Una Muerte Anunciada

1.1K 88 3
                                    

Ella…

Deje a mi lógica de lado y me aferre con fuerzas a mi nueva situación, como si se tratara de mi última tabla de salvación, y pensándolo un poco quizás sea así, quizás esta sea la única manera de salir de mi letargo interminable de dolor.

Los días antes eternos, agobiantes y oscuros, ahora estaban llenos de luz y me parecían tan cortos como si se me escaparan como agua entre los dedos.

El dolor aun no se iba, seguía en alguna parte de mi roto corazón, pero al menos se mantenía a raya, al menos me permitía respirar y en ocasiones volvía a sentirme una persona normal y completa, y no solo un despojo de desechos y fragmentos de algo que no tenia compostura.

Es raro encontrarme tan bien a su lado, es raro sentir tanta paz a lado del enemigo, pero creo que hace ya tanto tiempo de eso que sería tonto seguir llamándolo asi, cuando en este tiempo ha sido quizás si no mi mejor amigo, si el mejor compañero que pudiera tener.

Todo es más sencillo a su lado, más reconfortante.

Cuando a veces mis lagrimas llegan sin aviso nunca hace preguntas o busca palabras de consuelo, solo me abraza y me deja llorar sobre su hombro, hasta que se evaporan las lagrimas y dejan limpio mi corazón adolorido.

Como termine viviendo en su mansión y durmiendo en su cama es un gran misterio para mi, solo paso y a decir verdad no me arrepiento es grandioso despertar al lado de un hermoso ángel de pálida piel que en ocasiones aun despierta aferrado a mi cintura.

---o-o-o-o-o-o-o-o-o---

El…

Todo mi mundo cambio a su lado y recupere un poco las ganas de vivir, necesitaba ser fuerte para ella, fuerte por mí, fuerte por el recuerdo de mi madre.

Un día simplemente paso, Granger se instalo en la mansión, en mi habitación. No es algo que realmente me sorprenda, ya que todo era resultado de lo bien que nos sentíamos juntos. Porque aunque no lo dijéramos en voz alta, así era,  juntos éramos un poco más felices, separados solo representábamos copias malas vacía de muñecos sin corazón.

Una de tantas tardes que pasamos en el parque y sin saber porque, simplemente porque me nació expresar en voz alta lo que recordaba en ese momento le conté lo que era quizás el episodio más difícil de mi vida después de lo que paso con el innombrable.

-Hoy hace justo tres años que mi madre enfermo. -Le dije y ella giro su rostro para verme y me abrazo de inmediato, sabía que necesitaba de la calidez de sus brazos. -Al principio no creímos que fuera algo grave, pero en algún momento todo se torció o si solo seria que destino por fin nos traía la cuenta por todos nuestros errores del pasado. El hecho es que la vida se le fue escapando, con tal rapidez que no pude hacer nada, día a día se iba consumiendo.

Un nudo se formo en mi garganta mientras hablaba, ella me abrazaba por la cintura y apoya su rostro en mi pecho, sentí cuando con una mano comenzó a acariciar mi espalda consolándome, como diciendo en silencio que todo estaría bien, ella sabía exactamente que más que palabras necesitaba ese cálido contacto.

Pase saliva con dificultad pero no me detuve, quería contarle, quería que supiera esa parte de mi vida que dolía, ¿Por qué? No lo sé realmente, será quizás que deseaba compensar la confesión que me hizo aquel día cuando me dijo que Weasley murió en sus brazos. El caso es que necesitaba hablar de ese episodio de mi vida y sabia que ella era la indicada, sabía que ella era la única a quien podría contarle, porque simplemente ella era la única que me podía entender en estos momentos.

-La muerte de mi madre fue anunciada después de un año de tratamientos dolorosos e investigaciones que no le ayudaron en nada que no fuera hacerla sufrir aun más, si eso era posible. Nada se podía hacer. Y ese día fue cuando me di cuenta que de nada sirve el dinero,  los caudales de oro, un apellido distinguido y las influencias cuando no se puede obtener con ello la salud y el bienestar de quien amamos, hubiera gastado cada centavo de mi fortuna si con ello mi madre se hubiera curado. Pero el dinero no servía de nada, ni la posición, ni nada cuando su mal no tenia cura.

El Dolor Nos UneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora