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Los días pasaron y parecía que a TaeHyung le agradaba tener a su merced al pálido, le gustaba ponerlo nervioso y sobre todo mirar su rostro desencajado cada vez que lograba mirarlo.

A veces Kim venía solo, otros días venía acompañado de sus amigos o de su pareja; y hoy no sería la excepción, apareció con aires de superioridad por aquella puerta junto con dos jóvenes. YoonGi maldijo infinidad de veces que volviera a la cafetería donde trabajaba, habiendo tantas cercas de ahí, tenía que volver específicamente a esa.

Tomo la libreta entre sus manos y se acercó con los jóvenes, lo cuáles venía más animados que otros días.

— Buenos días —, dijo fríamente esperando respuesta de alguno — ¿Qué desean ordenar? —. Cuestionó con miradas de soslayo y algunos pajaritos cantando de fondo, como queriendo ayudar a sus nervios.

— ¿Podrías venir en un rato? —, preguntó un chico de hebras grises — Estamos esperando a JiMin —. YoonGi asintió y comenzó a caminar.

— Espera, JungKook y yo queremos una malteada de vainilla y fresa —. YoonGi asintió y dió otro paso.

— Bueno, a mí tráeme un jugo de arándano, por favor —, sonrió el otro chico y YoonGi volvió a asentir.

El día era soleado y brilloso, algo que a YoonGi no le gustaba; no había viento ni tampoco alguna nube cerca eso indicaba cero lluvias para hoy.
Dejó su libreta a un lado y se adentro a la cocina, encontrándose con la pelirosa que estaba preparando un par de bebidas.

— YoonGi explícame ¿por qué el otro día me pediste que atendiera a la mesa 12? —, preguntó la chica con sus ojos entrecerrados — ¿Qué ocurrió? —. El pálido sonrió a medias y se sentó en la rígida mesa del fondo.

— ¿Recuerdas a TaeHyung? —, preguntó—el chico con el que salía — agrego.

— ¿TaeHyung? — frunció su ceño pensativa — ¿El rubio que te dejo por otro chico? —, el pelinegro asintió — ¿El mismo del cual estabas completamente enamorado, y después de el ya nada tenía sentido? — volvió asentir y suspiro — ¿Qué tiene que ver? —

— Volvió, pero ahora tiene el cabello azul —, sonrió triste — está aquí ahora y viene con su novio, o eso parece— la mayor alzó sus cejas sorprendida y negó frenéticamente

— ¡Que descaro de su parte! —, renegó y dejó los vasos en su lugar — supongo que está bien que haya conseguido una nueva pareja, eso deberías hacer tú, más sin embargo lo que no me parece es que ahora venga muy quitado de la pena y te hablé así como así, ew — arrugó su nariz —.

— Supongo que si, pero no puedo hacer nada —, acomodo los pedidos en la bandeja y salió de la cocina. — Vuelvo en unos minutos —.

Camino hasta las escaleras y subió lentamente cada una de ellas, con las manos tembrososas y su frente un poco sudada siguió su camino hasta encontrarse de nuevo con aquel grupo el cual seguía riendo y diciendo cosas sin sentido.

— Aquí tienen —, hablo fuerte. — Espero y lo disfruten. — Dejo la bandeja y camino unos cuantos pasos antes de ser interrumpido

— Disculpa, ¿Podrías traer un capuchino de vainilla para mi amigo? —. YoonGi frunció el ceño.

— ¿Cuál amigo?.— Preguntó algo aturdido.

— Y-yo —, todo giraron su mirada para encontrarse con unos dorados cabellos y unas mejillas rojizas. — Lamento la tardanza, es que perdí a mi gato — sonrió y YoonGi sintió que su mundo volvía a tener color — Pero ya volvió —.

— JiMin, ven con nosotros — TaeHyung hablo — YoonGi traerá tu pedido en unos minutos ¿no es así? — el mayor asintió.

— Uhm... gracias YoonGi — su voz era tan melodiosa y tierna, aunque graciosa y tal vez intolerable en algún momento. —

— Vuelvo en unos minutos —. Sintió sus mejillas arder cuando el chico de los cabellos dorados le regaló una sonrisa que hacía que sus ojitos formarán una media luna

— Esperaré. — el mayor asintió y bajo casi volando las escaleras.

Su corazón latía rápidamente y no le gustaba esa sensación, el chico que acaba de ver era sin duda el ángel más precioso del mundo.
Tenía unos labios rosados y abultados, unas mejillas regordetas y con un tierno color carmesí coloreandolas, un cuerpo delgado pero bien tonificado y sus cabellos, dios, sus cabellos parecían hilos de oro rizados. Pero sin duda, algo que jamás se iba a borrar de su memoria fue aquella tierna y dulce sonrisa.

YoonGi se golpeó la frente con la palma de su mano y siguió su camino, maldijo infinidad de veces cuando llego a la cocina.

— Estoy enfadada. — dijo la mayor — Estaba preparando un capuchino, te juro que estaba emocionada, el joven era agradable y parecía tener buen tema de conversación; ¡y se fue! —.  Sus mejillas estaban enrojecidas y golpeaba con las yemas de sus dedos la mesa.

— ¿Puedes hacerlo de vainilla? —, asintió — ¡Bien, en unos minutos regreso por él! —, sus amiga era rápida haciendo su trabajo, así que se lo entrego en pocos minutos.

Subió las escaleras a paso veloz después de sonreírle a su divertida amiga y calmó su respiración cuando se encontró a escasos escalones de llegar.

— Tranquilo Min YoonGi —. Se decía, inhalando profundamente se acercó a la mesa con una media sonrisa dirigida al chico de labios abultados.

— Toma —, dejo el vaso cerca y se dio la vuelta, girándose sobre sus talones.

— Gracias YoonGi —.!agrego el menor

— ¿Deberías llamarlo hyung?, JiMin el es mayor que tú — sonrió TaeHyung tratando de llamar la atención de el mayor — Oh, pero no son amigos ¿O si? —.

— Si, creo que no existe esa confianza, lo acabo de conocer —. El rubio bajo su mirada algo apenado.

— No importa, si deseas llamarme hyung no me molestará —. Soltó causando una mirada de desaprobación por parte del peliazul.

— Oh, si no le molesta está bien — agrego el menor con una sonrisa — ¡Gracias YoonGi hyung! —.

— Por nada —, emprendió camino hasta las escaleras y soltó una estúpida risita procurando que nadie lo escuchará.

Bajó con cuidado y desató el nudo de su mandil, mientras mordía su labio inferior. Después de todo este día no había sido tan malo.

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𝐸𝓁 𝒸𝒽𝒾𝒸𝑜 𝒹𝑒 𝓁𝑜𝓈 𝒸𝒶𝒷𝑒𝓁𝓁𝑜𝓈 𝒹𝑜𝓇𝒶𝒹𝑜𝓈 Edición Donde viven las historias. Descúbrelo ahora