BSD || Crónicas callejeras (One-shots)

La cara oculta de la luna

Personajes: Kouyou, Mori, Hirotsu
Género: misterio
Resumen:
Al igual que la cara oculta de la luna es también la Luna, lo oculto en las apariencias es también la realidad.

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A simple vista, parecía un patético médico arruinado, de aquellos que no sabían dónde caerse muertos.

Apareció un día acompañado por dos niños: uno de ellos vendado como si fuese una momia y el otro portando un muñeco que no parecía muy apto para los niños de su edad. Había oído hablar de que el jefe andaba muy enfermo y que la Mafia necesitaba un nuevo médico que supiese lidiar con la enfermedad de aquel miserable hombre...

Me reí de sus intentos por ganarse algo de confianza con los sicarios con aquella patética personalidad de perro muerto.

«Este no dura ni una semana en la Mafia.»

Gracias a sus torpezas y su comportamiento de niño pequeño, se ganó el apelativo de "bufón".

—Seguro que el jefe quería en realidad un bufón.

—Pues para bufones no está.

—A este chiflado se lo cargan mañana, te lo digo yo.

El único que no parecía seguir el juego de los demás agentes fue Hirotsu, quién intentaba por todos los medios no cruzarse con el médico.

—No entiendo por qué no quieres cruzarte con él... Seguramente, estás pensando que no es digno de ser parte de la Port Mafia, ¿verdad?

Sin embargo, el anciano solo encendió un cigarrillo y se marchó del lugar. Nunca entendía a qué venía el comportamiento de Hirotsu... Tonta de mí: él veía algo que nosotros no veíamos...

Cada día que pasaba, más me sacaba de quicio aquel médico con sus aires dubitativos. Yo sentía que él intentaba acercarse más a mí, y más cuando Chuuya llegó a mi lado con un sombrero que le había regalado aquel doctor.

—¿Qué es lo que buscas?

—¿Perdón?

—Nadie entra a la Port Mafia solo porque no tiene dinero.

—Bueno, necesitaban un médico y aquí estoy.

No había terminado de esbozar aquella sonrisa despreocupada cuando mi Demonio Dorado atravesó parte de su mejilla, haciéndole una herida en el acto.

—Un miembro de la Port Mafia lo habría esquivado o se habría protegido a tiempo. Como suponía, no sirves para nada.

Volvió a desquiciarme aquella sonrisa apurada mientras se limpiaba la sangre con un pañuelo. Decidí dejarlo por hoy, aunque el sombrero del pequeño me recordase siempre a él.

—Con esa habilidad, podrías matar al jefe.

Me congelé al escuchar aquello. Al girarme, observé que su sonrisa escondía algo de malicia.

—¿Verdad, Kouyou-kun?

—¡¿Cómo sabes tú que...?!

—¿Entonces es verdad? ¡Bien, minipunto para mí!

Mi estupefacción no había terminado cuando decidió marcharse tras avisarme de que no era oportuno que me abalanzara contra ese viejo en este mismo momento. Sobre aquel viejo demente que me ató a la Mafia y mató a mi único amor...

Los meses pasaron y el jefe empeoró, llegando al hecho de que los Ejecutivos debían meditar más sus acciones. Estaba claro que el médico no estaba haciendo su trabajo.