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Después de mi pequeño estallido de furia, fui al único lugar donde me sentía cómodo. El bar subterráneo.

Recién ese día lo observé detenidamente. Era algo pequeño y oscuro, de forma cuadrada y con paredes de madera vieja y gastada, lo que le daba un toque genial al lugar. Tenía un par de carteles con luces sobre una pared y unas lámparas sobre la barra y la entrada. Aparte de los banquitos en la barra, solo habían unas 4 mesas en las que sentarse, más adelante había un gran escenario en el que solíamos tocar y un espacio entre este y las mesas para que el público disfrute, salte y baile.

Le pedí al tipo que atendía la barra (jamás aprendí su nombre) algo para tomar. Busqué un par de papeles, un lápiz de mi mochila y comencé a escribir:

Querida Chloe:

Durante dos años me he dicho que esto jamás podría ir más lejos, pero si es así no entiendo por qué no me permito ver a otras chicas o pensarlo si quiera. Y estoy tan agradecido por eso… pero también me duele mucho, a veces solo quisiera quedarme callado y que el mundo no se entere de esto; de nosotros. Otras, desearía gritarlo, y decir todo lo que tengo para decir.

Pero al fin he llegado un punto en mi vida en que tengo que decidirme. Y no siento que pueda hacerlo, pero si me quedo atrapado en esta pequeña caja contigo, nunca podré disfrutar de nada.

Me he vuelto tan lejano al mundo que apenas lo reconozco, tampoco me reconozco a mí mismo la mayoría de las veces. ¿Acaso no es triste? Debería ordenar mi cabeza antes de escribir otra palabra, pero si pudiera ya lo habría hecho y esa es toda la verdad.

¿Alguna vez has notado lo confusas que son nuestras cartas? Me hace sonreír pensarlo, porque siento que no todo está perdido… si es que algo lo llegara a estar.

No puedo dejar esto atrás… aunque me disculpo porque sé que no servirá de nada y…

Arrugué la hoja y metí todo de nuevo en mi mochila, no podía seguir con esto. Era demasiado difícil, pero el amor es así, ¿verdad?

—¿Hemmings?

Voltee a ver la voz detrás de mí. Era un chico y sonaba muy alegre.

—¿Greg? —sonreí, aquel era uno de los mejores amigos de mi hermano mayor.

—¿Cómo estás, Lukey? —Me abrazó— Espera, ¿no deberías estar estudiando o algo así?

—Podría decirse —me encogí de hombros.

—Tranquilo, no diré nada, pero debes hacerme un favor.

—¿Estás intentando usarme? —sonreí divertido.

—Dile como quieras, te necesito.

—¿Para qué?

—Nos está faltando un guitarrista, ¿te gustaría tocar con nosotros?

Eché una mirada al grupo detrás de Greg, charlaban entre ellos con mucha tranquilidad, tenían entre 22 y 25 años.

 —Pero no conozco ninguna de sus canciones.

—No te preocupes, cantaremos algunos temas de Green Day; es la banda en la semana, ¿recuerdas?

Una vez a la semana, el bar elegía una banda como temática, se escuchaban sus canciones casi todo el día y la ambientación tenía todo que ver con ellos.

—Cuenta conmigo —asentí, esperando que eso mejore mi humor.

Greg llamó a su banda y todos estrecharon mi mano. Eran 3 chicos (4 conmigo) y una chica. Tocamos y cantamos con todas nuestras energías, la gente festejaba y sonreía, fue magnífico.

Había caído la noche y yo seguía divirtiéndome con ese pequeño grupito. Para cuando Ashton, Michael y Calum llegaron, yo ya había tomado de más. Pero me sentía muy bien, es más, me sentía de maravilla. No había pensado en Chloe en toda la tarde gracias a esos chicos.

Mis tres amigos se acercaron a mí y me tomaron desde ambos brazos, arrastrándome hasta una puerta que llevaba al armario. Los miré extrañado y los tres se cruzaron de brazos.

—¿Por qué no nos avisaste que te ibas? —gruñó Mickey.

—No estoy de humor para hablar con ustedes.

—¿Qué sucede contigo? —dijo Calum apoyándose en la puerta cerrada.

—¿Qué crees? ¡Estoy harto de esto! —Estallé— Creí que tenía su apoyo, chicos.

—¡Pero lo tienes!

—No, Calum, no lo tengo —me paré, dirigiendo mi mirada a los tres con severidad—. ¿Qué hacen aquí de todas formas? No los necesito, la estoy pasando genial con mis nuevos amigos.

—¿Ese grupo de fracasados? Ni si quiera saben tocar —bufó Ashton confundido.

—Tal vez les falte un poco de práctica… y TAL VEZ se equivocaron en la mitad de los acordes… ¡pero son mejores que ustedes!

—¿En qué? —Gritaba Mickey con rabia— Ni si quiera sabes lo que dices, Luke. ¡Mírate! Vamos a sacarlo de aquí.

Amagaron a tomarme de nuevo, pero yo los empujé y fruncí mis labios antes de hablar.

—¡Ellos no buscan que deje a la chica que amo!

—¡Nosotros no…!

—No te atrevas —lo interrumpí—. Estas semanas lo único que han hecho es intentar hacer que salga con otra chica y pare de mandarle cartas a Chloe.

Los tres se miraron con lástima. Después de unos minutos, Calum habló:

 —Las cosas se están saliendo de control, cada día decaes más… lo único que queremos es ayudarte.

—¿Ayudarme? ¡Ustedes no me conocen, jamás lo hicieron! ¡No saben nada sobre mí!

En menos de un segundo, Ashton tomó el cuello de mi camiseta y acercó su rostro al mío. Estaba furioso, más que nunca.

—Está bien, nos equivocamos, quisimos alejarte de ella porque creímos que era lo mejor —susurraba mirándome a los ojos— . Pero jamás se te ocurra decir que no te conocemos o que lo hicimos para lastimarte, ¡jamás haríamos algo así! ¡Y menos a ti, Lucas! Sabemos todo por lo que has pasado y lo sentimos mucho, pero no puedes vivir en esa burbuja tuya por siempre, debes salir quieras o no… cuando recuperes la cordura y quieras disculparte, te escucharemos.

Salieron por la puerta uno a uno, dejándome sólo con la oscuridad y los ruidos que provenían del bar. Escuché unos gritos, pero decidí quedarme ahí, sólo, llorando por las palabras de Ashton. Odiaba saber que tenía razón.

—¡Basta!¡Fuera de aquí todos!¡Ahora! —gritó el dueño y se escucharon pasos y murmullos por parte de la gente que quedó. Está de más decir qué dos grupos habían empezado a pelear.

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Perdón por la tardanza! Tal vez actualice esta misma semana de nuevo, un beso!

Querida Chloe Donde viven las historias. Descúbrelo ahora