La bóveda

295 10 0
                                    

El tiempo pasaba volando y la clase de cuidado de criaturas mágicas estaba ganando el puesto dos en mi lista de clases preferidas. Disfrutaba estar al aire libre, cuidar y aprender sobre aquellas bestias fantásticas no se comparaba al hecho de que podía estar esas horas lado a lado de Charlie.
Habían veces en las que estábamos tan juntos que podía sentir ligeramente un aroma a naturaleza, a algún tipo de flor y otro aroma que aún no podía distinguir. Había aprendido mucho sobre criaturas mágicas en esa clase y no todo era por escuchar al profesor Kettleburn, las charlas entre trabajos con Charlie me habían abierto la mente a un montón de datos sobre dragones que antes desconocía. Los pequeños roces de manos, los choques de hombros, los alagos y sonrisas hacían que mi pecho se hinchara de felicidad y esperanza, esperanza de que en el futuro Charlie y yo fuésemos más unidos, que pudiera darme una oportunidad quizás para algo más.
El enfrentarnos dos veces con el gorro rojo había puesto a prueba nuestra amistad y ahora Bill nos estaba haciendo enfrentar a los dos en un duelo, no quería lastimar a Charlie, no quería hacer nada que él no quisiera, pero el brillo de emoción en sus ojos cuando se colocó en posición e hizo la reverencia me dió a entender que estaba de acuerdo con esto. Lo traté, traté de ser lo más cuidadoso posible y después de cada golpe terminaba disculpándome con él.
-Mañana, tu y yo en el comedor.-dijo Charlie luego de que lo ayudara a levantarse del suelo.
-Debería ser yo quién te invitara a comer algo después de que golpeara tan fuerte con ese último hechizo.-traté de mantener nuestras manos unidas unos segundos más pero terminamos separándonos y yendo junto a Bill.
-Nada de eso, quiero hablar contigo.

A la mañana siguiente me levanté impaciente por reunirme con Charlie en el gran comedor, bajé las escaleras a toda velocidad y atravesé la sala común como un rayo, no había tenido tiempo siquiera de saludar a mis compañeros. Para el momento en que estaba por subir las escaleras para buscar a Charlie una voz hizo que me detuviera, la señora Rakepick estaba recostada contra la pared con los brazos cruzados.
-Aula de transformaciones, en cinco minutos. Más te vale estar allí cuando llegue.
Sin nada más que decir se fue escaleras arriba dejándome parado en medio del pasillo, me disculparía más tarde con Charlie. Ahora debía estar allí y ver qué era lo urgente.
Y lo urgente resultó ser algo útil, el hechizo repelente de arañas, Arania Exumai era la última pieza que necesitaba para hacer frente a la bóveda maldita y terminar con esto de una vez.
Debía poner al corriente a mis amigos, si el enfrentamiento estaba cerca los quería aún más cerca a ellos. A uno en especial.
Más tarde tenía planeado reunirme con Rowan y Charlie en el patio para hablar, necesitaba disculparme con Charlie por dejarlo plantado esta mañana. El patio era un lugar hermoso, amplio y con vistas inigualables tanto de día como de noche.
Allí estaban, parados hablando juntos seguramente de varitas y dragones.
-Chicos, lo siento si me retrasé. Necesito contarles algunas cosas.-me giré hacia Charlie.-Lo siento, no pude avisarte antes que no podría reunirme contigo.
-Amigo no te preocupes, ahora que es lo que nos querías contar. Además del hecho de que casi no nos hemos visto en gran parte del año.-Rowan tenía razón, había descuidado a mis amigos en mi búsqueda de la bóveda.
En el momento en que me disponía a hablar con ellos, una figura encapuchada nos atacó, primero Charlie y luego Rowan, ambos petrificados ante mis ojos. La muerte estaba cerca había dicho la figura misteriosa, pero haría todo a mi alcance para para proteger a mis amigos, pelearía hasta que mi cuerpo no diera más, pelearía hasta que no quedara nada de mi varita para lanzar hechizos. Y así lo hice, pero no fue suficiente, solo lograba lanzar hechizos protectores pero cada vez iba más y más rápido, y lo último que pude hacer fue colocarme frente a Charlie para que el último ataque no le diera, pero me dió a mi.
De espaldas en el suelo escuché cómo la señora Rakepick detenía al encapuchado, con un solo movimiento de muñeca lo mandó a volar desvelando su identidad. Ben parecía estar mareado y muy perdido.
Despetrifique a mis amigos, esperando que no tuvieran heridas más graves que algunos rasguños. Rowan parecía más herido por la supuesta traición de Ben que por haber sido atacado, antes de que la situación se terminara descontrolamdo más decidí que era mejor llevar a Ben a la enfermería. Más tarde nos ocuparíamos de él.
Acompañé a mis amigos dentro del castillo y nos separamos. Más adelante haríamos planes para ir a la bóveda, Charlie se alejó aún sobándose los hombros y confirmó que al día siguiente nos reuniéramos, pero no dijo dónde.
Esperaba cualquier lugar, las Tres Escobas, el comedor, el patio, la pradera, pero el pasillo dónde almacenaban cosas era lo que menos me esperaba.
-¿Charlie?
-Lo siento, la sala de artefactos fue lo primero que se me ocurrió.-lanzó una pequeña sonrisa.
-¿Oye, estás seguro de querer regresar al Bosque Prohibido después de lo que pasó?
Su mirada se desvió y mordió su labio inferior. Por favor, por favor no vuelvas a hacer eso, pensé.
-Más que nunca. Tenemos que hacerlo.
Suspiré mirándolo allí parado, con toda su determinación a flote.
-Debemos llevar a Bill con nosotros, yo me encargaré de convencerlo.
-Es una gran idea, yo practicaré másis hechizos de combate. Avísame cuando sea el momento.
Y con aquello resuelto solo quedaba reclutar a Bill, dirigirnos al bosque prohibido para reunirnos con Hagrid y Torvus. Y hacerle frente a lo que sea que estuviera custodiando la bóveda maldita.

El almuerzo con el mayor de los Weasley fue viento en popa y accedió a acompañarnos en nuestro desafío. Juntos emprendimos nuestra larga caminata rumbo a la arboleda que quedaba en la entrada del bosque prohibido, y Torvus ya estaban allí esperándonos impacientes.
Torvus saludó primero a Hagrid y luego a Charlie.
-¿Has visto algún dragón últimamente?
-Nunca he visto un dragon, quizás deberíamos hablar sobre tu obsesión con los dragones...
Antes de que el debate se pusiera en marcha decidí intervenir y preguntar sobre el camino a la bóveda, Torvus había acordado en guiarnos si le devolvíamos aquella dichosa punta de flecha.
-Andando.
Seguimos a Torvus por un sendero casi borrado a través del bosque hasta llegar a un rincón donde la luz parecía ser absorvida por la maraña de arboles, viejas y grandes cantidades de telarañas colgaban y entrelazaban las ramas más bajas de los árboles.
-¿Torvus, estás seguro de que es aquí?
Tenía un mal presentimiento con respecto al lugar donde nos estábamos dirigiendo, ls telarañas se hacían cada vez más espesas y para cuando nos disponíamos a buscar la entrada una gigantesca Acromántula salió de entre los árboles y nos hizo frente. Por alguna extraña razón parecía conocer a Hagrid y a éste parecían caerles bien los de su especie, en mi opinión eran molestas y tediosas de tratar.
Molesta criatura, se aprovechaba de la maldición para alimentarse de los sonámbulos y lo peor de todo había inmovilizado a mis amigos. Bill y yo quedamos libres, con miedo, pero libres de sus telarañas.
-Ash, yo me ocuparé de liberarlos, gana algo de tiempo.-decía Bill mientras se ocupaba de liberar a los demás.
Respiré hondo y di todo de mi.
Con cada hechizo, con cada golpe, con cada oportunidad que tenía para protegerme, cada momento de pausa mi mente se llenaba con imágenes. Bill presentándome a Charlie, las noches en vela pensando en él, Charlie sonriendo, hablando de dragones, jugando en las clases del profesor Kettleburn, los roces, las miradas.
Todo lo que más amaba y estaba detrás de mi en peligro, todos esperando a que los defendiéramos de aquel monstruo.
Y con un último aquella bestia cayó derrotada. Detrás mío vi como mis amigos eran liberados y aquella presión que sentí en el pecho desde el inicio del combate se iba aflojando de a poco, aliviado fui hasta cada uno para comprar que no tuvieran heridas graves. Examine cuidadosamente a Charlie, nada roto y lo máximo eran un par de rasguños probocados por las ramas tiradas.
Bill posó su mano en mi hombro, sabía lo que so significaba sin necedad de que hablara, había llegado la hora de entrar a la bóveda. Despejamos las telarañas y nos sumergimos en la oscuridad del interior, poco a poco la tenue luz proveniente de las antorchas. Todos nos miramos. Bill ya conocía lo que sucedía una vez tocara aquella cosa y debelara el tesoro adentro, aún así avancé. La voz de mi hermano retumbó en mi mente, cada vez estaba más cerca de encontrarlo, lo sabía o más bien eso quería.
Toqué la columna con la flecha de Torvus y en un instante estatse abrió dejando ver el contenido de su interior.
-¿Un suéter?
-A quién le importa un suéter cuando hay dragones.-Charlie sonaba emocionado a más no poder.
No lo culpaba, habíamos pasado por mucho y por ahora era momento de despedirnos de nuestro guía y regresar al colegio. La ceremonia de fin de curso sería en un par de días.
La siguiente bóveda y su misterio podían esperar, ahora solo deseaba pasar el mayor tiempo posible junto a Charlie. No lo vería en un largo tiempo, ni a ninguno de mis otros amigos. Les debía pasar tiempo con ellos y además Penny me había propuesto hace tiempo resolver el asunto de mi cabello sin tener que cortarlo.
Sería un largo verano. Uno donde soñaría con el chico dragón las veces que pudiera.

Pensando en su Constelación (~Charlie Weasley~)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora