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Días de escuela. JungKook y SeokJin estaban iniciando su vida como universitarios. Ya casi terminaban el primer semestre, ambos estaban en la misma facultad de arquitectura y eran los mejores del año.

JungKook tenía 18 años de edad, un chico alto con 1.78 de estatura, cabello negro, tez algo pálida y era la sensación de todas las chicas, pues en todos los talleres en los que estaba eran de deportes y él era el mejor de todos, además que en clases se desarrollaba muy bien, aunque no era el mejor, eso se lo dejamos a SeokJin.

SeokJin tiene 19 años, mide 1.80 metros, cabello café, un gran conquistador de chicas y es el número uno en cuanto a desarrollo académico de su año. Así es, él es un chico bastante coqueto e inteligente, por eso lo buscan las chicas, además de tener unos hombros anchos.

A ambos les gustaba jugar un poco de basquetball en sus tiempos libres, todos los retaban, pero ellos siempre ganaban.

Todos los días después de la escuela Jin invitaba a JungKook a su casa, ahí comían y hacían proyectos que debían entregar. Y hoy era un día de aquellos, sin embargo, era viernes y sólo se dedicaban a comer pizza y ver películas.

Una mochila negra fue tirada al suelo haciendo un sonido mudo en el suelo de la casa de SeokJin.

- ¿No traes nada en tu mochila? - Preguntó Jin que dejaba su mochila sobre la mesa.

- Es viernes, ¿quién trabaja los viernes? Sólo los nerds como tú, SeokJin - reía el menor que se sentaba sobre el sillón, estirando sus piernas y poniéndolas sobre la mesa del centro de la sala de estar.

- Ser responsable es otra cosa - le respondía Jin rodando sus ojos -.

- Sí, bueno, yo tengo otras maneras de estudiar. Oye, siempre me pregunto cómo le haces para pagar la renta de tu casa, es de dos pisos y no es para nada pequeña.

- Tampoco es una mansión - soltó un suspiro el mayor, tomando dos refrescos de su refrigerador -. Esta casa era de mi bisabuelo, se la heredó a mi papá y mi papá a mí, así que sólo pago esta casa una vez al año porque es mía en pocas palabras.

- Debería venir a vivir contigo, siempre estás solo...

- Ni lo pienses, nuestra amistad se terminaría. Olvídalo, Jeon JungKook - se negó rotundamente -.

El pelinegro le miró confundido, encogiéndose de hombros y tomando la lata de refresco que Jin le había lanzado.

- Mejor pide la pizza, idiota. ¡Dos de carne con extra queso!

- Ok, dos hawaianas.

Jin le lanzó una cuchara desde la cocina, la cual esquivó JungKook rápidamente, sus reflejos eran de ninja. De pronto el lugar se llenó de risas, haciéndolo el típico ambiente que lograban formar ellos dos, uno de comodidad y diversión.

Luego de que las pizzas fueron pedidas, Jin le pidió a JungKook que recogiera la ropa que estaba hasta la azotea, pues iba a comenzar a llover.

- Ahora soy su chacha, aish. Es su deber recoger su propia ropa, si tiene diarrea no es mi culpa, él pudo recoger todo después de salir del baño - murmuraba quejándose -.

Subía las escaleras de mala gana, llegando hasta lo más alto de la casa, comenzando a recoger la ropa tal como le había pedido, sin embargo, lo hacía sin ganas. De repente aquellas ganas que le hacían falta le regresaron al ver unas bragas de mujer rosadas, con encaje y un pequeño moño al frente. Su sonrisa pervertida se dibujó en su rostro y comenzó a recoger todo velozmente. Era hora de molestar a su mejor amigo. Bajó las escaleras rápidamente, llegando al segundo piso y dejando el cesto en el suelo.

- ¡SeokJin~! - JungKook cantaba el nombre del mayor.

Llegó hasta el primer piso, donde estaba su amigo poniendo la película en la gran pantalla de plasma.

- Oye, galán~.

- ¿Ahora qué, loser? ¿Me vas a molestar porque tengo diarrea?

- Es algo mejor - tomó la braga y se la enseñó -. Es por esto que no me dejas vivir contigo, ¿verdad? Porque follas a gusto en tu casa sola. Me pregunto... ¿Ya follaste en el sillón? ¡Oh, no! Ahí me siento - decía señalando el sillón y fingiendo que le daban escalofríos -.

A SeokJin no le parecía gracioso aquello. Tomó con fuerza lo que tenía en sus manos y se lo arrebató.

- No follo en mi casa, gran idiota.

Respondió malhumorado, subiendo por las escaleras.

- ¿Por qué te enojas, SeokJin? No es malo si lavaste su ropa interior.

El pelinegro siguió al contrario, el cual había entrado en su habitación, entrando después él.

- ¿Qué haces aquí? - Se quejó Jin.

- Te seguí para ver por qué te molestó lo que dije.

- Sólo olvida lo de la braga y bajemos.

JungKook se encogió de hombros, saliendo de la habitación y notando una puerta al fondo.

- Oye Jin, desde que nos conocimos, me prohibías entrar ahí, ¿por qué?

- Qué metiche eres, Jeon JungKook. Sólo cállate y baja o ¿quieres que te baje a patadas?

El pelinegro chasqueó su lengua, bajando las escaleras haciendo un puchero.

Detrás de aquella puerta prohibida no había un almacén de cosas viejas e inservibles. Detrás había una hermosa y grande habitación hasta quizá un poco más que la de SeokJin. Una cama grande con bastantes adornos en la cabecera, un tocador de color blanco. Todo parecía sacado de un cuento de hadas, colores claros como el rosa y el blanco había por doquier, no había otro color más. Cualquier persona que viera aquella habitación tendría por seguro que es de una chica. Pero ¿lo será?

Los pasos en aquella habitación eran suaves y lentos, los pies estaban descalzos, vistiendo unas medias blancas. Debía ser muy discreta para no hacer ningún ruido, pero estaba muy feliz de escuchar la voz de JungKook, el chico que le ha gustado desde hace seis años. Era inevitable quedarse quieta, su felicidad le inundaba y sólo quería bailar. Su largo cabello café se movía de un lado a otro con delicadeza. Le daba gracias a su hermano que todos los días trajera a su mejor amigo.

La hermana de SeokJin se moría de ganas por conocer a JungKook de frente.

Ojalá pronto lo conozca.

La hermana de SeokJin •• KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora