PRÓLOGO

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Una necesidad, una ansiedad, un cosquilleo, un susurro, una emoción, una sonrisa, una mirada y unas cuantas palabras.

Julie, se encontraba sentada en el banco que daba a la entrada de la universidad, a lo lejos podía observar quienes llegaban y quienes se iban. Era ya la hora del almuerzo. Se encontraba con sus auriculares escuchando de fondo a su banda favorita, en su mano derecha sostenía un bolígrafo de tinta negra, pues repudiaba escribir con los de tinta azul largos párrafos. En su regazo reposaba el viejo cuaderno desgastado, con páginas repletas de letras y algunos tachones, algunas esquinas de las mismas se encontraban dobladas. No había inspiración, no había un motivo aquel día para escribir, sin embargo, no pasó mucho tiempo después cuando lo vio aparecer, iba en su mundo, con su caminar descuidado y su mirada absorta. Ella sonrió sin preverlo, lo miró a la distancia.

El chico absorto en su mundo no se fijó en la joven que lo había convertido en su musa, ella no dejaba de observarlo mientras seguía sus pasos. Instintivamente la mirada del joven dio con la de Julie que, sonrojándose, le sonrió. Pensó, su parte insegura, que él no correspondería tan absurdo saludo; pero, contrario a lo que pensaba, le devolvió la sonrisa.

Ella, al sentir su corazón latir descontrolado en su pecho, lo comprendió.

Solo hizo falta un segundo para que él se adueñara de sus pensamientos.

Tu Aura Y La MíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora