CAPITULO 15 EXPLICANDO EL RENCOR

143 10 2
                                    

primero gracias a las que leen y comentan, Segundo disculpen la demora, pero había perdido las claves de wattpad y no podía acceder a mi cuenta, tuve que hacer de Kiko y kako para poder entrar.

CAPITULO 15 (EXPLICANDO EL REENCOR)

Victoria: No hagas esto Fabián, siempre has sido un autócrata, pero nunca has sido malo con nosotras, llévame con ustedes no quiero dejar a María sola.

Fabien: (alejándola de María) Mi niña, siempre tan testaruda y protectora, de las tres la mas fiera para proteger a su familia, tienes un destino que cumplir mi niña, César san Román es el hombre adecuado para templar tu carácter y apoyarte en la vida, sé que no lo entiendes y consideras que te coartara la libertad, pero he estudiado a cada una de los San Román desde que tienen 10 años, cada uno de ellos son hombre ejemplares, además como te dije era el deseo de tus padres, sobre todo de tu madre y ella nunca se equivocaba, además ya esta decidido, junto con la nota que les envié con su paradero, le he enviado a César un poder de autorización para el enlace, con eso en sus manos ya eres su esposa, además Victoria, lo amas aunque te niegues a reconocerlo.

Victoria: Pero si los has investigado, entonces ¿porque te llevas a María?, ¿qué sacaras con ello?

Fabien: yo tengo mis motivos personales mi niña, ten por seguro que no le pasará nada, ella necesita algo que no obtendrá acá, ahora no lo entiendes pero te aseguro que yo amo a tu hermana y ella estará bien y cumplirá con su destino.

Fabien: Tomando a María de un brazo, dejo encerrada a Victoria en la habitación, con órdenes al posadero que nadie entrara en ella, a menos que se identificaran como un San Román.

María: ¿De qué se trata tu venganza con Esteban, y porque me tienes que utilizar a mí?

Fabien: sigue caminando María, en cuanto estemos embarcados te juro que te explicaré todo y estarás de acuerdo conmigo.

Mientras tanto en los senderos camino a Southampton Esteban y César apuraban a sus monturas

Mientras cabalgaba, Esteban recordaba la noche con María, esta no se había dado cuenta todavía, pero las cosas entre ellos habían llegado a un punto —aun antes de las últimas horas— en el que ya no podía esconderle sus sentimientos y emociones, al menos no del todo. El duque podía vérselo en los ojos; sin nitidez, pero sí como unas sombras que oscurecían las profundidades de peridoto.

Su comportamiento no había hecho más que reforzar las sospechas; cuando se abrazó a él, se había controlado en la superficie, pero por debajo se sentía frágil, indefensa y ansiosa. Él lo sintió en sus besos, una especie de desesperación, como si lo que pasaba entre ellos, lo que habían compartido en las últimas horas, fuera dolorosamente valioso, aunque efímero. Condenado al fracaso. Que, por mucho que María lo deseara y añorara, y, a pesar de los deseos y la fortaleza de Esteban, no duraría.

Aquello no le había gustado en absoluto. Esteban había reaccionado ante ello, ante María, ante sus necesidades.

Al recordar todo lo ocurrido hizo una mueca. Sabía que María no lo comprendería del todo.

La había visto necesitada de protección, de ser poseída y valorada, y había respondido y la había hecho suya de la única manera que en verdad le importaba a él. O, a fuerza de ser sinceros, a ella.

Suya.

María no se daría cuenta enseguida de lo que significaba aquello, pero a la larga por supuesto que sí. Apenas podría pasar por la vida sin ser consciente de que desde aquel momento era, y siempre sería, suya.

Un problema para ambos, sin duda, ya que su testarudez a ser independiente, no le permitiría reconocer que lo amaba y lo necesitaba tanto como él a ella, debería haber seguido sus instintos y haberla detenido en ese mismo momento, no debería haberla dejado pensar, haberla arrastrado al altar más cercano, no esperar a que ella reaccionara y no escapara.

Tres Destinos (completa)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora