9. Noche

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Wodahs entró con la cena, y posó los platos en la mesa. Me miró incriminatoriamente al ver que estaba solo y cruzó los brazos. En este punto estaba seguro de que debió de oir rumores sobre lo que había pasado un par de horas antes.

-He oído que por tu culpa, Etihw y Rolt se han peleado. Quiero saber qué ha pasado.

-¿Con Rolt te refieres al ángel que me gritó asesino y maldito demonio delante de su familia y el resto de gente que estaba en el parque? Porque en mi defensa diré que no tuve tiempo de decir nada hasta que Etihw y aquel soldado estaban amenazandose mutuamente.

-Eso ya lo sé, hablo de qué le has dicho a Etihw para que lleve desaparecida desde que llegasteis.

Daba igual qué hiciera o qué dijera, siempre sería mi culpa que Etihw estuviera mal. No importaba todos mis esfuerzos por proteger aquello que tanto esfuerzo, dolor y sufrimiento nos había costado crear, la gente siempre pensaría que yo tenía en mente traicionar a la dios, y dolía.

No quería contestar y no lo iba a hacer. Pensar que la única persona dispuesta a intentar todo lo posible para que esto funcionase fuese Etihw era triste, pero nadie hacia nada por facilitarnos el camino. Entendía el miedo y la frustración de todos, pero si no confiaban un poco, ninguno de nuestros esfuerzos llegarían a ningún lado.

Me levanté sin pronunciar una palabra y pasé al lado de Wodahs sin mirarle a los ojos.

-¿Adónde vas?

-A buscar a Etihw. Al menos ella confía en mí.

Cerré la puerta tras de mí y fui en dirección a su cuarto. Llamé un par de veces sin obtener respuesta, aunque no cedí e insistí un poco más. Ante aquel silencio, dude sobre si abrir o no la puerta, pero la preocupación era mayor que la vergüenza y entré con cautela. Luces apagadas, un caos de habitación pero ni rastro de la dios.

Busqué en todos y cada uno de los salones del castillo en vano. Busqué en el patio interior y en las cocinas. Busqué y busqué hasta el cansancio, pero no encontré nada. Entonces, recordé que el único sitio en el que no había estado fue en el sótano que estaba en las cocinas, y pensé que ya era mi última baza.

Al bajar los pocos escalones que daban a aquel oscuro y húmedo lugar, avisté a Ethiw sentada en el suelo, comiendo de un pequeño bol unas cuantas fresas lavadas. Las iba comiendo de dos mordiscos en dos mordiscos, y dejaba el ramillo descarnado encima de una pequeña servilleta de papel. Por la calma con la que iba picoteando y la cantidad de verde que destacaba sobre la blancura del papel, se podía deducir que llevaba un buen rato sentada allí abajo. No se había molestado ni en cambiarse de ropa. Solo comía y miraba el cuenco con el ceño fruncido y una expresión de tristeza mezclado con enojo. Bueno, hasta que me vio entrar.

-¿Kcalb? ¿Qué haces aquí?

-Me parece justo que si tu conozcas mi sala de confort yo conozca la tuya, ¿no crees?

-Eres demasiado educado y poco entrometido para que me crea eso, ¿Qué hora es?

-Lo suficientemente tarde como para que la cena esté servida y todos me miren con mala cara.

-Lo siento.

-No hace falta que te disculpes, ¿estás bien? Te noto algo afectada.

-No- comentó cabizbaja, aunque rápidamente cambio de opinión- bueno si, bueno, no sé.

-Respira hondo.

Me miró a los ojos y tomó al pie de la letra mis palabras. Cuando expulsó todo el aire de una vez, retomó la palabra donde se quedó

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⏰ Última actualización: Aug 24, 2021 ⏰

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El vals de las torturas [Etihw X Kcalb]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora