Capítulo 14

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Cuando estuvimos en casa hubo un pequeño problema de distribución...

—Yo paso de puto irme a dormir a casa de otro tío, la verdad. Y más sin ti—me reprochó Maca.

—Pero es Tony...—susurré ladeando la cabeza—, además, ya no hay más soluciones. Es él o... Morirnos del asco. Aquí solo hay tres camas.

—Pues duermo contigo, ya ves que problema.

Ese plan he de reconocer que no me mola a nada, primero, Maca era de las típicas personas que te revientan a patadas para dormir ellas agusto, segundo, Maca y yo ocupábamos mucho espacio porque somos de las típicas que nos estiramos a modo de estrella de mar. Dormir en una cama tan "pequeña" como la del cuarto era posible.

—Claro, con mi minúscula cama.

—Bueno, pues duermes en el sofá.

—Y una polla—susurré mirando a mis amigos, todos estaban sentados esperando a que tomásemos una decisión, por una vez quería lo mismo que ellos—. En todo caso dormirás tú.

—Si no me caben los pies, seguro que me caigo en medio de la noche o algo.

—Pues yo también paso, ¿sabes?—le dije por lo bajo.

—Bueno, pues ya me dirás qué hacemos.

—Vale, tengo un plan—suspiré—. No digas el tres.

—¿Qué?

—Tú no lo hagas... ¡Vale, chicos!—comencé a hablar—. Como entenderás le da cosa ir a dormir a casa de alguien que no conoce...

—Lo siento—se disculpó Maca.

—No pasa nada—dijo Tony sin estar mínimamente molesto.

—Por lo tanto he pensado en un juego divertido. Quién diga el número que estoy pensando dormirá en el sofá... Vamos, que pringa. Para hacerlo legal—comencé a explicar—se lo diré a Tony porque él no tiene nada que ver en esto.

Le dije el número a Tony, él asintió lentamente y luego le dije que escogiese a quién preguntar.

—Kinder.

—Mmm... El ocho.

—No, Maca—le seleccioné.

—¿El cinco?—cuando negué con la cabeza fingió estar aliviada.

—Pimp, te toca—dijo Tony girando su cabeza hacia él.

—Mmm, el treh—dijo haciendo el gesto con su mano izquierda.

—A la primera a la frente, macho—afirmó Tony.

—Me cago en mi vida.

Tony se marchó después. Cada mochuelo a su olivo y a dormir, pero algo me pasaba, estaba pensativa, el sueño no me venía pero... ¿por qué?

Mi puerta se abrió con esos pensamientos y mis ojos protestaron al haz de luz que se colaba por el hueco entre la puerta y el marco de ésta.

—¿Pimp?—pregunté con voz ronca de estar dormida (aunque no fuese así).

—No pretendía despertarte pero Kinder está dormido con la gata a sus anchas...—comenzó cerrando la puerta a su espalda.

—Y no puedes dormir en el sofá—adiviné.

—Y tu amiga es de las típicas que parece que te hable a hostias, ¿entiendes?

—¿Me quieres echar de la cama?

—MÍ cama—subrayó.

—Bueno, pero estoy durmiendo yo en ella—le dije mientras me daba la vuelta "para dormir".

Pico Tres (Pimp Flaco y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora