Odio (M)

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Odié cuando no pude recibirte en mi vida como yo quería, con un abrazo un beso una unión mágica entre 2 almas que estaban destinadas a estar juntas y que después de 8 meses, por fin habían visto sus caras.

Odié tu actitud lejana, tu miedo al mundo, a las personas a mi. Odié que me vieras como una extraña y me trataras como si todo ese tiempo tú no hubieses hablado conmigo, no me hubieras conocido.

Odié tu persistencia por hacer de nuestro hogar algo igual a lo que tu estabas acostumbrado, un ambiente para mi hostil.

Odié tu silencio, tu lejanía, la distancia. Llegar a una casa en la que estaba la persona que más amo, pero una persona que no decía ni una palabra para mi.

Odié tus pocas palabras en ese momento, ese "no sabes cocinar" que me partió el corazón.

Odié tu celos, esos celos desmedidos que habías empezado demostrar cuando yo estaba en venezuela aún así cuando yo te expliqué que la mayoria de mis amigos eran hombres.

Esos celos que te llevaron a no entender el cariño que sentía por personas especiales en mi vida, quizás personas que ya estaban en el pasado con las que ya no tenía contacto o tenía muy poco.

Odié que no pudieras entender que para mi no significaba que no te amará o que amara a otra persona, el hablar con ellas y que el pasado no es igual al presente y que porque hayas tenido una historia con alguien no significa que eso persiste.

Odiaba que por amor a ti tenía que humillarme constantemente, humillarme ante ti, suplicarte, insistirte, pedirte que por favor estuvieras conmigo, que hablaras conmigo. Que no pudieras perdonar las cosas que para mí no eran pecados, como hablar con mis amigos.

Odié esa disparidad con la que tu constantemente evaluabas mis errores. Tú podrías hacer lo mismo que yo, pero si yo lo hacía era un pecado. Si tu lo hacías no tiene importancia porque tu pensabas que si tú no sentías nada no estaba mal y juzgabas mis acciones bajo la premisa de que yo sí sentía algo cuando no era cierto.

Odié todas esas actitudes en las que tu me dejaste sola llorando, sufriendo, gritando por Venezuela, por tu amor. Porque por el más mínimo error que cometía eras totalmente implacable.

Me quitabas algo muy preciado para mí: tu presencia, tus palabras. Y así se fue creando tanto odio y rencor y mi corazón que me preguntaba en un momento si te amaba más de lo que te odiaba.

Odio, odio con todo mi corazón todas esas veces que me sentí ultrajada por tus miedos, que me sentí encerrada en un mundo gris tratando de entender cómo tu veias las cosas, tratando de reflejarlo para que te sintieras cómodo.

Vender mi alma para estar a tu nivel, para estar al nivel en el cual tú podías ver y sentir las cosas. Vender mi alma a este monstruo gigante que la aplastó, arrugo y daño hasta que no quedara ni un solo vestigio de la alegría, de las ganas, de la fuerza de esta venezolana, solo para poder estar contigo.

Odie la rutina, las quejas, los falsos compromisos: esas cosas que hacías para que yo solo callara y dejara de llorar, de sufrir como quien trató de calmar a un niño. Esa lejanía dentro de la rutina, esa la rutina que nos fue matando.

Luego de acumular tanto odio simplemente me entregue a él y así fue como todo terminó para mí sin darme cuenta, aun cuando te tenía todos los días en la cama junto a mi, porque eras una constante lucha entre el odio que sentía y el amor tan inmenso que yo tengo por tu Alma, por tu cerebro, por tu corazón. Así me fui.

One Shots de AmorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora