Capítulo 20.

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Ashton Irwin había terminado la secundaria y estudiaba música. Era baterista y cantante. Aunque cantar no era su don especial conquistaba el alma de cualquier persona cuando comenzaba a marcar tiempos con su batería. La manera en la que él se expresaba en ella era incomparable. Revoleaba su cabello, comenzaba a sudar, se prendía tanto en ella que no había manera de quitarle los ojos encima cuando comenzabas a verlo.

Tenía decidido volver a su antigua ciudad de sorpresa y a visitar amigos, tratar de unir a su banda nuevamente y vivir en su casa anterior. El hombre que la había comprado se fue de la cuidad y la dejó a la venta, cuando Ashton se enteró sintió que su destino quería que él vuelva. Que esa casa era su hogar. Lo supo en el momento en que tomó una fotografía y la vio. Le costó convencer a sus padres pero ellos lo vieron tan ilusionado con la idea que le desearon suerte. El pagó le costó alrededor de siete meses, muy poco tiempo para una propiedad así. Trabajó como esclavo cada día para recompensar a su madre y dejarle varios regalos antes de irse. En la cuidad podría buscar trabajo, conocer a alguien, comenzar a vivir independientemente. Los primeros días se dedicaría a remodelarla un poco y arreglar las pequeñas fallas que el dueño anterior había dejado. Su madre le advirtió que la vida era difícil cuando te independizas, que los primeros días con el dinero que él tenía ahorrado serían fabulosos, pero cuando ese dinero se acabe ya nada sería ningún chiste. Que era muy necesario que consiga trabajo y estudie alguna carrera. El asumió todas las responsabilidades. A su madre le dolía dejar a su hijo, pero sabía que ese día llegaría.

La mamá de Ashton Irwin lloriqueaba como niña chiquita aquel lunes por la mañana. Sabía que en cuanto su hijo se levante ya todo abría terminado. Tenía que mirarlo así, tanto esfuerzo por tantos meses, tanto sacrificio. Los muebles ya estaban en lo que sería su nuevo hogar, sólo quedaba que él se suba a su auto con sus pertenecías y descubra la vida de adulto.

Ashton se levantó cerca de las diez de la mañana. Su madre no quería salir de la cama para no hacer ruido y que él no despierte, así demoraría más en irse. A ella le bastaba solo con saber que aun estaban los dos bajo el mismo techo. Él debía admitir no había podido conciliar el sueño en toda la noche, los nervios no se lo habían permitido.

Su madre le había preparado su desayuno favorito. Sus hermanos estaban junto a él en la mesa y todos eran muy amables. Cuando terminó de desayunar se levantó de la mesa con su mejor sonrisa de ánimo y se despidió de cada uno de ellos. Nunca olvidaría lo que era vivir con su familia. Su mamá lloraba de orgullo y tristeza. Todo junto. Sus hermanos estaban algo decaídos, si hay algo triste para un hermano es ver como otro se va de la casa.

Ashton manejó durante horas. Recordaba varías cosas de vieja cuidad. Luke, Calum, Michael, sus amigos, su banda. Todas aquellas tardes en el garaje, su ex escuela, todas las veces que lo retaban por no prestar atención. Su pieza con la ventana, la ventana que daba a la pieza de ________. Si, se acordaba muy bien de ella, nunca la había olvidado. Su asqueroso padre que le dio una golpiza, pero que ya se había ido de este mundo. Recordaba las primeras noches cuando golpeaba las paredes de la casa a la que se había mudado, cuando la tuvo que dejarla en contra de su voluntad. Su madre pidiéndole que por favor parara, y él rogándole que lo deje ir a verla, que no podía dejarla sola con ese tipo. Cuando estuvo con otras mujeres y veía el rostro de ella. La noche que casi le hace el amor en su pieza. Al año de mudarse la chica que le dio un cachetazo por decirle en pleno orgasmo más de dos veces “______”.  El puñetazo que recibió la noche que casi se escapa para ir a ver a _______, a tres días que él se había mudado y que como su padre por primera vez le hizo frente como un enemigo.

“Le haces mal a tu madre y a toda tu familia, no debes involucrarte con ellos. Bajo ningún punto de visa. Te golpearé como a un enemigo si así logro que te quedes en tu casa. Por eso nos mudamos. Algún día me lo agradecerás”. Recordar la voz de su padre diciéndole eso le provocaba rechazo y orgullo, ¿por qué? Porque él sabía que nunca se lo agradecería, y ahora estaba volviendo. Volvería a verla.

blind; a.iDonde viven las historias. Descúbrelo ahora