CAPÍTULO IX

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Los seres humanos solemos volvernos estúpidos al gustarnos o enamorarnos de una persona. Es como si nuestra capacidad de raciocinio se disminuyera al mínimo y nuestras neuronas se enfocaran en la transmisión de un solo mensaje: esa persona. No existe nada más, sonreímos como si nos hubiésemos sacado el premio gordo de la lotería, la felicidad perdura por horas y gastamos nuestro tiempo idealizando escenas con esa persona que, muy seguramente, nunca ocurrirán.

Ahora bien, Julie se encontraba analizando la situación que embargaba su vida a raíz de que conoció a Nahuel. Tenía en claro que las etapas de afrontamiento se resumían en seis: crisis, negación, enojo, depresión, aceptación y aprendizaje; pero ella prefería dejar sólo las tres más importantes: negación, aceptación y superación, ya lo demás era añadidura.

Aceptación, la etapa más difícil de, valga la redundancia, aceptar. Una vez que aceptas los acontecimientos ya no hay vuelta atrás, no hay manera de retroceder todos los pasos avanzados, sólo queda "aceptarlo".

Julie tomó una galleta oreo y separó ambas caras, para luego quitar la crema y comérsela, y posteriormente comerse ambas caras de la galleta. Aquella manía la tenía desde que tenía uso de razón, no acostumbraba a comérsela de la manera tradicional. Se encontraba recostada en su cama observando el techo, no sabía en qué momento todo se salió de control, se preguntaba constantemente qué tenía él que le gustaba de esa manera tan rara e inesperada. Muchos concordaban en que le faltaba un tornillo en la cabeza, pues eran pocas las veces en las que había hablado con Nahuel como para desarrollar aquel gusto por el joven. De hecho, estaba segura de que era posible contar con los dedos de una sola mano la cantidad de charlas habidas entre ambos, ¿en serio el amor a primera vista existe? Porque de ser así, podía echarle la culpa a este por lo que sentía por el joven, aunque en su caso sería "amor a segunda vista".

Todos en algún momento de sus vidas se han encontrado en la disyuntiva entre dos personas, una decisión que, muchas veces, era difícil de tomar. En la balanza estaba Alfonso con el peso de casi cinco años de relación a distancia y en el otro lado estaba Nahuel y la bonita ilusión que sentía por él. Y sí, Alfonso fue un asco de persona con Julie, sin embargo, eso no le quitaba el peso de ser un ser humano que merecía el mismo trato y respeto que cualquier otro. Al menos así pensaba ella. Nahuel, en cambio, era lo nuevo, bonito y apabullante, era lo que la obnubilaba, una simple ilusión que no sabía a ciencia cierta si era a largo plazo. Nahuel, en pocas palabras, era incertidumbre.

Consciente o inconscientemente sabía qué decisión tomar, y no recaería en lo absurdo de echarle la culpa a lo que empezaba a sentir por Nahuel, al contrario, eso sólo le hizo ver que ya no iban en un mismo camino, pues ella ya tenía otro sentido. Un sentido que, irremediablemente, era lejos de Alfonso. No buscaría culpables porque sería bajo de su parte el justificarse, simplemente aceptaría el cambio dado por sus sentimientos.

Cuando amas a alguien no piensas de manera romántica en nadie más, cuando se está enamorado no tienes ojos sino sólo para esa persona y cuando no es así, es preferible soltar la mano de esa pareja y seguir tu propio camino, siempre con la verdad y sin lastimar a los demás. Debemos recordar siempre que somos dueños de nuestras acciones, y que estas pueden perjudicar la vida de las personas. Es mucho más sencillo vivir con la verdad que con la mentira. Ella procuraba tener siempre presente la segunda ley de Newton, la de causa y efecto, ya que lo que hagas en esta vida se te devolverá, tarde o temprano, con creces.

"Necesitamos hablar".

Apenas envió el mensaje sintió remordimiento, ¿si no estaba tomando una buena decisión? ¿Y si todo era muy apresurado?

"Dime, amor, ¿qué sucede?", fue la respuesta de Alfonso al instante.

"Ya no siento lo mismo".

Tu Aura Y La MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora