CAPÍTULO II

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Julie, odiaba enero, le parecía un mes infernal por el calor y el poco dinero que quedaba en la cuenta bancaria después de las fiestas decembrinas, o al menos así lo consideraba al principio. Finales de enero era cuando todo comenzaba a mejorar. Se encontraban ya a treinta de enero del 2019. Año impar, año de problemas. Sólo esperaba estar errada en aquella afirmación.

Hacia ya dos semanas que había retomado el curso escolar en la universidad, le quedaban dos años y medio de carrera aún. Pero esa no era su preocupación, de hecho, era lo que más la motivaba. Lo que tenía su humor del asco eran las constantes discusiones que mantenía con Alfonso, tanto así que estaba considerando seriamente acabar aquella absurda relación.

Eran ya las cinco menos quince de la madrugada cuando se preparaba para tomar el baño y comenzar su día en la universidad. El agua rozaba cada poro de su piel, la cual se erizaba al entrar en contacto con esta por lo bajo de la temperatura aquella madrugada. Extrañamente era de esas personas que amaban tomar una ducha con agua fría. De fondo podía escuchar a Morat llenando con sus voces la estancia, se movía al ritmo de la canción. Hoy tenía tres materias: una de siete a nueve, la segunda de nueve a diez y media, y la última de once a una de la tarde. Aquel sería un día largo, pero pensaba tomárselo de la mejor manera posible.

El transporte pasaba a las cinco y cuarenta de la madrugada. Iba vestida con una blusa de tirantes verde oliva, la cual combinaba con un jeans de tiro alto. Para ella era un vestir sencillo y rápido, acorde a su comodidad. No solía usar mucho maquillaje, sin embargo, no podía faltar un poco de polvo y brillo labial.

—Julie, te va a dejar el transporte —dijo Rose, alías su madre, quien se encontraba guardando sus táperes dentro de la mochila. Ella, cada mañana, la ayudaba tomando parte de su tiempo a colaborarle en preparar su desayuno y almuerzo. Era una señora ya mayor, tenía casi seis décadas de vida. Para Julie ella era más que su madre, era su compañera y amiga.

El estar lista a tiempo era lo que más le preocupaba a Julie, perder el bus y que le tocara irse en transporte público era una pesadilla que evitaba a toda costa pasar. La distancia de su casa a la universidad era lo suficientemente larga como para tomarse dos horas de viaje en bus normal, en cambio, con el transporte eran sólo treinta minutos y gratuitamente.

Como era costumbre, Hana y ella desayunaban juntas, se sentaba a esperarla en un banco con vista a la entrada de la universidad. Admiraba el alba en su espera y tomaba su tiempo para meditar sobre lo que, posiblemente, acontecería aquel día. Posteriormente a su llegada irían a la plaza donde se sentarían con Ángel, un amigo en común, a esperar la hora de entrada charlando sobre banalidades.

Nada fuera de lo común ocurrió en aquel momento, hablar sobre profesores, huelgas, exámenes y prácticas de laboratorio era en lo que se basaba aquella mañana. Gene llegaría hora más tarde, justo para su hora de entrada. Aunque cursaban el mismo semestre y con las mismas materias, Gene, estaba en otra sección. De igual manera, los horarios coincidían y siempre procuraban pasar el tiempo las tres juntas, compartían solo una materia en donde ambas secciones estaban mezcladas.

Inmunología fue la hora más pesada, la clase de antígenos se basó en una clase para alumnos tipo preescolar, algo incompleta pero sencilla de entender en ese momento, ya que días más tardes tocaba, por cuenta propia, estudiar. Era una de las materias que más se le dificultaba a Julie, tal vez porque no le prestaba la atención que requería. Hana la ayudaba de mil maneras para que no quedara atrasada, ya sea explicándole o regañándola cuando no entendía algo y su mente vagaba en la lectura que causó su desvelo el día anterior. Julie, acostumbraba a leer un libro diario o día intermedio. Amaba hacerlo, perderse entre líneas y párrafos era su pasatiempo favorito.

Eran ya las diez de la mañana cuando Hana conversaba con Arturo. Julie los admiraba en silencio, pensaba que era muy valiente de su parte hablar con él. Ella ya se hubiese alejado de aquel amor que dejó más que una simple cicatriz. Era una herida aún sangrante, pues recordaba lo acontecido en noviembre del año pasado.

Tu Aura Y La MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora