Extraña Semana

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El…

No quería abrir los ojos temiendo que todo fuera un sueño, no quería descubrir que mi mente me jugaba una cruel broma y que resultara  que lo de ayer  fue una loca fantasía. Llene de aire mis pulmones tomando valor para abrir mis parpados y al hacerlo un dulce aroma me golpeo  de súbito, atontándome aun mas.

Si se trabada de un sueño, era un sueño tan vivido y  real, como aquel aroma. Preste más atención cuando mi mente se estaba despabilando un poco de la pesadez del sueño y note que pegado a mi cuerpo tenia a alguien, mis brazos se enroscaban a la calidez de un cuerpo y sorprendido abrí los ojos.

La luz lastimo mis pupila y tuve que parpadear varias veces para acostumbrarme a la claridad, y me llevo un poco más de tiempo asimilar y aceptar que no se tratada de un sueño, que en verdad en mi cama y entre mis brazos descansaba mi antes odiada enemiga.

Su rostro estaba recargado en mi pecho parecía estar cómoda, su respiración lenta y acompasada me confirmaban que aun dormía tranquilamente, aprovechándome de eso pude observarla con detenimiento.

Y como un conquistador que encuentra en su viaje nuevas tierras, yo hice un gran descubrimiento al tomarme el tiempo de apreciar de cerca lo que antes me había negado a apreciar y me encontré con la agradable sorpresa de que  Granger es verdaderamente hermosa.

Sus parpados rosados cubrían sus ojos castaños pero eran enmarcados por espesas y tupidas pestañas curvas, su nariz era pequeña y respingada con algunas pecas que le daban un aire infantil e inocente, sus labios sin ser exagerados, eran carnosos y de un color apetecible. Su larga melena se extendía sobre mi pecho y parte de la almohada, era suave y algunos rizos se formaban en las puntas, y a pesar de estar despeinado lucia armonioso enmarcando su rostro angelical.

Llevaba puesto el camisón que había sido de mi madre y que encontré dentro de una caja sin usar como mucha ropa que jamás se puso. Y para ser sincero se veía genial en ella. Anoche me quede dormido antes de que saliera del servicio y no pude verla.

Pero ahora a la luz del día se puede notar a la perfección como el color blanco hace resaltar su piel bronceada, sus brazos descubiertos parecen tan suaves que me muero por acariciarlos, pero se que no debo, y ni siquiera me atrevo a moverme con tan de no despertarla y romper este mágico momento.

Mas no tengo tanta suerte como quisiera, ya que comienza a removerse entre mis brazos, está a punto de despertar, y sin saber que hacer solo atino a cerrar de nuevo mis ojos y fingir que sigo durmiendo y esperar que estar en esta posición conmigo no la asuste y haga que salga corriendo de aquí.

 Me mantengo lo más calmado posible, tratando que mi respiración no me delate, no tardara mucho en despertar por completo y darse cuenta en la posición en la que nos encontramos, me pregunto ¿Cómo reaccionara?

Escucho como suspira y se remueve un poco mas entre mis brazos, acomodándose mejor en mi pecho, la suavidad en su piel me enloquece y hago acopio de toda mi fuerza de voluntad para permanecer inmóvil mientras su calidez y cercanía me desbaratan.

Se queda quieta después de suspirar de nuevo y a los pocos segundos la siento estirarse un poco pero no se aleja de mi, pareciera como si aun no despertara por completo, estaba tentado en abrir los ojos para ver lo que pasada, pero de nuevo el miedo me impidió hacerlo, solo espere, espere deseando que esto se prolongara, porque por un momento toda mi atención estaba en ella e incluso me sentí un poco feliz después de sentirme tan terriblemente mal en estos días.

Un pequeño bostezo y un ligero brinco me sacaron de mis cavilaciones, sentí como intentaba alejarse de mí suavemente, retirando con delicadeza mis brazos que la tenía sujeta con firmeza por la cintura, le permití moverme a su antojo  simulando dormir profundamente, aunque me costaba un trabajo enorme.

El Dolor Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora