El verano

862 44 0
                                    

Luego de regresar a casa y saludar a mi madre, me dirijo hacia mi habitación para desempacar y recostarme un rato antes de que la cena estuviese lista. Acostado, mirando el techo de mi habitación, empecé a extrañar Hogwarts, mi habitación y la sala común de Ravenclaw que parecía ser un universo flotando sobre nosotros. Tarde o temprano debía buscar el hechizo que creaba ese tipo de ilusiones.
Los días pasaban y en cierto punto terminé desviándome de mi meta de encontrar el dichoso hechizo, cada tanto a un lado de la hoja en la que tomaba apuntes dibujaba una nariz rodeada de pecas, más adelante una sonrisa con hoyuelos a los lados. Terminé tirando hojas tras hojas hasta que al final llegue a la conclusión de que estaba frustrado y solo necesitaba despejar mi mente dibujando, cosa que no había podido hacer en mi tiempo en Hogwarts.
Me había pasado toda la tarde en mi habitación dibujando todo tipo de cosas, desde mi varita hasta un muy mal intento de Fang. Pero en la mayoría de las hojas que había apartado, no desechado porque me dolería hacerle tal cosa a dibujos como esos, estaban ocupadas por algunos bosquejos rápidos y otros por trazos hechos con más dedicación y cariño. En equellas cuatro o tal vez cinco hojas estaba plasmado el segundo hijo de los Weasley.
Charlie sonriendo, Charlie y el brillo en sus ojos cuando habló aquella vez sobre dragones, Charlie acomodando su cabello, Charlie en todo su esplendor.
Tenía miedo, estaba llevando toda mi concentración solamente hacia él, la atención que debería estar ocupando para adelantar mis estudios para los T.I.M.O.S. Estaba preocupado de que llegara a desarrollar una obsesión hacia el chico, de que no pudiera ya dejar de pensar en él nunca más.
Y así pase cada día durante las vacaciones de verano. Dibujando al chico dragón Weasley, tratando de no olvidar su voz, de no olvidar cómo lucía su cabello mientras pasaba una mano por él. Y había veces en las que me encontraba divagando hasta dónde llegarían sus pecas, cuanto de su cuerpo cubrirían, o qué tan suave sería su piel, el tocar sus manos y guardar su textura en un baúl exclusivo con el nombre de Charlie Weasley.
Mordía mis labios y uñas tratando de contener algún que otro suspiro. Pasaba horas en vela pensando en las infinitas posibilidades que podría tener este nuevo año de colegiatura. Las innumerables aventuras que podríamos tener juntos, las travesuras, las salidas a Hogsmade, las charlas interesantes que podríamos llegar a tener si conocíamos más el uno del otro.
Cada noche era una fantasía nueva, un sueño que creaba en donde Charlie y yo podíamos hacer mil y un actividades juntos. Cada noche, después de haber creado tal hermoso escenario, me reprimía a mí mismo por pensar tales estupideces. Debía centrar mis pensamientos, debía encontrar a mi hermano aún si todos a mi alrededor habían perdido ya la esperanza. Debía concentrarme en mis estudios si deseaba irme de viaje de investigación en un futuro. Debía centrarme para ser uno de los mejores y mas reconocidos herbólogos que el mundo mágico haya conocido.
Debía centrarme, pero la sonrisa de Charlie era todo lo que ocupaba espacio en mi mente.

Pensando en su Constelación (~Charlie Weasley~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora