CAPÍTULO V

18 4 0
                                    

¿Sabes lo tedioso que es estar en clases a las ocho de la mañana después de haberte desvelado el día anterior por estar leyendo? Sí, era horrible estar escuchando a una señora de sesenta años, aproximadamente, hablar de bacterias, composiciones, cultivos y demás. Era como tener una espinilla en el trasero. No podías dormir ni tampoco hallabas la manera de enfocar tu atención.

Lunes, tedioso lunes. Normalmente Julie no se quejaba de eso, amaba venir a clases, sin embargo, aquella mañana el sueño la dominaba.

—Escherichia Coli es el responsable en un 90% de las infecciones urinarias, seguido de Staphylococcus Saprophyticus —comentaba la profesora Milagros mientras Julie batallaba con otro bostezo.

El día para la joven no comenzaba de una buena manera, de hecho, en la madrugada no tuvo luz, así que tuvo que bañarse, vestirse y comer a oscuras. La camisa que llevaba aquel día era una polo gris plomo, agradecía profundamente que la tela no requiriera de planchado, el resto de su vestimenta era lo usual, jeans y converse. En ocasiones pensaba que sus compañeros comenzarían a llamarla Nipa por lo de “Ni pa´bañarse se los quita” en referencia a los zapatos. Pero así era la vida de un estudiante universitario: trágica, sacrificada y en la pobreza extrema. De broma y le alcanzaba para pagar las recargas de agua diarias. Julie, pensaba lo injusto que era que no te avisaran eso desde pequeño, no te agarran y te dicen: “te costará un ovario estudiar en la universidad, sacrificarás tiempo, no tendrás dinero, llorarás en ocasiones al ver que por más que estudies reprobarás por la mínima tontería, habrá una competencia no sana, exclusiones, deslealtad, llegarás agotada a casa y querrás descansar, pero no podrás porque te tocará estudiar para la evaluación siguiente”.  Al contrario, sólo te dicen: “estudia que tienes que ser alguien en la vida, es de suma importancia que obtengas un título”. No para todos aplica lo mismo, pero para ella fue exactamente así. Algunos tienen mejor suerte y cuentan con una vida universitaria más ligera, afortunados ellos. A otros tantos como a Julie, la vida los patea una y otra vez, buscando la manera de hacerte fuerte. Pero al final, todo sacrificio merece la pena.

Sería un día largo, aquel día salía a las cinco de la tarde ya que veía fisiopatología de una a cuatro. No le costaba tanto ese horario, lo único que se le dificultaba era su adaptación en algunas materias como inmunología.

—Es el quinto bostezo que llevas en menos de hora y media —susurró Hana desde el asiento trasero, “¿en serio?” Pensó Julie. Ella ni siquiera se daba cuenta de la cantidad de bostezos que llevaba aquella mañana.

—No descansé muy bien —susurró la joven de vuelta—. No sabes el esfuerzo que estoy haciendo para no dormirme.

Hana soltó una suave risa y siguió prestando atención.

Algunos tienen la firme convicción de que por el sólo hecho de asistir todos los días a clases, de estar puntual y de cumplir todas las reglas al pie de la letra tendrías un excelente promedio. Pues no, no era el caso de Julie, y estaba consciente de que en gran parte era su culpa, debido a que su tiempo lo dividía entre pasar tiempo con su madre, socializar, leer y cumplir con los deberes escolares. Y no se arrepentía, al menos no aún. No era excelente, era sólo una chica promedio, normal. No sobresalía pero tampoco era la opacada. Consideraba que aprendía y veía frutos de ello.

Tenía una admiración por Hana y Gene, ambas tenían cualidades que admirar. Gene era excelente en su promedio, era algo que le preocupaba bastante; mientras que Hana tenía una excelente memoria y no era sólo por alardear, ella en serio recordaba detalles minuciosos de años anteriores o podía sólo estudiar un día u horas antes y se le quedaba todo grabado, era algo que cualquier persona no podría o le costaría.

Tu Aura Y La MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora