Capítulo 22

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NARRA PIMP:

Pasan los días y ____ no despierta.

Me preocupa pero creo que es normal, no lo sé... Nunca antes me había pasado algo así y me da miedo que no despierte.

-Hola, ¿Pimp?

-Hola doctor-le respondo mientras me apresuro a mirarle esperanzado.

-Tengo malas noticias...

-Lo suponía-digo con las palabras atragantadas en mi garganta-. Dígame, doctor, ¿no sé va a despertar, no?

-No, no es eso... No responde...

-No se despierta-me angustio mientras mi mano se aprieta a la suya, he sido muy injusto con ella y no podré decírselo nunca. No sé me da bien hablar de estas cosas y menos si va a estar muerta.

Mis lágrimas salen por mis palabras.

-¿Qué quiere decir eso? Qué no despertará.

-A ver, eso no exactamente...-comienza nervioso- lo que quiero decir es que... No podemos seguir perdiendo tiempo con una paciente que no se recupera.

Kinder y Tony entran por la puerta callados, escuchando la conversación atentos.

-¿La está... desahuciando o algo así...?

-Bueno, esa palabra es muy... Fuerte. Estoy... Cambiando a esta persona que no responde y que podría (pero no podemos) por otra que necesita está habitación también y que tiene el mismo derecho y tal vez la necesite más...

-Lo estás mejorando, tío-dice Kinder sonriente, sé que quiere pegarle un puñetazo pero ahora soy yo el que tiene que contenerse y él el que tiene que contenerme.

-Mira, necesitamos esta habitación y esta mujer no hace nada. No ha movido ni un músculo y normalmente ya estaría hablando y ¿ves que lo haga?

Una bocecilla me dice "haz algo, idiota". Es mi subconsciente castigándome con la voz de ____.

-Ella se merece estar aquí-defiendo levantándome. Dos enfermeros han entrado. Me giro hacia ella "haz algo tú, por favor" pienso rápidamente. Es de idiotas. Es imposible.

NARRAS:

Mis dedos pesan muchísimo y la luz cada vez estaba más cerca, ese foco de luz...

Después de varios intentos mis párpados no se abren. Me siento impotente.

Unas manos tocan las barras de mis lados mientras Tony habla.

-Una despedida-dice avispado-. Déjanos al menos despedirnos de ella.

Noto como los pasos salen de la sala mientras Pimp acaricia mi mano, algo produce sus caricias en mí que mi dedo índice se mueve con suavidad al notar una de sus lágrimas.

-El dedo...-susurra Pimp-. ¿Puede moverlo, gatita? Por favor...

Insisto aunque me pese y puedo acostumbrarme al amargo dolor mientras Pimp grita contento que puedo mover mi dedo índice, exclama tan contento que casi produce que mis mejillas dejen hacerme sonreír.

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Pico Tres (Pimp Flaco y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora