar la tristeza en su voz y ver como una lágrima le recorre la mejilla-. No hablemos de esto, no en este momento. No puedo, no ahora. Sólo espera a que lleguemos y podamos hablar sin el riesgo de provocar un accidente.
Aunque no me mire, asiento y me recuesto en mi lugar. Estrujo el bolso contra mi pecho, deseando que el tiempo sea flexible y la realidad sea otra. Es inútil y un deseo completamente infantil, pero necesito tener algo a lo que aferrarme. Quiero creer que, si lo pido con tanta insistencia y necesidad, tal vez logre cambiar algo. Quizás haya un mundo alternativo donde yo no esté enferma y lo conozca por casualidades irónicas, desatando nuestra historia de forma diferente. Incluso puede ser que nunca lo haya conocido, ni vivido esta grandiosa aventura a su lado.
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Mi último deseo
Teen FictionZachary Hoffman ha tenido un deseo desde hace mucho tiempo: ayudar a cumplir los sueños de otras personas. Su padre le ha dicho que eso no es posible, su madre le confesó que no sería nada fácil y el resto de las personas se burlaron de su "falta de...