Harry
Sus ojos aun seguían abiertos y su respiración parecía haberse normalizado. Aun así, Isabella tenía la expresión de un muerto en el rostro el cual me hizo temblar desde la cabeza hasta la punta de los pies. Definitivamente, ella no tenía heridas que trataran de un simple tropiezo de escaleras junto con una buena raspada de pavimento en la rodilla. Ya daría yo la vida porque fuera eso lo que le pasara. En vez de eso, ella portaba toda una fina capa de sudor desde la frente hasta el cuello el cual se embarraba con sangre tanto seca como fresca, también tenía raspones en los brazos y una herida abierta en el extremo derecho de la frente, pero lo que más me alertaba eran sus cabellos enmarañados que daba la perfecta explicación de alguien que se ha peleado a golpes con alguien más.
--¡Dios mío! ¡¿Qué es lo que te ha pasado?!—grité dejando que todo el miedo me creciera a flor de piel
Al primer paso que corrí hacia su asiento, ella se paró de un golpe y trazo una fina línea de distancia entre nosotros dos. Aquello hizo que mi alma se partiera en cachitos aun más pequeños como si fuera posible.
Isabella se arrodillo frente a un bote de basura y empezó a escupir toda la sangre que se había acumulado en su boca gracias al labio partido inferior. Después de eso, se tumbó a la descolorida alfombra boca arriba dejándonos a plena vista su barata camisa blanca ahora empapada de su propia sangre. Isabella alargó la mano y, casi a ciegas, agarró un pequeño frasco desde el fondo de su bolso con miles de pastillas color azul. Sin siquiera un vaso de agua se tragó al menos unos cuatro.
Esta vez, no me importó si ella me gritaba hasta quedarse sin voz, o si me golpeaba hasta romperme una o varias costillas, solo corrí hasta arrodillarme junto a ella poniendo su pequeña y lastimada cabeza en mi regazo. Isabella pareció querer protestar, pero gracias a su estado físico, lo único que pudo hacer fue lanzar una palabrota y gruñir.
--No me importa si me sigues odiando o si en este momento lo único que quieres hacer es mandarme hasta el mismísimo infierno—dije tratando de poner toda la dureza que pudiera instalar en mi voz—Te protegeré hasta el día de mi muerte y este día no será la excepción así que será mejor que me vengas diciendo que es lo que te ha sucedido
Isabella me miró fijamente a los ojos casi con dulzura y odio al mismo tiempo. Era en estos momentos cuando todo dentro de mí empezaba a revolverse casi como si mi yo interior quisiera volverme loco. Cuando pensaba que podría dejar ir a Isabella viéndola como empezaba a formar su propia felicidad con otras personas y tal vez otro hombre, me llegaba esta situación de volver a verla completamente vulnerable frente a mí dándome a entender que lo único que quería hacer en esta vida era protegerla y hacer que ella me amara sin peros o contras. La amaba demasiado como para querer dejarla ir.
Ella era mía y yo era suyo.
Por un segundo, solo por una milésima de segundo, algo pasó por los ojos de Isabella, algo que simple y sencillamente me hizo perder la cordura por al menos unos minutos que parecieron horas. Y era que la palabra ''Bésame ahora'' estaba impresa en la pupila de sus ojos.
Aunque claro, eso duró menos que un milisegundo.
--Alguien me ha jodido en la calle. Eso es todo—dijo Isabella con voz dura y ronca
Alcé las cejas sabiendo que aquello era posiblemente ni una pequeña parte de lo que había pasado realmente, pero aun así no la presioné y me limité a asentir y a limpiar su frente con un extremo de mi chaqueta. Mientras tanto, Cole se empeñó en inspeccionar el pequeño frasco de vidrio de donde Isabella había sacado un pequeño puño de pastillas que se había metido a la boca. Por su aspecto, parecían de aquellas pequeñas píldoras que se usaban para drogarse y perder la conciencia por al menos nueve días.
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Just can't let you go-2da temporada de secuestrada
FanfictionSegunda temporada de secuestrada